La inflación encadena ya dos meses al alza después de haber tocado fundes el pasado mas de junio. Según los datos avanzados del Instituto Nacional de Estadística, el Índice de Precios de Consumo habría escalado durante agosto hasta el 2,6%, tres décimas más que el periodo anterior. El principal motor de la recuperación de los precios, según el instituto estadístico, habría estado el sector de los carburantes: las tensiones de demanda globales provocadas por China y la retención de la producción a la OPEP han impulsado intensos encarecimientos semanales en las últimas ocho semanas que han acelerado la inflación. Por su parte, los precios de la electricidad sostienen a la baja el índice, en cuanto que la luz, tal como recoge la INE, habría «aumentado de precio menos que en agosto del 2022». En la comparativa mensual, los precios habrían subido un 0,5% el agosto respecto de julio, el que confirma una nueva tendencia inflacionista que ya se alarga durante un trimestre completo.
Más allá del índice general, el organismo público apunta a una leve moderación de la inflación subyacente -la que excluye los sectores con precios más volátiles, la energía y los alimentos no elaborados- de solo una décima respecto del, hasta el 6,1%. La rendija entre subyacente y general, de este modo, se reduce hasta el 3,5%. Los organismos financieros, generalmente, anticipan una tendencia al equilibrio; es decir, una subida de la tasa general y una moderación progresiva de la subyacente hasta situarse a niveles similares.
Inflación competitiva
El gobierno español ve este repunte como una victoria macroeconómica: todo y la nueva escalada de precios, el IPC del Estado se mantiene en uno de los niveles más bajos de la Unión Europea, solo equiparable a países como Luxemburgo, que vuelta también el umbral del 2%. Mercados homologables, como por ejemplo Francia, se mantuvo durante julio por encima de los cuatro puntos; mientras que Alemania todavía sufre una inflación superior al 6%. En este sentido, la ministra de Asuntos Económicos Nadia Calviño ha destacado que la baja inflación española relativa a los datos regionales «favorece la competitividad de las empresas españolas, la ganancia de cuota de mercado y el poder adquisitivo de los salarios».