El centro de la ciudad es uno de los puntos más dinámicos del comercio de Barcelona. Es así porque confluyen dos vertientes: el turismo de la ciudad y el trasiego constante de residentes. Este escenario llevó a un grupo de comerciantes a poner sobre la mesa la posibilidad de abrir los domingos y festivos entre mayo y septiembre, una oportunidad de alargar la actividad de los comercios más allá de los días laborables. Dos años después de su puesta en marcha, el proyecto ha hecho furor especialmente entre las grandes marcas, sobre todo por su éxito entre los turistas, el gran público de esta iniciativa. Mientras tanto, los comercios barceloneses continúan polarizados sobre la cuestión: en el centro ven con buenos ojos la medida, pero los barrios más periféricos alertan de que no está pensada para el comercio de proximidad y, por lo tanto, no es capaz de atraer a los residentes.
El aumento de la facturación y la afluencia han demostrado que esta propuesta ha sido todo un éxito para los turistas, pero ha pasado desapercibida para los residentes. Barcelona Oberta presentó un informe bajo el nombre
Si bien es cierto que los turistas tienen gran valor en esta propuesta, también lo tiene la tipología de establecimientos a los cuales acceden. De este modo, la apertura es más efectiva entre los extranjeros porque el comercio de proximidad no se beneficia tanto de estas ventas, incluso, muchas veces, algunos deciden mantener la persiana bajada para aligerar los gastos. Es por eso que, tal como se desprende de los datos del informe de Barcelona Oberta, los domingos comerciales han tenido aparentemente una gran acogida en los puntos más neurálgicos de la ciudad, donde el turismo es el principal modus vivendi. «Nos parecería absurdo perder la oportunidad de retener cierto negocio que corresponde a Barcelona y que de otro modo lo estaríamos enviando a lugares como La Roca Village o Castelldefels», asegura Fermín Villar, presidente de Amics de la Rambla. Desde la entidad consideran que esta iniciativa se tendría que extender a todo el año -hasta ahora solo ha estado vigente entre mayo y septiembre- y remarcan que, más allá del evidente impacto que genera en las zonas más turísticas, la medida tendrá a la larga un efecto positivo en el resto de puntos de la capital catalana que quedan dentro de la ZGAT. «Entiendo que haya comercios que no quieran abrir, pero no es obligatorio. No tiene sentido que se hagan fines de semana con las calles cortadas y que no se pueda hacer con las tiendas abiertas», apunta.

Beneficios que no llegan al resto de barrios
Esta perspectiva positiva, sin embargo, parece difuminarse a medida que nos distanciamos del corazón de la ciudad. En barrios como la Nova Esquerra de l’Eixample, Sant Antoni o Sagrada Familia, los domingos comerciales no han conseguido convencer al pequeño comercio, que lo ve como una medida muy enfocada al turismo y a las grandes cadenas. «Nosotros representamos un tipo de comercio de barrio y nuestro público es principalmente de lunes a viernes. Por condiciones, la mayoría de los comercios podrían abrir, pero no es rentable«, afirma Sergio Moral, presidente del Eix Comercial Nou Eixample. Moral cree que esta medida no tiene en cuenta la conciliación familiar y que solo los grandes operadores pueden aprovechar la oportunidad. «Cada uno se busca su nicho de mercado. Si funcionara abriríamos, pero aquí los fines de semana son, comercialmente hablando, días muertos», insiste y señala que poder abrir 31 de los 52 fines de semana del año ya es «más que razonable».
En la misma línea se pronuncia el presidente de Sant Antoni Comerç, Jordi Arias, que asegura que son muy pocos los establecimientos del barrio que abren en domingo y que con los festivos contemplados en el convenio actual es más que suficiente porque los clientes no tienen la costumbre de comprar fuera de los días habituales. «Es una medida pensada para las grandes cadenas y centros comerciales que no favorece al comercio de proximidad. Las tiendas de Sant Antoni somos empresas pequeñas con poco personal o autónomos que necesitan los domingos para descansar y que tienen que poder conciliar la vida personal y la profesional«, subraya.

