El clima mediterráneo se caracteriza por muchísimas cosas, una de ellas, son las sequías recurrentes como la que está viviendo Cataluña los últimos meses. Este hecho lleva, a la larga, a pensar en alternativas de racionamiento y uso del agua dulce por todo tipo de usos, sobre todo de cara al regadío. Esta fue la idea principal de la empresa catalana Seawater Irrigation que después de años de investigación ha conseguido desarrollar un sistema viable de regadío con agua de mar, que permite ahorrar muchos litros de agua en la hora de regar.
Esta idea, a priori, puede echar atrás, puesto que tradicionalmente el exceso de salinidad acaba matando a las plantas y hortalizas. Ahora bien, la empresa y lo Centro de Investigación en Seguridad y Control Alimentario (CREZCA) de la UPC han conseguido revertir esta situación creando un sistema freático con capilaridad para regar sin acabar con las plantas. La solución ha sido el desarrollo de una capa de tierra que actúa como filtro de la sal e impide que llegue agua de mar a las plantas e impida su muerte, según explica el director de proyectos de la compañía, Oriol Arnal, y su gerente, Àlex Badrena. Ahora bien, hay que apuntar que, de momento, esta empresa ha conseguido desarrollar esta técnica para la jardinería y todavía está en proceso para adaptarlo al cultivo de vegetales.
En este punto surge otro problema, si la sal se acumula en una capa del suelo, el problema será el mismo que antes, el que pasa que llegará más tarde. Para evitar este problema, la empresa catalana ha conseguido que esta nueva capa se pueda desalinizar con agua dulce. Esto no quiere decir que cada semana tengas que regar recurrentemente con agua dulce, antes al contrario, se acostumbra a limpiar con la misma agua de la lluvia, incluso si llueve una vez al año. La prueba está en el hecho que la compañía instaló su sistema de reguera en el jardín del Centro de Estudios Joan Maragall de Badalona ya hace cinco años y el jardín todavía es muy verde.
En cuanto al precio de su instalación, Arnal explica que depende mucho del terreno donde se sitúe el terreno. Como cifra aproximada, asegura, serían entre 100 y 250 euros por metro cuadrado. Esta cifra, que a priori es elevada, se le tiene que descontar el coste del agua dulce usada para regar. Además, el director de proyectos de Seawater Irrigation recuerda que cuanto más lejos del mar esté el terreno, más cara es la infraestructura. En esta línea recuerda que no sería el mismo situar el jardín en una ciudad de costa que, por ejemplo, a Madrid y el precio se puede disparar.
La punta del iceberg
Esta prueba piloto en Badalona, aseguran Badrena y Arnal, es solo «la punta del iceberg» de sus investigaciones, puesto que actualmente están investigando ya como trasladar su tecnología a jardines más grandes y al de un huerto convencional. De hecho, su idea es trasladar la tecnología a todos los ámbitos posibles del sector del regadío, aunque admiten que para llegar a este punto todavía quedan muchos años de investigación e investigación.
En este sentido, los dos aseguran que actualmente están buscando realizar una segunda prueba piloto en el sector de la jardinería en un espacio público para certificar definitivamente que la tecnología es viable, de momento parece que la ubicación más viable será Playa de Aro. Además, en cuanto al sector de la huerta, Arnal y Badrena también comentan que están buscando una ubicación para hacer otra prueba piloto. Conseguirlo, asegura Badrena, daría «mucha credibilidad al proyecto» de cara a los clientes. De hecho, asegura que ya han hablado con varios gobiernos que estarían interesados a adquirir el sistema de reguera catalana, como Cabo Verde, Perú o incluso China.
Y la inversión?
Uno de los problemas para muchas empresas, sobre todo si gran parte de su negocio está vinculado a la investigación, es su financiación. En este apartado, Badrena asegura que en los últimos años han recibido un gran apoyo de Pimec y han intentado optar a varias ayudas europeas, aunque no han conseguido recibirlas. Aun así, se muestra confiado que el proyecto acabará a buen puerto, ya sea gracias a ayudas públicas, su prioridad, o a fondos privados.
En cuanto a las administraciones públicas, Baderna ha lamentado que hace más de dos años que están en contacto con el Departamento de Acción Climática, pero que todavía no han podido concretar ningún espacio para llevar la primera prueba piloto conjunta para testar su tecnología. Ante la situación, pero ha asegurado que también valoran buscar contactos con otras administraciones del territorio español o varios municipios catalanes.
Ahora bien, de cara a los privados, asegura Badrena, quizás es mucho más complicado de entrar, puesto que este nuevo sistema supone un cambio radical de mentalidad y de sistema de regadío. Aun así, cree que con la sequía actual, más de un privado podría optar por su sistema ante las más que probables restricciones para regar.
