El grupo catalán Celsa, con sede en Castellbisbal (Vallès Occidental) ha culminado la venta de la totalidad de sus filiales en el extranjero. Este jueves, la empresa ha vendido todas sus compañías en el Reino Unido y en los países nórdicos al grupo de inversión Sev.en Global Investments (Sev.en GI) para continuar con sus planes de reducción de deuda. Según ha detallado la compañía a través de un comunicado, la siderúrgica catalana ha llegado a un acuerdo con la firma checa porque tiene «experiencia en la construcción de negocios sólidos que prosperan en un mercado en constante evolución». De hecho, en estos momentos, el grupo de inversión cuenta con inversiones en Europa, Australia, América del Norte y Asia. Celsa asegura que el dinero de la transacción se destinará «íntegramente» a la reducción de la deuda, «de acuerdo con los compromisos legalmente asumidos».
Esta última operación se suma a la reciente ampliación de capital social -hasta 166 millones de euros– de la empresa. Un plan de ampliación de capital que, tal como dejaron claro el pasado 28 de octubre, se llevará a cabo en dos fases: una primera que se implementará inmediatamente dedicada a «inversiones y mejoras» en su operativa en el Estado -a través de Barna Steel S.A.-, y una segunda prevista a futuro, de carácter internacional. Además, la compañía también ha elaborado un «ambicioso plan de eficiencia» para «continuar con la implementación de su plan de reorganización de la situación industrial y financiera». Un plan centrado en el Estado español que está enfocado a reducir el apalancamiento de la compañía.
La crisis de la esfera de poder de Celsa
Este conjunto de movimientos que ha puesto en marcha -algunos ya en funcionamiento, otros previstos en el calendario- el grupo siderúrgico catalán tiene como objetivo reconducir el rumbo de la empresa y «fortalecer su futuro» después de la larga crisis por la relación entre la familia fundadora, los Rubiralta, y los fondos que finalmente se han apoderado de la propiedad.
