Pero hay algo que quizás no sabías: dejar que se aburran también tiene beneficios psicológicos. Psicólogos infantiles proponen una alternativa poderosa cuando ya no sabes qué más inventar. La clave no es hacer más, sino intervenir mejor.
En lugar de planificar cada minuto, muchos expertos proponen dar espacio al juego libre y a la creatividad espontánea. ¿Por qué? Porque el aburrimiento, bien gestionado, estimula habilidades que no se enseñan con normas ni pantallas.
¿Qué pasa cuando los niños se aburren?
A primera vista, el aburrimiento parece un enemigo. Gritos de “me aburro”, caras largas, energía acumulada sin dirección. Pero los psicólogos insisten: aburrirse también es una oportunidad de desarrollo.
Estudios muestran que cuando los niños no tienen actividades impuestas, comienzan a crear las suyas propias. Dibujan, inventan juegos, construyen mundos con objetos cotidianos. En este espacio, nace la creatividad, la autonomía y la tolerancia a la frustración.
Un psicólogo lo resume así: “Si todo está dado, no hay motivo para imaginar. El aburrimiento da lugar al descubrimiento”.
El “juego libre”: menos control, más descubrimiento
Se trata de dejar jugar sin normas externas. Sin plan, sin horario, sin estructura. Lo que parece caos, en realidad es una forma profunda de exploración.
El juego libre implica permitir que los niños decidan qué hacer y cómo hacerlo. Algunos lo llaman “tiempo vacío”, pero en realidad es un campo fértil para experimentar. Pueden hacer castillos con cojines, crear una tienda con sábanas o inventar una historia con muñecos olvidados.
Una madre compartió su experiencia: “Empecé a no intervenir cuando decía que se aburría. Al cabo de un rato, lo encontraba creando una ciudad de cartón para sus dinosaurios”.
Este tipo de actividad estimula la toma de decisiones, el pensamiento crítico y la autoestima. Y lo mejor: no requiere materiales caros ni pantallas.
Cómo diseñar “espacios vacíos” sin culpa ni caos
Uno de los miedos más comunes de los padres es parecer “despreocupados” si no llenan el tiempo de los hijos con actividades productivas. Pero los expertos lo dejan claro: dejar espacio también es cuidar.
Lo ideal es alternar rutinas estructuradas (como las tareas o las actividades deportivas) con momentos de juego libre previstos al día. No se trata de abandono, sino de confianza.
Consejos útiles:
- Anunciar el tiempo libre: “Esta hora es para que decidas tú qué quieres hacer”.
- No intervenir de inmediato: si dice que se aburre, esperar. No llenar el silencio con opciones.
- Ofrecer materiales abiertos: cajas vacías, telas, colores, libros sin instrucciones.
- Validar sin rescatar: “Entiendo que te aburras. A veces, eso nos ayuda a pensar diferente”.
Así, los niños aprenden a buscar sus propias soluciones. Y tú también puedes respirar.
Actividades recomendadas por psicólogos
Aunque el objetivo no es dirigir siempre, los expertos sugieren tener a mano tipos de actividades que despierten diferentes áreas del desarrollo. Aquí tienes una selección por tipo:
Creativas
- Dibujar sin modelo
- Crear personajes con ropa vieja
- Escribir cuentos en voz alta
Físicas
- Bailar libremente con música
- Hacer una mini carrera en casa
- Saltar con una cuerda inventada
Exploratorias
- Hacer una búsqueda del tesoro con objetos de casa
- Observar insectos en el jardín
- Crear un mapa de “su mundo”
En todas estas, el adulto puede estar presente como compañero, no como guía. Jugar con ellos, sin dirigir, fortalece el vínculo emocional.
“Me aburro” como oportunidad para conocerse
A veces, lo que los niños quieren no es solo hacer algo, sino ser escuchados. El aburrimiento puede abrir la puerta a conversaciones sobre emociones, deseos, miedos o ideas.
Aprovecha estos momentos para preguntar:
- “¿Qué te gustaría hacer si pudieras inventar algo nuevo?”
- “¿Qué te hace sentir feliz últimamente?”
- “¿Quieres que inventemos algo juntos o prefieres estar solo?”
Validar sus sentimientos, darles espacio para expresarse y no correr a resolverlo todo, enseña algo más importante que entretener: enseña a vivir.
Menos control, más conexión
Dejar que los niños se aburran no es renunciar a cuidarlos. Es enseñarles que también pueden encontrarse a sí mismos en la pausa.
Cuando dejamos espacio para el aburrimiento, damos paso a la creatividad y a la autonomía.
¿Te animas a probarlo esta semana? Cuéntanos cómo te ha ido o comparte este consejo con otros padres que hoy, quizás, también se sienten perdidos.