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Asun González, bióloga: «Los protectores de estómago como el omeprazol arruinan la digestión, no la mejoran»

Según ella, los protectores gástricos como el omeprazol no solo no ayudan a hacer la digestión, sino que la perjudican. Su análisis cuestiona un hábito extendido entre millones de personas.

El omeprazol y otros inhibidores de la bomba de protones (IBP) se recetan —y se consumen— con frecuencia como “protectores” del estómago. Pero según González, esta etiqueta es engañosa: estos fármacos alteran el pH del estómago y pueden afectar gravemente la microbiota intestinal, interfiriendo en una digestión saludable.

¿Qué son realmente los “protectores gástricos”?

En la práctica médica, fármacos como el omeprazol, el pantoprazol o el esomeprazol se utilizan para tratar patologías específicas: úlceras gástricas, esofagitis, reflujo gastroesofágico o gastritis severa. Actúan inhibiendo la producción de ácido clorhídrico en el estómago, lo que ayuda a aliviar síntomas y favorecer la curación de lesiones.

Sin embargo, su uso se ha extendido mucho más allá de estos casos. Hoy en día, muchas personas los toman por precaución, antes de una comida copiosa o al iniciar un tratamiento con antiinflamatorios. Se les conoce como “protectores de estómago”, un sobrenombre que, según González, distorsiona su verdadero efecto.

“Decir que el omeprazol protege el estómago es como decir que taparse la boca protege de las malas digestiones”, ironiza la bióloga, especializada en microbiota intestinal. Para ella, el problema no es tanto el fármaco en sí, sino el uso indiscriminado y prolongado sin supervisión.

La voz crítica de Asun González

Desde su perfil divulgativo y en intervenciones públicas, Asun González ha alertado sobre las consecuencias poco visibles del uso habitual de IBP. Una de sus principales críticas es que, al reducir el ácido del estómago, estos medicamentos comprometen la primera línea de defensa del sistema digestivo.

“El ácido gástrico no está ahí por casualidad. Sirve para descomponer los alimentos, eliminar bacterias nocivas y activar enzimas. Si lo bloqueas crónicamente, todo el sistema se desequilibra”, explica González.

Ella no niega que haya situaciones médicas donde los IBP sean útiles. Lo que rechaza es su uso como “comodín digestivo” o como escudo preventivo sin un diagnóstico claro. Según su opinión, este hábito ha generado una desconexión con las señales del cuerpo y una falsa sensación de seguridad.

De la acidez a la disbiosis: efectos del omeprazol

Entre los efectos secundarios que González y otros especialistas señalan, destaca la alteración de la microbiota intestinal. El estómago actúa como barrera natural contra microorganismos. Si se reduce su acidez, aumenta la probabilidad de que bacterias indeseables sobrevivan y lleguen al intestino.

Esto puede favorecer la proliferación bacteriana en el intestino delgado (SIBO), una condición cada vez más diagnosticada. Además, el uso prolongado del omeprazol se ha relacionado con déficits de nutrientes esenciales como el magnesio, el calcio o la vitamina B12, al interferir en su absorción.

En palabras de González: “Los supuestos protectores arruinan la digestión porque alteran la química natural del sistema digestivo. No ayudan, la empeoran.”

Alternativas naturales: enzimas y hábitos

Ante este panorama, González propone cambiar el enfoque: en lugar de recurrir a fármacos para suprimir los síntomas, plantea mejorar la digestión desde la raíz. ¿Cómo? Con enzimas digestivas específicas y modificaciones en los hábitos alimentarios.

Las enzimas ayudan a descomponer mejor los alimentos y pueden ser útiles en momentos puntuales, como comidas abundantes, cenas tardías o situaciones de estrés. También pone énfasis en la importancia de masticar bien, no comer con prisas y evitar el exceso de alimentos ultraprocesados.

Una buena digestión no comienza en el estómago, comienza en la boca y en cómo nos relacionamos con la comida”, afirma.

Uso responsable y supervisión médica

El mensaje de González no es una cruzada contra la medicina, sino una invitación a repensar cómo y por qué tomamos determinados medicamentos. El omeprazol y sus derivados pueden ser necesarios en contextos clínicos bien definidos. Lo que se critica es el automatismo con que se recetan y consumen.

Algunas guías médicas recomiendan limitar el uso de los IBP a períodos concretos y revisar periódicamente su necesidad. Sin embargo, la falta de información y la búsqueda de soluciones rápidas hacen que muchas personas los mantengan en la rutina diaria durante meses o años.

González insiste en la necesidad de contar con profesionales formados en salud digestiva integrativa. Y anima a los pacientes a preguntar, informarse y no asumir que más fármaco siempre es mejor.

Un cambio de mentalidad digestiva

Cambiar el discurso sobre los “protectores de estómago” implica también cambiar la relación con el cuerpo. Para Asun González, esto pasa por escuchar más los síntomas, cuidar la microbiota y respetar el equilibrio del sistema digestivo.

“Los protectores gástricos no existen, yo los llamo estropeadores gástricos”, resume con contundencia. Una frase provocadora que resume su postura y abre un debate necesario.

¿Y tú? ¿Qué papel juega el omeprazol en tu día a día? Comparte tu experiencia, consulta a tu profesional de salud y redescubre la digestión desde otro lugar.

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