El informe anual de la OCU revela diferencias significativas entre ciudades y cadenas de supermercados.
¿Dónde se paga más y por qué?
Una misma compra puede costar cientos de euros más según el supermercado o la ciudad.
Este año, según la OCU, las diferencias superan los 1.000 € anuales entre el más barato y el más caro.
Cataluña se posiciona como una de las regiones menos competitivas en precios.
¿Qué dice exactamente el informe de la OCU?
Cada año, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) elabora un estudio detallado sobre los precios en los supermercados de todo el Estado. En la edición de 2025, la investigación ha analizado 173.000 precios de 236 productos en más de mil establecimientos.
El dato más destacado es el ahorro potencial anual, que puede llegar hasta los 1.132 € si se elige el supermercado más barato en lugar del más caro. Esta cifra varía según la ciudad y la cadena, pero revela una realidad preocupante: la desigualdad de precios es estructural.
En el ranking de ciudades más baratas destacan Vigo, Ciudad Real y Almería, mientras que entre las más caras aparecen Barcelona, Castelldefels y Cerdanyola del Vallès. Todas ellas ubicadas en Cataluña.
Además, la OCU ha identificado las cadenas más económicas (como Dani, Family Cash o Alcampo) y las más caras, entre las que se encuentran Sorli Discau —una cadena catalana—, Supercor y Sánchez Romero.
Cataluña en el punto de mira: ¿por qué es más caro comprar aquí?
Los datos revelan una tendencia clara: diversas ciudades catalanas se encuentran entre las menos asequibles del país. No se trata solo de Barcelona capital, conocida por su alto costo de vida, sino también de municipios como Castelldefels o Cerdanyola, donde el precio medio de la cesta supera ampliamente la media estatal.
Una de las explicaciones más señaladas es la concentración de cadenas premium o de gama media-alta, que operan en zonas con un perfil socioeconómico elevado. La presencia dominante de supermercados como Sorli o Caprabo, con menos margen para ofertas agresivas, limita la competencia.
A esto se suma un fenómeno localista: muchas familias priorizan el comercio de proximidad, aunque esto implique pagar más. Este comportamiento, aunque loable por el apoyo al pequeño comercio, reduce el efecto disciplinador de la competencia en los precios.
Finalmente, también influye la disponibilidad física de opciones más económicas. Supermercados como Family Cash o Dani, que lideran el ranking de ahorro, tienen poca o nula presencia en Cataluña, lo que restringe las opciones reales de los consumidores.
La letra pequeña de los descuentos: promociones que no ahorran
Otro aspecto clave que destaca la OCU este año es la ineficacia o falsedad de muchas promociones. Aunque los supermercados parecen más activos que nunca en campañas 2×1, descuentos del 50% o bonos ahorro, la organización denuncia que en muchos casos estas «ofertas» no benefician realmente al consumidor.
Una de las prácticas más extendidas es subir el precio base justo antes de lanzar la promoción. Así, un producto que costaba 2 € puede pasar a 2,50 €, para luego ofrecerse a «mitad de precio», generando la sensación de ahorro cuando en realidad el consumidor acaba pagando lo mismo o incluso más.
Además, algunas cadenas utilizan etiquetas llamativas sin indicar claramente las condiciones de la oferta, o limitan la aplicación a una selección mínima de productos. Esto genera confusión y desinformación, y en regiones donde las diferencias de precio ya son altas —como Cataluña—, aumenta la frustración de la ciudadanía.
¿Qué pueden hacer los consumidores catalanes?
A pesar de este panorama, los consumidores no están indefensos. La OCU recomienda diversas estrategias para optimizar el gasto sin renunciar a la calidad:
- Comparar precios entre cadenas y tiendas del mismo barrio.
- Utilizar aplicaciones móviles para seguir los precios.
- Planificar la compra y evitar los impulsos innecesarios.
- Leer bien las condiciones de las promociones antes de aplicarlas.
Además, es importante mantener una actitud crítica ante la publicidad y exigir transparencia en las políticas de precios. Si suficientes consumidores reaccionan ante las prácticas abusivas, las cadenas podrían verse obligadas a adaptar sus estrategias.
En Cataluña, donde el costo de vida ya es elevado, este tipo de medidas puede representar la diferencia entre llegar o no a fin de mes para muchas familias.
Más caro, menos justo
En una economía tensionada, los precios en el supermercado se han convertido en un reflejo de las desigualdades territoriales. Las diferencias no se explican solo por factores logísticos o fiscales, sino también por decisiones empresariales y políticas públicas locales.
Cataluña, una de las comunidades con más renta per cápita, también es una de las que ofrece menos margen para el ahorro cotidiano. Esto no solo afecta a los hogares con ingresos bajos, sino que limita la competitividad del mercado en conjunto.
Como consumidores, tenemos margen de actuación: comparar, elegir, exigir.
¿Es posible cambiar el rumbo del mercado desde la cesta de la compra?