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Cómo afecta al cerebro dormir menos de 7 horas: advertencia del psiquiatra Daniel Amen

Desde pérdidas de memoria hasta envejecimiento cognitivo, el daño puede ser mayor de lo que se piensa.

La falta de sueño impide que el cerebro se «limpie» correctamente. Según Amen, durante el descanso profundo, el sistema glinfático elimina residuos metabólicos acumulados durante el día. Cuando no se duerme lo suficiente, este proceso falla, lo que puede conducir a niebla mental, dificultad para concentrarse y pérdida de agudeza cognitiva.

Qué pasa en el cerebro cuando no dormimos lo suficiente

Durante la noche, el cerebro no solo descansa: trabaja activamente en su propia limpieza. El sistema glinfático, una red que se activa en las fases profundas del sueño, tiene una función clave: eliminar los residuos tóxicos que se acumulan durante la actividad neuronal del día.

Entre estos residuos hay proteínas como la beta-amiloide, que se ha relacionado con el desarrollo del Alzheimer. Dormir menos de lo necesario interrumpe este proceso de limpieza. El resultado, según Amen, es similar a dejar una casa sin barrer: con el tiempo, la suciedad se acumula y comienza a afectar todo.

Además, esta acumulación no solo genera un impacto a largo plazo. Los efectos se pueden notar al día siguiente: fatiga mental, reducción de la claridad e incluso dificultad para conectar ideas sencillas.

Las funciones mentales que más sufren

El déficit de sueño afecta directamente la memoria, la atención y la capacidad para tomar decisiones. Las personas que duermen habitualmente menos de siete horas tienden a olvidar detalles cotidianos, tienen más dificultad para concentrarse y pueden mostrarse más impulsivas o emocionales.

El juicio también se ve comprometido. Los estudios muestran que con menos sueño, disminuye la actividad en la corteza prefrontal, responsable del control ejecutivo. Esto se traduce en menos autocontrol, más errores y una reactividad emocional más intensa ante situaciones menores.

Este deterioro no siempre es evidente de manera inmediata. A veces se manifiesta como irritabilidad, bajo rendimiento laboral o una sensación constante de «cansancio mental» que parece no desaparecer nunca, aunque se descanse más una noche puntual.

Cuántas horas se debe dormir realmente y qué pasa si no se logran

El consenso entre especialistas es claro: dormir menos de siete horas de manera frecuente perjudica la salud cerebral. Aunque el cuerpo puede «aguantar» algunas noches cortas, la acumulación de privación parcial tiene efectos comparables a pasar una noche entera sin dormir.

Con seis horas de sueño o menos por noche, se ha observado una caída progresiva en el rendimiento cognitivo, que no siempre es percibida por quien lo padece. Es decir: creemos que funcionamos bien, pero nuestro cerebro ya está fallando.

Amen subraya que no se trata solo de la cantidad, sino también de la calidad. Dormir ocho horas interrumpidas constantemente no ofrece los mismos beneficios que un descanso profundo y continuado de siete horas.

Recomendaciones del Dr. Amen para mejorar el descanso

Daniel Amen sugiere una serie de hábitos sencillos que pueden mejorar significativamente la calidad del sueño. Uno de los más curiosos es la llamada «puesta de sol digital»: apagar pantallas y dispositivos al menos una hora antes de ir a dormir. La luz azul, dice, interfiere con la producción de melatonina, la hormona del sueño.

Otra práctica útil es escribir un diario de preocupaciones. Anotar pensamientos antes de ir a la cama puede ayudar a liberar la mente y reducir el insomnio causado por la ansiedad anticipatoria.

Amen también recomienda mantener una rutina constante, evitar el consumo de cafeína por la tarde y reducir la exposición a luces intensas durante la noche. La clave es preparar el cuerpo, y sobre todo el cerebro, para entender que es hora de descansar.

¿Puede el insomnio aumentar el riesgo de demencia?

Aunque todavía se estudia el vínculo exacto, muchos estudios han mostrado que el mal sueño se asocia con un riesgo más alto de desarrollar enfermedades neurodegenerativas. Dormir mal, especialmente a largo plazo, puede contribuir a la acumulación de proteínas tóxicas en el cerebro.

Daniel Amen advierte que dormir poco «no solo te hace más olvidadizo hoy, sino que te puede preparar para un futuro de deterioro cognitivo». Aunque no se puede afirmar que la falta de sueño sea la causa directa del Alzheimer, sí se reconoce como un factor de riesgo importante.

Especialmente, la combinación de mal sueño crónico, estrés y mala alimentación parece formar un cóctel peligroso para la salud cerebral. Tomarse el descanso en serio es, por tanto, una medida preventiva y no solo un lujo ocasional.

Dormir no es un lujo: es una inversión cerebral

El descanso no debería considerarse una concesión, sino una necesidad fisiológica con repercusiones directas en nuestra mente. Como advierte Daniel Amen, «si no tienes tiempo para dormir, tendrás que tener tiempo para reparar».

Dormir bien no es solo un privilegio para quien tiene tiempo libre. Es una responsabilidad que cada persona tiene consigo misma. Compartir esta información, cuidar nuestras rutinas y consultar a un profesional ante señales de insomnio persistente puede marcar una diferencia duradera en nuestra salud.

¿Y tú, duermes lo suficiente para cuidar tu cerebro? Comparte este artículo y empieza hoy a priorizar tu descanso.

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