Tiene solo 258 habitantes y nos ofrece un equilibrio perfecto entre historia, naturaleza y tranquilidad. Todo esto lo convierte en un destino ideal para los viajeros que buscan desconectar y respirar aire puro en el corazón del Prepirineo catalán durante este inicio de invierno.
En Sant Llorenç de la Muga no todo es solo historia. Este pequeño pueblo también fue escenario de hechos relevantes y hoy nos ponemos las botas y la chaqueta para conocerlo.
Una escapada de invierno que nos lleva 2.000 años al pasado
El núcleo antiguo de Sant Llorenç de la Muga conserva todo el encanto de su pasado medieval. Entre sus calles y casas empedradas, portales y las murallas con sus torres de los siglos XIV y XV viajamos 2.000 años atrás.
Todo este conjunto es un trozo de la historia que nos recuerda la importancia defensiva que tuvo la localidad en siglos pasados. La iglesia de Sant Llorenç, cuyos primeros documentos datan del año 972, mantiene su estructura románica original.
Pero, en la cercana ermita de Santa Maria del Palau, se pueden ver las construcciones y remodelaciones que se hicieron entre los siglos XII y XIII. Esta bella construcción refleja la sobriedad y la armonía del románico rural.

En este pequeño pueblo tuvo lugar la batalla del 1794, cuando los astilleros reales de San Sebastián fueron destruidos por el ejército francés y sus huellas aún se perciben, testigo de tiempos duros, bajo las aguas del pantano de Boadella.
Rutas de senderismo, aves y miradores
Este pueblo catalán no solo esconde su pasado medieval, sino que decenas de senderos se abren ante ti para hacer senderismo. Está rodeado de montañas suaves y bosques densos, y es un paraíso para los amantes de las caminatas al aire libre, la observación de aves y los fotógrafos.
En el Camí Natural de la Muga tienes una ruta de cerca de 40 kilómetros que te permite descubrir cascadas, gargantas y miradores con vistas espectaculares. Al principio del invierno es, además, la época ideal si te gustan las aves, ya que decenas de especies atraviesan la región en sus recorridos migratorios.
Prepara tu cámara para ver cigüeñas blancas, garzas, águilas calzadas, azores, milanos reales, herrerillos, carboneros, currucas, pinzones, lechuzas y búhos, que se reparten las riberas de los ríos y los bosques a diversas horas del día. Desde la Torre dels Moros, una antigua atalaya del siglo XIII, podrás hacer las mejores fotos, ya que nos ofrece panorámicas inigualables del valle.

Guía gastronómica de otoño de Sant Llorenç de la Muga
En el Alt Empordà, enclavado entre montañas y valles, está Sant Llorenç de la Muga, y en este pueblo de poco más de 250 habitantes hay muchos platos deliciosos para probar, especialmente si viajas al final del otoño. Veamos los imprescindibles: Las protagonistas son las setas de temporada, porque en otoño los bosques cercanos dan los mejores hongos frescos.
Estos llenan los menús como acompañamientos, tapas y entrantes. El huevo frito con setas, las cremas de setas con caldos de carne o pollo y los arroces silvestres se sirven en muchos restaurantes locales. Dos de ellos son Can Porquer y Hostal de la Plaça.
Los guisados de caza y las carnes de montaña tienen también un papel destacado, y entre los meses de septiembre y diciembre el conejo, jabalí o ciervo van a parar a las cazuelas.

Se hacen estofados con hierbas locales y se sirven con vino de la región. Las calçotadas de caza menor y los estofados acompañados de verduras de temporada como coles, calabazas, zanahorias y las famosas setas se pueden probar en el Restaurant La Farga o en El Rebost del Muga.
Los embutidos y productos artesanales como las butifarras también forman parte de la gastronomía catalana del Pirineo, todos elaborados según recetas ancestrales con curados clásicos, y combinan perfectamente con panes y quesos del Empordà. Todas las tiendas locales y tabernas del núcleo antiguo los tienen como protagonistas en sus platos de invierno.
Los recorridos culinarios no están completos sin los postres, y los dulces de invierno incluyen pasteles de miel, nueces y frutos secos y, por supuesto, los famosos panellets. En el Café del Mercat van acompañados de cafés espumosos.