El caso del barrio de Sagrada Familia es peculiar porque se encuentra entre dos aguas. Todo el entorno del templo sí que tiene una alta concentración turística en domingos y festivos, pero este volumen no se distribuye entre el resto de calles, donde hay el comercio más de proximidad y dónde, por ahora, la mayoría han decidido no sumarse a la iniciativa. «¿Qué abriríamos, por los turistas? A nosotros no nos llegan de una manera constante, nuestros clientes son los vecinos. Aunque quisiéramos abrir en domingo, no nos saldría a cuenta», explica Amor García, presidenta del Eix Comercial Sagrada Familia.
García considera que, si el turismo se esponjara más por el barrio, sí podría llegar a ser rentable abrir en domingo, pero insiste en que este es un escenario todavía demasiado alejado de la realidad. «Ahora mismo no nos favorece en nada, no vemos ni un 5% del pastel. Tendrían que hacer un plan de viabilidad para que los establecimientos que estamos en barrios más periféricos del centro tuviéramos interés en apoyar la medida», apunta.
Un público local poco entregado
Mientras los turistas disfrutan de sus compras en días festivos, los locales no lo ven como una necesidad básica. Tal como confirma el estudio de Barcelona Oberta, el 71,4% de los barceloneses no compra los domingos. Además, también se confirma que aquellos que lo hacen no es por necesidad, puesto que la gran mayoría de los encuestados por el estudio de la entidad confirman que «harían las compras igualmente en la misma zona otro día». Paralelamente, también es evidente que el gasto de los residentes no es tan significativo como el de los turistas, hecho que refuerza la tesis que son los extranjeros los que más se benefician de esta iniciativa. En este sentido, los turistas generaron un total de 360 millones de euros en la zona ZGAT, ante los 197 millones de los residentes.

Voluntarios y dietas, la situación de los trabajadores mejora
La primera vez que se abrieron los comercios en Barcelona en domingos y festivos, los trabajadores sufrieron las consecuencias más negativas. Hace dos años, la necesidad de tener personal para los festivos hizo que muchos empleados vieran cómo su turno se ampliaba al fin de semana, y algunos de ellos no recibieron ninguna retribución para compensar. Ante esta situación, sindicados como UGT o CCOO empezaron a negociar el que sería el acuerdo social del comercio textil, que buscaba intentar paliar estas consecuencias para hacer más ameno el trabajo de los trabajadores. «La propuesta incluía que los trabajadores se presentaran de manera voluntaria, que se les pagara la dieta de aquel turno y que se les compensara con un sábado de fiesta», explica Toni Díaz, responsable de comercio de UGT. Este año, esta iniciativa forma parte de la gran mayoría de los convenios colectivos de los trabajadores de servicios y, por lo tanto, «esta última campaña ha estado mejor valorada en comparación a la primera», explica Díaz. CCOO, en cambio, recuerda que todavía no se han publicado los indicadores y, en consecuencia, «todavía no pueden hacer una valoración suficiente detallada».
Una opinión muy distinta tienen desde la CGT que argumentan que «no ha habido cambios». De hecho, el sindicato afirma que no tienen datos oficiales, pero que el clima con los trabajadores que han estado hablando es de no cumplimiento del acuerdo social. En concreto, fuentes del sindicato confirman que «no se cumple con la voluntariedad ni las dietas». En cuanto al retorno del día trabajado en sábado, la CGT también explica que «se está devolviendo entre semana». Con ello, el sindicato afirma que el pretexto de ser una iniciativa por necesidad de la población no es cierto, porque «la sociedad no lo ha pedido en ningún momento«.
En cuanto a la dinámica de contratación, el informe de Barcelona Oberta aseguraba que se habían creado alrededor de 1.800 puestos de trabajo, lo que equivaldría a un 0,59 por establecimiento. Ante este dato, el responsable de comercio de UGT reconoce que la contratación de fijos discontinuos es lo que más triunfa en esta época, más allá del hecho que los mismos trabajadores decidan -por voluntad propia- trabajar un domingo: «Todo depende de la retribución que se les proponga por el trabajo», dice Díaz, quien explica, sin embargo, que «la tendencia es contratar a más personal». Amics de la Rambla también coincide en la mejora de las condiciones de los trabajadores. Sobre las externalidades negativas y disfunciones detectadas en estos primeros dos años desde el acuerdo, Villar considera que se tiene que apostar por perseguir a las empresas que no sigan las normas con campañas de inspecciones, pero insiste -del mismo modo que lo hace UGT- que la gran mayoría de comercios sí que cumplen los convenios.




