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Isabel Belaustegui, médica: «Una ensalada en la noche puede hacer más daño que bien»

La doctora Isabel Belaustegui cuestiona los dogmas de la nutrición moderna. Defiende la flexibilidad metabólica, denuncia los errores más comunes en la mesa y propone combinaciones más sencillas. Lejos de las dietas milagrosas, asegura que la clave es escuchar al cuerpo, respetar sus ritmos y apostar por alimentos de calidad.

Una visión diferente de la nutrición

Para la doctora Isabel Belaustegui, especialista en nutrición y salud metabólica, el gran error de nuestra época ha sido convertir la alimentación en un conjunto de reglas rígidas. Según explica, muchas de las recomendaciones tradicionales se basan en modelos obsoletos que no tienen en cuenta la realidad actual de la vida moderna.

La conocida pirámide nutricional, por ejemplo, es para ella un concepto “cuestionable” porque no se adapta a las necesidades individuales ni a la ciencia más reciente. En sus entrevistas, insiste en que no todos los cuerpos responden igual a los mismos alimentos y que las recomendaciones deberían ser más personalizadas.

Su propuesta es clara: enseñar a recuperar la flexibilidad metabólica, es decir, la capacidad de utilizar tanto la grasa como la glucosa como fuente de energía según las circunstancias. Para Belaustegui, esta habilidad natural se ha perdido en gran parte por el exceso de productos ultraprocesados y por los horarios de comidas cada vez más alejados de los ritmos biológicos.

La combinación ideal de alimentos

Uno de los mensajes que más ha repetido es que no todas las mezclas alimenticias son favorables. Comer raciones grandes de ensalada cruda a la hora de cenar, por ejemplo, puede convertirse en una carga digestiva en lugar de ser una elección ligera.

Su recomendación es sencilla pero contundente: combinar una proteína de origen animal con una verdura. Esta fórmula, que puede parecer simple, ofrece varios beneficios. La proteína aporta saciedad y nutrientes esenciales, mientras que la verdura facilita la digestión y evita picos de glucosa.

Cenar justo antes de dormir es un castigo para las mitocondrias”, advierte. Por eso, insiste en que las cenas deberían ser moderadas y fáciles de metabolizar, lejos de los platos abundantes que aún se consideran normales en muchos hogares.

Errores frecuentes en la mesa

La doctora también señala varios hábitos erróneos que se repiten a menudo en nuestra cultura alimentaria:

  • Cenar demasiado tarde: el cuerpo ya no tiene tiempo suficiente para procesar adecuadamente la comida antes del descanso nocturno.
  • Confundir ensalada con cena ligera: una gran mezcla de vegetales crudos, a última hora, puede sobrecargar el sistema digestivo.
  • Abusar de los hidratos refinados: el pan blanco, la pasta industrial y los dulces nocturnos alteran la glucosa y afectan el sueño.
  • Pensar en calorías y no en calidad: más importante que contar números es elegir ingredientes reales, poco procesados y con nutrientes de calidad.

Belaustegui recuerda que la modernidad ha alterado la manera en que comemos. Hoy ingerimos alimentos con horarios irregulares, bajo estrés y sin atención plena, lo que afecta directamente la salud digestiva y metabólica.

Flexibilidad metabólica y longevidad

Un concepto clave en su discurso es la flexibilidad metabólica. El organismo humano está diseñado para alternar entre diferentes combustibles, pero el exceso de azúcar y la disponibilidad constante de comida han atrofiado esta capacidad.

Recuperarla no solo ayuda a mantener un peso saludable, sino que también mejora la energía, el rendimiento intelectual y la prevención del envejecimiento prematuro. Belaustegui subraya que entrenar el cuerpo para funcionar en diferentes escenarios energéticos es una de las mejores inversiones en salud a largo plazo.

Habla incluso de los beneficios de prácticas como el ayuno intermitente, siempre que se haga de manera supervisada y adaptada a cada persona. Este tipo de estrategias, asegura, devuelven al organismo la agilidad perdida y favorecen un envejecimiento más saludable.

Recomendaciones prácticas para el día a día

Más allá de las teorías, la doctora ofrece consejos concretos que se pueden aplicar sin grandes sacrificios:

  • Elegir proteínas de calidad: huevos de gallinas camperas, pescado fresco o carnes magras en lugar de productos procesados.
  • Acompañar siempre con verduras: cocidas, al vapor o salteadas, mejor que grandes ensaladas nocturnas.
  • Respetar los horarios: cenar temprano y ligero para permitir que el organismo descanse y se repare durante la noche.
  • Priorizar alimentos reales: huir de etiquetas llenas de ingredientes y apostar por lo simple y reconocible.
  • Escuchar al cuerpo: cada persona debe observar cómo se siente después de comer ciertos alimentos y ajustar su dieta en consecuencia.

En su visión, no se trata de imponer dietas milagrosas ni de demonizar categorías enteras, sino de recuperar un sentido común alimentario que se ha perdido entre tendencias y mensajes contradictorios.

Comer bien para vivir mejor

La voz de Isabel Belaustegui se suma a la de otros especialistas que piden repensar la manera en que comemos. Su propuesta, lejos de complicar la mesa, invita a simplificarla: menos mezclas, más calidad y horarios respetuosos con el cuerpo.

En un tiempo donde la información abunda pero las certezas escasean, su mensaje aporta un enfoque reflexivo y práctico. Quizás la clave no sea contar calorías ni seguir la última dieta de moda, sino elegir con cuidado qué ponemos en el plato y cuándo lo hacemos.

La vida moderna nos ha hecho perder hábitos que antes eran saludables”, recuerda. Y quizás la mejor manera de recuperarlos sea volver a lo esencial: una proteína, una verdura y un horario sensato.

Cuidar la salud comienza en la mesa

La propuesta de Isabel Belaustegui nos invita a preguntarnos: ¿qué combinaciones de alimentos estamos eligiendo cada día? ¿Escuchamos nuestro cuerpo o solo seguimos costumbres? La próxima vez que prepares la cena, quizás sea suficiente con recordar esta fórmula sencilla: proteína de calidad y verdura fresca. Una elección humilde, pero poderosa, para cuidar la energía y la salud a largo plazo.

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