El Tanghulu ha salido de las calles de China para conquistar cocinas y pantallas de todo el mundo.
Pero detrás de este dulce tan fotogénico se esconde una tradición milenaria… y algunos riesgos sorprendentes. ¿Vale la pena probarlo en casa?
Del mercado al algoritmo: cómo el Tanghulu se hizo viral
Basta con un vídeo con sonido ASMR para entender el fenómeno. Una mano sostiene una brocheta con fresas brillantes, cubiertas por una capa de azúcar que se rompe con un crack perfecto al morderla. Esta imagen, repetida en miles de cuentas, ha convertido al Tanghulu en el nuevo dulce estrella de TikTok.
La etiqueta #Tanghulu ya supera los cientos de millones de visualizaciones. Usuarios de todo el mundo muestran sus intentos —a veces fallidos, a veces brillantes— para recrear el dulce asiático. El sonido del caramelo al romperse, la estética brillante y la variedad de frutas elegidas lo han convertido en el postre preferido de la generación Z.
Una tradición de siglos que nació por amor
Aunque ahora lo vemos en versión kawaii, el Tanghulu tiene raíces profundas en la cultura china. Su nombre original es bingtang hulu (冰糖葫芦), y se traduce como “calabaza de azúcar cristalizado”.
Según leyendas de la dinastía Song (960‑1279), un médico curó a la concubina de un emperador dándole frutas cubiertas con azúcar cada día. Desde entonces, se popularizó como un remedio dulce y terminó convirtiéndose en golosina callejera.
Tradicionalmente, se hacía con bayas de espino chino, y se vendía en brochetas en los mercados del norte del país. Era símbolo de invierno, infancia y paseos por los barrios antiguos. Hoy, se adapta a los nuevos tiempos.
Fresas, uvas… e incluso kiwi: el Tanghulu evoluciona
Aunque en China aún se encuentra a menudo en su forma clásica, en las redes sociales se ha transformado. En lugar de espino, los tiktokers prefieren fresas, uvas, rodajas de kiwi, cubos de mango o incluso arándanos.
El proceso parece sencillo: fruta ensartada, azúcar fundido y un enfriamiento rápido para lograr esa capa crujiente. Pero los detalles marcan la diferencia. Si el caramelo no alcanza la temperatura adecuada, el resultado puede ser un desastre pegajoso… o quemaduras.
Por eso, algunos vídeos muestran “fails” tan virales como los éxitos. Fruta quemada, caramelo que no endurece, utensilios destruidos. La cocina se convierte en laboratorio… o campo de batalla.
Un dulce peligroso: el lado oculto del Tanghulu casero
La fiebre del Tanghulu ha encendido alarmas entre médicos y pediatras. Varias clínicas en EE.UU., Australia y Europa han informado de quemaduras graves por azúcar fundido, especialmente en niños y adolescentes que intentan prepararlo en casa.
El azúcar debe alcanzar los 150 °C para cristalizarse correctamente, y su manipulación sin la protección adecuada puede provocar lesiones profundas. El agua no elimina el calor, y muchos desconocen las medidas de primeros auxilios necesarias ante este tipo de quemaduras.
Algunos centros han informado incluso de la necesidad de injertos de piel, recordando que el caramelo caliente puede ser tan peligroso como el aceite hirviendo. El boom ha llevado a especialistas a pedir más educación sobre seguridad en las redes sociales.
De golosina callejera a icono global: ¿qué nos enseña el Tanghulu?
El Tanghulu no solo es un postre fotogénico. Es un ejemplo perfecto de cómo las tradiciones viajan, mutan y se resignifican en la era digital. Lo que fue un remedio imperial, se convirtió en golosina popular y ahora, en contenido viral.
Nos invita a preguntarnos hasta qué punto entendemos lo que imitamos. ¿Sabemos hacer Tanghulu, o solo queremos el vídeo perfecto? ¿Conocemos su historia, o solo su brillo?
También nos recuerda que la globalización cultural puede ser tan dulce como peligrosa. Y que detrás de cada tendencia hay un mundo de significados que vale la pena explicar.
Dulce, crujiente… y con historia: ¿te atreverías a hacer Tanghulu en casa?
El Tanghulu ha cruzado fronteras y generaciones. Desde los mercados de Pekín hasta los vídeos de TikTok, su camino ha sido tan brillante como el caramelo que lo recubre.
¿Te animarías a prepararlo? Si es así, infórmate bien, toma precauciones y, sobre todo, disfruta del sabor con respeto por su origen. Porque cada bocado también es una historia.
¿Ya has probado el Tanghulu? Comparte tu experiencia o tus antojos. Y si te ha gustado este artículo… ¡envíalo a quien aún no ha escuchado su crack!