El BBVA comienza a prepararse para una OPA más complicada de lo que esperaba. La decisión de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia de pasar a la segunda fase de estudio de la oferta pública de adquisición hostil planteada sobre el Banco Sabadell ha chocado con sus previsiones. A pesar de que la dirección de la entidad se mantiene «confiada» respecto a la viabilidad de la fusión, el CEO Onur Genç ya abre puertas alternativas. Según ha recordado el directivo en un encuentro del sector financiero organizado por la consultora Deloitte, sería posible «retirar» la operación en caso de que las condiciones que Competencia imponga para aprobarla sean lo suficientemente duras como para «reducir el valor de la operación».
BBVA, cabe recordar, contemplaba prioritariamente una OPA corta y razonablemente ágil. A juicio del banco vasco, la fusión con el Sabadell reúne condiciones similares a, por ejemplo, la de Bankia y Caixabank o la que llevaron a cabo ellos mismos con Catalunya Caixa. Vale la pena mencionar, sin embargo, que ninguna de estas ofertas fue hostil; y que en esta ocasión aspiran a unir el segundo y el cuarto bancos más importantes del Estado, lo que, según varios actores económicos, pone en peligro la competencia bancaria. Tal como está planteada, la compra «crea valor» para clientes e inversores de ambas empresas, según Genç; a través de una «mejor escalabilidad y eficiencia» -los argumentos técnicos que su equipo ha reiterado desde el inicio del conflicto el pasado mes de mayo-. Ahora bien, en caso de que los remedies y condicionantes impuestos por la CNMC erosionen las ganancias previstas, el consejero delegado mantiene la puerta abierta a dar marcha atrás.

Entre el crecimiento y la oposición
BBVA expone siempre que puede los criterios técnicos que justifican la OPA -en una intensa campaña pública y mediática, concentrada especialmente en Cataluña y la Comunidad Valenciana, donde la incidencia del Sabadell es más profunda-. «Cualquiera que conozca las cifras básicas diría que esto tiene sentido»; argumenta Genç; que promete para el banco resultante de la fusión «mayores rentabilidades e inversiones». No es esta la lectura que hacen organizaciones empresariales, sociales y económicas del país. De hecho, entre el mundo del negocio domina la alarma por una compra que hace temer una caída de la financiación disponible para las pymes. Desde la patronal catalana Pimec, de hecho, denunciaban que la unión recortaría el crédito disponible en un 8%, hasta los 54.000 millones de euros; una falta de capital que afectaría con especial intensidad a «pequeñas empresas y familias». Este es, precisamente, el argumento central de la oposición del Sabadell, que calcula que la compra cortaría el acceso a la inversión de un 40% de las pymes del Estado.
Un calendario largo
Con su decisión del pasado martes, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia reconoce la «complicación» de la compra, y las importantes diferencias que la separan de otras adquisiciones bancarias recientes. La de BBVA sobre Sabadell es, de hecho, la primera OPA de la historia del sector financiero español que no es aprobada en primera vuelta por el organismo presidido por Cani Fernández. En esta segunda fase, la CNMC se otorga un mínimo de tres meses para continuar evaluando la información de los mercados, un período que puede alargar si lo cree necesario, como ya hizo con el primer capítulo del serial. Además, entre ahora y la primavera de 2025, también se agruparán las valoraciones de agentes económicos externos a la operación -patronales, sindicatos o instituciones-; hasta el punto de que, si el caso se complica aún más, podría saltar a la mesa del ministro de Economía Carlos Cuerpo. Moncloa, cabe recordar, ha sido la gran detractora de la OPA; hasta el punto de haberse comprometido a poner «pie en pared» para detener una integración que, a su juicio, no es beneficiosa para los consumidores.