Una mujer utiliza alrededor de 15.000 tampones o compresas durante su vida, depende de los años que tenga la regla, la cantidad de sangre que tiene en cada menstruación o la longitud de estas. A pesar de parecer que es un producto extremadamente necesario y de higiene personal, el IVA de estas sigue siendo del 10%, cuando tendría que haberse reducido al 4%, según un informe de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU). Así que si se hace la suma de los años que dura la regla y el precio de los tampones o compresas podemos comprobar que las mujeres llegan a pagar un mínimo 3.000 euros en productos de higiene femenina durando toda su vida, de los cuales 300 euros acaban siendo de impuestos. Si bien es cierto que han aparecido nuevos métodos más eficientes y reutilizables, es evidente que la batalla de los productos femeninos para la menstruación todavía está abierta.
Si desglosamos los datos podemos comprobar que en cada caja normativa de tampones hay entre 16 y 20 unidades. Dependen de la longitud de la regla de las mujeres, esta caja solo dura un mes, es decir, una menstruación. Esta cifra aumenta o disminuye dependiendo de la regularidad y la clase de regla, puesto que la de cada mujer es diferente. Esto implica que el gasto mensual mediano de una mujer oscila entre los tres euros -el paquete más sencillo de marca blanca- hasta los que cuestan alrededor de los cinco euros. Las compresas funcionan del mismo modo, en un paquete mediano hay entre 10 y 16 y los precios oscilan entre los dos y los tres euros. A pesar de ser más baratas, también se utilizan como complemento, es decir, hay mujeres que en una misma regla usan los dos productos, lo que sumaría más en el gasto mensual.
Así pues, haciendo un cálculo rápido a la baja, las mujeres se gastan alrededor de 3.000 euros en su vida en productos de higiene femenina, pero solo si tienen una regla mediana -de una regularidad de 28 días, cinco días de menstruación y una cantidad de sangre razonable-. En caso contrario, el gasto de las mujeres puede llegar a los 5.000 o 6.000 euros, puesto que se tiene que sumar más productos al cesto de la compra mensual. Ante esta situación, no es de extrañar que organizaciones como la OCU pidan una rebaja del IVA de estos productos, porque no hay duda que el gasto de las mujeres incrementa ante la de los hombres de manera sustancial.
Los nuevos productos reutilizables: más caros, pero duraderos
Las alternativas a los productos tradicionales hace unos años que se han posicionado como la compra coherente. No solo porque son reutilizables, sino que también son mucho más beneficiosas para el medio ambiente. En este sentido, la primera que salió al mercado es la copa menstrual, un objeto normalmente hecho de silicona que se puede utilizar durante 10 años. El precio de las copas menstruales oscilan entre los 10 y los 30 euros. De este modo, una mujer que solo utilice la copa o pueda reducir el consumo de tampones o compresas disminuye considerablemente su gasto en estos productos a lo largo de la vida.

Los otros dos productos que se han hecho famosos en los últimos años son las compresas reutilizables y las bragas menstruales. En el caso del primero, son básicamente compresas que se lavan y se pueden volver a utilizar hechas de una tela absorbible. Su precio oscila entre los 10 y los 30 euros -igual que la copa menstrual-, pero su vida útil va de los tres a los cinco años dependiente de su uso. También hay que resaltar que cada día que se utilizan hay que cambiarlas, lo que provoca que se tengan que comprar unas cuantas. Aun así, continúan siendo un producto que a la larga es menos costoso que los productos tradicionales. Las bragas menstruales tienen el mismo funcionamiento que las compresas reutilizables, pero su precio es más alto -oscilan entre los 15 y los 35 euros-.
En definitiva, es evidente que los nuevos productos permitan una rebaja considerable del gasto en productos de higiene femenina a lo largo de la vida, una situación que las organizaciones y la misma sociedad celebra. Sin embargo, la OCU continúa alertando que esta no es la solución adecuada y, aunque sea una buena manera de mejorar los costes a los cuales se enfrentan las mujeres, la organización argumenta que hace falta un cambio de mentalidad en la carga impositiva. En otras palabras, «el IVA tiene que bajar todavía más«, concluye la entidad.