El mundo inversor todavía tiembla una semana después del suyo lunes negro. En solo 24 horas, las principales bolsas del planeta cayeron a los voltios de los tres puntos -el S&P, que lee el estado de las 500 compañías más grandes de los Estados Unidos, perdió un 3,2%; mientras que, mirando en pequeño, el Ibex-35 frotó el 3%-; arrastradas por un Nikkei que perdió más de 12 puntos en una jornada. Los gritos de recesión se sucedían, con los preocupantes datos de ocupación de los Estados Unidos encara a la memoria reciente y con una prospectiva caída al consumo que ya asumen sectores diversos. Sin ir más lejos, este mismo lunes la OPEP ha recortado sus previsiones de distribución de petróleo para el 2024 a causa de un claro paso atrás en la demanda -tanto la privada, en ámbitos como la movilidad, como la corporativa, que afecta especialmente el sector industrial-. Las principales compañías afectadas, muchas ellas tecnológicas, han conseguido rebotar con los días, encadenando varias sesiones en verde; si bien se mantienen lejos de los máximos -extremadamente exigentes- que manegaven a finales del segundo trimestre. Para el analista de mercados Javier Cabrera, el episodio vivido el 5 de agosto fue una corrección de una escalada demasiada pronunciada. «Normalmente los ciclos alcistas duran un año y pico; si se van a dos, después la bajada puede ser mucho más profunda», sostiene Cabrera; recordando la escalada que estalló la pasada semana tiene su origen en la recuperación postpandémica de finales del 2022. Esto no quiere decir, pero, que el fenómeno sea aislado: a corto y medio plazo, coinciden los expertos consultados, estos retornos a tierra se pueden repetir.
Sin ir más lejos, el índice más afectado por las turbulencias del pasado lunes, el japonés Nikkei, ya ha vuelto a la práctica normalidad: en los cinco días previos a la sesión presente, el selectivo nipón registra pérdidas del 0,6% -es decir, una bajada prácticamente inexistente en comparación a los niveles de actividad anteriores al batacazo-. Un foco más ancho, pero, confirma que la corrección ha llegado a un mercado excesivamente valorado: si el punto de partida se sitúa ahora hace un mes, en la primera mitad de julio, la pérdida de valor de las grandes cotizadas del país asiático se eleva hasta el 15,1%, un retroceso considerable. Similar es el caso del TOPIX, el índice de Tokyo, que observa el estado de las cotizadas locales: a cinco días vista, está prácticamente empatado consigo mismo -una pérdida del 0,2%, en términos reales invisible-; pero, si la medida es el julio, el batacazo es prácticamente idéntico al caso del hermano grande, con un 14,5% menos de valor.

Mucho más halagüeña es la situación de la bolsa estadounidense: el S&P500 no solo ha hecho limpio en una semana, sino que ha conseguido superar las cifras del primer fin de semana de agosto, y ya se encuentra un 3% por encima del
El rol de los bancos centrales
Al centro de la crisis, con una muchedumbre de factores girando alrededor, hay los tipos de interés. El golpazo japonés fue especialmente grave, recuerda Cabrera, tiene mucho que ver con el movimiento conocido como

En palabras del experto, los movimientos de los principales bancos centrales del planeta alejan sustancialmente esta estrategia del
«Volatilidad general»
Las bajadas de tipos de interés en Europa y Estados Unidos, pero, no acompañarán por sí mismas un repunte de la inversión. De hecho, sobre el cimiento de recortes todavía más agresivas de las que finalmente se han producido, la mayoría de analistas leía durante el segundo trimestre del 2024 un escenario de «volatilidad general», con episodios como el vivido el pasado lunes. «Las subidas de cotización han estado prácticamente verticales», explica el mismo Cabrera -casos de los más afectados por la caída de inicios de agosto, como el de NVidia, son especialmente sangrientos: la tecnológica de Jensen Huang llegó a competir para ser la firma más valiosa del planeta gracias a este entorno favorable, unido al pasado dinamismo del mercado de la IA-. A corto plazo, pues, las fuentes consultadas auguran, incluso, nuevas experiencias bajistas que sirvan para llevar algunos de estos valores de la acción más sobrevalorados a sus umbrales lógicos. No serán, razona el analista, caídas permanentes; ni siquiera amenazas recessionistes. El 2025, con sus caídas, será el curso de «la normalización de las rentabilidades».

El específico mundo tecnológico
Buena parte de las elevadas inversiones generadas por las posiciones de