Hace más de un año y medio, desde el infausto enero de 2024, que Grifols busca volver a tomar las riendas del mercado. El ataque bajista que supuso el informe del fondo especulador Gotham City Research, ahora cuestionado en tribunales en los Estados Unidos y el Estado español, hundió la cotización de la empresa -en los peores momentos, por debajo de los 8 euros, cuando se movía alrededor de los 15 a finales de 2023- y destrozó la confianza de los inversores. Los 18 meses posteriores, los valores de la catalana fueron centrifugados de muchas carteras a largo plazo, y el capital rotaba con fuerza, atraído por la elevada volatilidad en busca de rendimientos inmediatos. Tras un primer trimestre exitoso, con beneficios triplicados y un retorno a la generación positiva de caja ex-capex, la multinacional de hemoderivados quiere dejar atrás el peligro. La firma financiera XTB comentaba, a mediados de julio, que se comenzaba a notar un «cambio de relato»; una pérdida del miedo entre los capitalistas a apostar a largo plazo. Con las semanas, actores de peso han confirmado esta confianza: fondos relevantes, del nivel de Cobas o Azvalor, mantuvieron su presencia a principios de año, y ahora ven beneficios; mientras que JP Morgan Chase superó el 3% en abril, vislumbrando una estabilidad que, según fuentes financieras consultadas, ya estaría llegando. «Estamos llegando al momento en que la valoración de Grifols dependerá de sus fundamentales, y no de la crisis comunicativa», argumenta el jefe de inversiones de riesgo de TREA Capital, Xavier Brun, en conversación con Món Economia. Y los fundamentales, todo apunta, volverán a ser favorables en el segundo trimestre.
La compañía prepara su nota de cuentas para el próximo martes día 29, al cierre de mercado; y se encontrará con los inversores en una call justo después. Accionistas y expertos sostienen que la tendencia que ya se pudo ver el pasado mes de abril volverá a hacerse evidente en los primeros seis meses del año: «ingresos arriba, costos abajo y beneficios al alza», prevé Brun. También desde dentro del capital guardan esta confianza: así lo declara el presidente de la Asociación de Accionistas Minoritarios de la farmacéutica, Eduardo Breña, que contempla un «crecimiento en todas las magnitudes comparables» para el segundo período de 2025. De hecho, hay actores del mercado -el mismo JP Morgan- que aseguran que las estimaciones previas planteadas por la dirección son demasiado conservadoras, y que ya estos resultados pueden indicar que «superarán» el guideline para el curso.
A diferencia del primer parcial del año, desaparecerán de estos resultados algunos de los factores que podían distorsionar las ganancias de la compañía. En los cálculos hasta marzo aún aparecía reflejada, por ejemplo, la compra de los centros de plasma de Immunotek, que cargó el flujo de caja libre (FCF), lastrándolo desde los 209 millones positivos hasta números rojos. En adelante, sostiene Brun, «la visión es que la caja irá creciendo»; por la dinámica propia de la empresa. Su capacidad de recolectar y tratar el plasma, el producto básico de la cadena de valor de los hemoderivados, hace que «todo el ebitda, o casi todo, pueda ir a caja libre». Cabe recordar que esta era la gran exigencia del mercado, para comprobar si la estrategia de la nueva dirección era capaz de abordar el problema de endeudamiento que aún padece la catalana. El mejor rendimiento que se prevé en 2025, sin embargo, minimiza este agravio, en tanto que la ratio de apalancamiento -deuda/ebitda- se puede quedar entre el 4,5 y el 4,7x, lejos de los niveles que había alcanzado a principios de 2024, cuando se acercaba al 7x.

A contracorriente con los aranceles
El crecimiento previsto para Grifols cumple los patrones que los analistas próximos a la empresa pregonaban desde mediados de 2024: la desaceleración de la economía estadounidense ha rebajado sustancialmente los costos del plasma, disparados durante la pandemia por la baja oferta. Además, sus principales líneas de negocio se han mantenido sólidas: entre enero y marzo, las ventas de inmunoglobulina crecieron más de un 13%, mientras que las de la rama de diagnóstico -aún pequeña- ganaron más de cinco puntos. Solo las de albúmina dieron un paso atrás, bajo la presión de la regulación china; un conflicto que, según la misma empresa, «ya estaría resuelto», y no debería notarse en adelante. Brun elogia, además, las mejoras operativas que ha iniciado la nueva dirección, con el CEO Nacho Abia y el CFO Rahul Srinavasan al frente. Una «mejor gestión de las materias primas» ha permitido reducir el peso del working capital sobre el beneficio -es decir, el stock de plasma ya no supone un freno tan grande para los resultados netos-.
