Lavar la ropa, cocinar o una ducha de agua caliente. Tres necesidades básicas que la crisis de la vivienda que travesía Cataluña han convertido en una «odisea» por algunas personas, las que viven en habitaciones realquiladas, una alternativa cada vez más extendida entre la población que no se puede hacer cargos de los costes de la vivienda. De hecho, Cáritas alerta que este derecho esencial “se está vulnerando” y asegura que cada vez hay más personas que se encuentran en situación «de exclusión residencial» que son incapaces de mantener o acceder a un hogar digna: «A menudo son un padre, una madre y criaturas, todas compartiendo pocos metros cuadrados«, argumenta la responsable de la Realidad Social de Cáritas Diocesana de Barcelona, Míriam Feudo.
Para hacer frente a la emergencia habitacional, una alternativa que se ha empezado a extender es realquilar habitaciones. El problema, que a menudo las condiciones son «abusivas». Este es, por ejemplo, el caso de Isabel Garcia, una mujer de 64 años que vive de realquiler con su hija y su nieta. Garcia explica en conversación con la Agencia Catalana de Noticias (ACN) que cada semana, los jueves concretamente, se desplaza desde Hospitalet de Llobregat hasta Cornellà -donde se encuentra uno de los espacios polivalentes que ha habilitado Cáritas- con un carro de la compra lleno de ropa para poder hacer la colada, puesto que no puede cubrir esta necesidad básica a casa suya: «Es una odisea». Según relata Míriam Feudo, la situación en que se encuentra Garcia es la realidad con que conviven muchas personas que realquilan habitaciones: «Les establecen un horario para usar el lavabo o la cocina, no les permiten encender la lavadora siempre que los hace falta, les impiden ducharse con agua caliente o, incluso, hacer uso de la electricidad«, exclama Míriam Feudo.

Vivir dentro de una habitación
Isabel Garcia llegó al barrio del Torreón del Hospitalet hace poco más de un año procedente del Perú para reencontrarse con su hija, que marchó de su país de origen hace tres años en busca de nuevas oportunidades. Desde entonces vive en una habitación realquilada con su familia: «El primero que nos dijeron fue que solo podíamos poner en marcha una lavadora y que teníamos que tener cura con el agua que gastábamos para ducharnos porque se tendría que pagar todo», explica. Todo y las condiciones, pero, también admite que ha tenido «suerte» porque la propietaria del inmueble donde vivo «es buena mujer» y los deja usar algunas de las zonas comunes del piso.
La historia de esta hospitalenca es similar a la de otros muchos ciudadanos que han dejado atrás su país de origen en busca de nuevas oportunidades para ayudar a sus familias, muchas de las cuales no han podido viajar hasta Cataluña. Según la responsable de Cáritas, más de 50.000 de los ciudadanos que la entidad atiende en toda Cataluña está viviendo en habitaciones realquiladas. De hecho, a la delegación de la capital catalana, el volumen de personas que se encuentran en esta situación supone el 51% del total de usuarios que contactan con ellos. Para paliar las carencias estructurales de la vivienda, la responsable de realidad social de Cáritas considera que hay que endurecer las políticas hacia esta cuestión para ayudar a los colectivos vulnerables: “Se tienen que cubrir las emergencias y trabajar con mirada en corto, medio y largo plazo”, apunta Míriam Feudo, que considera que es un error la propuesta del gobierno municipal de Barcelona para limitar a seis meses la temporalidad de los recursos habitacionales de emergencia: «No se pueden ir reduciendo los recursos porque hoy en día la emergencia supera las necesidades y todas las listas de espera y recursos disponibles», concluye.