Viure bé
Una vitamina bajo estudio por su efecto antienvejecimiento y su capacidad para reducir el riesgo de cáncer

Estudios recientes indican que la vitamina D podría ralentizar el envejecimiento celular y reducir el riesgo de ciertos tumores.
Pero, ¿qué hay de cierto detrás de estas afirmaciones y qué dicen los expertos?

Investigaciones científicas en Europa y en EE.UU. están arrojando nueva luz sobre la vitamina D.
Más allá de su papel en los huesos y el sistema inmunitario, ahora se estudia su impacto en la edad biológica y en la supervivencia frente al cáncer.
Aunque los resultados son prometedores, los expertos advierten sobre el entusiasmo prematuro.

La vitamina del sol: ¿una clave escondida contra el envejecimiento?

La vitamina D, conocida por facilitar la absorción del calcio y fortalecer los huesos, podría tener un papel mucho más amplio en el organismo. Varios estudios han comenzado a vincularla con el proceso de envejecimiento celular, gracias a su influencia sobre los telómeros y la metilación del ADN.

Uno de los descubrimientos más relevantes proviene del estudio DO-HEALTH, realizado en Europa con adultos mayores. En este ensayo clínico se administraron suplementos de vitamina D3, omega-3 y se promovió el ejercicio físico regular. Los participantes mostraron signos de desaceleración del envejecimiento biológico, medido a través del conocido como “reloj epigenético”, una herramienta que calcula la edad real del cuerpo a partir de marcadores moleculares.

Este resultado sugiere que la vitamina D no solo mantiene funciones esenciales, sino que podría ayudar a preservar la juventud celular. Sin embargo, los beneficios fueron más significativos en personas que también mantenían una vida activa y una buena alimentación, lo que indica que la vitamina no actúa sola, sino en sinergia con otros factores.

Evidencias mixtas en la prevención del cáncer

Otro foco de atención es la posible relación entre niveles adecuados de vitamina D y la reducción del riesgo de ciertos tipos de cáncer. Algunos estudios observacionales han identificado que las personas con niveles séricos más elevados de esta vitamina presentan una menor incidencia de cáncer colorectal, de mama o de próstata. No obstante, no todos los resultados son coherentes.

El estudio VITAL, uno de los más ambiciosos en este ámbito, involucró a más de 25.000 adultos en EE.UU. Durante cinco años, se evaluó el impacto de una dosis diaria de vitamina D3 (2000 UI) y omega-3 en la incidencia y la mortalidad por cáncer. El resultado fue una sorpresa parcial: no se redujo de manera significativa el número total de nuevos casos de cáncer, pero sí se observó una disminución del 17% en la mortalidad entre las personas que tomaban vitamina D durante varios años.

Esto sugiere que la vitamina D quizás no evita la aparición del cáncer en todos los casos, pero sí puede mejorar la evolución clínica en algunas personas, especialmente si la enfermedad se detecta en fases iniciales. La hipótesis es que esta vitamina ayuda a modular la inflamación, fortalecer la inmunidad y ralentizar la progresión tumoral.

¿Cuánta vitamina D necesitamos realmente?

Una de las grandes preguntas es qué cantidad de vitamina D es ideal para aprovechar sus beneficios sin correr riesgos. La recomendación general para adultos oscila entre 600 y 800 UI al día, aunque algunos estudios han probado dosis más altas (hasta 2000 UI) en contextos clínicos específicos.

La fuente más natural y eficaz de vitamina D es la exposición al sol, que estimula su síntesis en la piel. No obstante, factores como la edad, el color de piel, el uso de protectores solares o vivir en climas fríos pueden limitar esta producción natural. Por eso, muchas personas recurren a alimentos como pescados grasos, yemas de huevo, setas o productos enriquecidos, además de suplementos.

A pesar de sus posibles beneficios, el exceso de vitamina D puede ser peligroso. La hipervitaminosis D puede provocar niveles tóxicos de calcio en la sangre (hipercalcemia), lo que genera problemas renales, vómitos, debilidad y confusión. Por ello, los expertos insisten en no suplementarse sin control médico, especialmente si se combinan varias fuentes de esta vitamina.

¿Qué sabemos… y qué queda por descubrir?

Los estudios disponibles hasta ahora ofrecen indicios prometedores, pero aún no hay un consenso científico sólido sobre el papel antienvejecimiento y anticancerígeno de la vitamina D. Mientras que algunos ensayos clínicos muestran efectos positivos, otros no encuentran diferencias significativas respecto al placebo.

Tampoco está claro si todos los grupos poblacionales responden igual: las personas mayores, con enfermedades crónicas o con deficiencias previas parecen beneficiarse más, pero no hay suficiente evidencia para recomendar suplementos a la población general como prevención universal del cáncer.

Los organismos de salud pública mantienen una posición prudente. Recomiendan asegurar niveles adecuados de vitamina D mediante la alimentación, el sol y, si es necesario, con supervisión médica. Aún no la consideran una terapia preventiva certificada, pero reconocen su creciente relevancia como factor de salud integral.

¿Un rayo de sol, una esperanza para envejecer mejor?

La vitamina D está dejando de ser simplemente una aliada de los huesos para ocupar un lugar destacado en los debates sobre longevidad y prevención de enfermedades crónicas. Aunque la ciencia aún no ha emitido un veredicto definitivo, cuidar nuestros niveles de vitamina D podría ser un paso sencillo hacia una vida más larga y saludable.

¿Tomas vitamina D? ¿Confías en los suplementos o prefieres fuentes naturales? Cuéntanos tu experiencia y comparte esta información con quien más la pueda necesitar.

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