A diferencia de sus competidores, además, Grifols no está en peligro por la guerra arancelaria de Donald Trump. Los productos farmacéuticos, cabe recordar, no sufren aún ningún impuesto al comercio con los EE.UU.; pero la Casa Blanca ha indicado en varias ocasiones que pretenden establecer uno especialmente severo. En este sentido, la catalana parte con ventaja: con más de 300 centros de plasma en el mercado estadounidense -incluyendo Canadá-, no tiene que preocuparse por las tarifas. En comparación, su competencia tiene sustancialmente menos presencia en el país: la suiza Octapharma, por ejemplo, registra 190; mientras que Kedplasma, la filial estadounidense de la italiana Kedrion, solo tiene 70 -según los sitios web corporativos de ambas empresas-. Las últimas inversiones del gigante vallesano han sido en Europa; en Cataluña, más concretamente. La pasada semana, la multinacional confirmó la construcción de una nueva planta en Lliçà de Vall, que supondrá una inversión de 160 millones de euros.

Una acción «deprimida»
Los pequeños inversores han estado entre los defensores más vocales de la compañía; y celebran una «recuperación de la confianza del mercado en la empresa». Su tesis, sin embargo, es que los títulos permanecen, incluso con las subidas del último mes -más de un 20% este julio, que se eleva a cerca del 50% si se amplía el enfoque a todo 2025, hasta los 12,3 euros- está infravalorada. Varias casas de análisis ven una nueva normalidad en los niveles actuales; y, de hecho, identifican una resistencia próxima alrededor de los 12,7 euros, unos 40 céntimos por encima del nivel actual. Ahora bien, la lectura de los accionistas es que, de acuerdo con los fundamentales, los títulos deberían superar los 20 euros. El objetivo del consenso analítico los sitúa más cerca, por encima de los 16,2 euros -ya una escalada sustancial, de más del 30% respecto del cierre de mercado del pasado viernes. Para Brun, el objetivo está también por encima de los 20 euros, pero aún queda tiempo para alcanzarlo. A finales del ejercicio, observa el gestor de inversiones, «podría estar por encima de los 15».
Paz en el consejo
Las mejoras en el balance han ido acompañadas de un largo proceso de renovación de la gobernanza de la compañía, no exento de malestar con los accionistas; especialmente con los grupos de inversión activistas estadounidenses que han ganado posiciones desde la crisis de Grifols. Flat Footed y Mason Capital, ambos ya por encima del 3% del capital de la empresa, han chocado a menudo con el liderazgo previo al binomio Abia y Srinavasan, alrededor de la familia fundadora -a quien atribuyen parte de los fracasos de los últimos años, los problemas con Scranton o el sobreendeudamiento-. No es una visión que comparta el pequeño accionariado, que considera que «el contacto directo con la familia Grifols ha permitido mantener la confianza» incluso a lo largo de la batalla de Gotham. Aun así, Mason y Flat Footed han conseguido entrar en el consejo de administración, de la mano de Paul Herendeen, nombrado consejero independiente en la pasada junta de accionistas. El siguiente paso, como expresaron públicamente, era la destitución de Tomas Dagá, abogado de Osborne Clark y una de las figuras más próximas a los fundadores. Fuentes cercanas a estas firmas, sin embargo, confirman a Món Economia que el buen ritmo de los resultados ha diluido parte del conflicto. «Buscan una retirada más pacífica de la que pedían hasta ahora», reiteran las mismas voces; en tanto que «el primer objetivo, que era sanear la empresa y volver a generar caja, ya está conseguido». Así, el gobierno de Grifols retoma la normalidad a un ritmo similar al de sus cuentas.