El BBVA se muestra cada vez más optimista con el resultado de la OPA hostil sobre el Banco Sabadell. El presidente de la entidad vasca, Carlos Torres, sostiene desde hace días que, con sus últimas maniobras, se ha garantizado el apoyo del gran capital del banco catalán, que ostenta aproximadamente el 50% de las acciones. «El apoyo de los grandes inversores está absolutamente claro«, ha argumentado, en una entrevista con el digital madrileño El Confidencial. Así, Torres contradice el diagnóstico que han hecho público el presidente del Sabadell, Josep Oliu, y el consejero delegado, César González-Bueno, que ven -de acuerdo con el consejo de administración- «imposible» que la adhesión llegue a la mitad de los derechos de voto catalanes. Este es, precisamente, el umbral que marca en el folleto de OPA el éxito de la compra. Cualquier nivel por debajo, según el documento, la haría fracasar.
Oliu y González-Bueno ven la operación a un ritmo similar al del mercado: tras la mejora del precio de la OPA de la pasada semana -que dejó el intercambio en 4,8376 acciones catalanas por cada una vasca- la mayoría de analistas ve posible que el BBVA supere el 30% que la ley identifica como una propiedad de control, pero no que supere el 50% que busca. El argumento desde Sant Cugat para defender su postura es, en gran medida, «la estructura accionarial» del Sabadell. Más del 40% del banco catalán está en manos de accionistas retail, los pequeños inversores, muchos de ellos clientes empresariales del banco. Un 35% lo controlan grandes inversores activos, que buscan valor específicamente en el Sabadell; mientras que el 20% reside en las carteras de los fondos indexados, que apuestan según los movimientos de todo el Ibex-35. El 5% restante lo tienen socios estratégicos; es decir, empresas que comparten negocios con el Sabadell, como la aseguradora Zurich o la gestora de fondos Amundi.
El argumento del consejo del Sabadell se basa en la oposición absoluta de los minoristas y los estratégicos. Hace dos semanas, el consejero delegado aseguró que, del 80% de accionistas retail que son también clientes del Sabadell, ninguno habría acudido a la OPA. A consultas de Món Economia sobre la evolución del intercambio entre estos perfiles, sin embargo, han declinado ofrecer nuevos detalles. En tal caso, los fondos indexados acudirían con menos de la mitad de sus acciones, y no contribuirían al éxito del BBVA. En cuanto a los activos, Oliu y González-Bueno aseguran que «esperaban más valor» por parte de la Vela. Contra esta percepción, Torres asegura que el apoyo del gran capital está garantizado -y, con él, el de los gestores pasivos-. Es por eso que busca animar a los pequeños: «animo a todos los accionistas, minoristas incluidos, a aceptar la oferta ya. Hay pocos días para hacerlo», ha declarado.

La palanca del 30%, cada día más cerca
Tras hacer público el folleto de la OPA, Torres esquivó cualquier referencia a una posible segunda operación. El asalto adicional, cabe recordar, se activaría si el BBVA renuncia a la condición de aceptación del 50% y supera el 30% de los derechos de votos adheridos. En tal caso, debería lanzar una nueva oferta por todo el capital restante del Sabadell, en efectivo y sin condicionantes adicionales. Durante los primeros días del período de intercambio, el presidente vasco aseguró que «no tienen intención» de activar esta palanca y que, por tanto, si no logran el 50% de los títulos ahora, se retirarían. El compromiso constaba, de hecho, también en el folleto de OPA. Ahora, sin embargo, el directivo comienza a delinear las condiciones que deberían darse para aventurarse de nuevo a comprar el banco catalán: «la decisión dependería de muchos factores, y el grado de aceptación sería uno de ellos, como lo sería el precio o las condiciones de mercado».
También ha buscado disipar los temores que el conjunto del mercado ha levantado a raíz de esta alternativa. En la misma entrevista, ha defendido que el banco vizcaíno no tendrá que ampliar el capital para afrontar una segunda OPA en efectivo, en tanto que «tiene un exceso de capital muy relevante». En las últimas semanas, varias voces financieras habían alertado del potencial agravio que podría causar la compra en metálico a la entidad: la gestora estadounidense Jefferies alertaba de costos adicionales de 5.000 millones de euros; mientras que el mismo Sabadell cifraba el impacto en 12.000 millones.