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La clase política «no está preparada» para regular la IA

La inteligencia artificial es el centro de la cuarta revolución industrial. La capacidad de enseñar a las máquinas a gestionar y crear procesos con los inputs que les damos ha llegado a conseguir hitos inimaginables. Sin ir más lejos, en solo cuatro días la IA ya tenía 10 millones de usuarios, mientras que Facebook -la empresa líder en engagement– necesitó 10 meses. Es por eso, que los avances de la tecnología empiezan a presentarse como una amenaza en términos de competencia empresarial, una visión que los expertos descartan, pero sí que aseguran que el cambio afectará el mercado laboral. «Un proceso que antes hacía un número reducido de personas por un precio ahora lo pueden hacer trillones de personas inexistentes a coste cero», dice Aleix Valls, el CEO y fundador de LiquiD. Ante este cambio, son los mismos empresarios quienes remarcan las necesidades de nuevas regulaciones, pero temen que la clase política «no esté preparada» para liderar la revolución.

En el marco de la Reunión del Cercle d’Economia, los expertos han puesto sobre la mesa las bases del crecimiento exponencial que ha vivido la tecnología en los últimos años. «La inteligencia artificial existe desde los años 50, pero en el último año su nivel de competencia ha superado nuestras expectativas», explica Nuria Oliver, la cofundadora y vicepresidenta de la Fundación ELLIS. En este sentido, la introducción de nuevas herramientas como el ChatGPT han vuelto al centro de la cuestión la necesidad de regulaciones más estrictas en este sector. «El momento de preocupación llega cuando somos capaces de automatizar la creatividad«, dice Valls. Los expertos, pero, se muestran esperanzados y a pesar de que entienden que habrá cambios al mercado laboral, no sufren por la extinción por completo de algunos trabajos.

El caso de éxito chino

Es por eso, que coinciden al afirmar que la regulación del sector es muy importante para continuar avanzando. De hecho, Carlos Escapa, el AI/ML Global Business Development Lead de Amazon Web Service, pone China como ejemplo de éxito regulador. «Aprobaron la ley de ciberseguridad en 2017, la de protección de datos en 2021 y la de gestión de la IA generativa está pendiente de aprobación para este 2023″, dice el empresario, quien asegura que «están muy bien hechas». Sin embargo, los expertos también reconocen que no es una tarea de fácil ejecución, puesto que es muy complicado saber qué parámetros se pueden regular y qué no. Valls remarca la posibilidad de privatizar la propiedad intelectual, es decir, hacer pagar a los usuarios por aquellos contenidos que utilizan para hacer aprender las máquinas. «No sería tan extraño que en unos años, Google hiciera pagar por sus mapas, al fin y al cabo, el mejor mapa de España es propiedad de una empresa americana», remarca.

La discriminación como punto de mejora

Más allá de la regulación de la inteligencia artificial para paliar las consecuencias que podría tener al mercado laboral, los expertos también relatan los diferentes campos de mejora de esta tecnología. Oliver pone voz a un problema que todavía es muy vigente en los algoritmos de las herramientas inteligentes actuales: la discriminación. Si bien es cierto que ya hay un problema en la base educativa, es decir, muchos programadores son hombres blancos, cuando esto se traduce en lo machine learning, las máquinas aprenden a repetir patrones rutinarios basados en la percepción sesgada de las personas. En otras palabras, la subjetividad de un usuario en sus preferencias, hace que su móvil discierna de manera poco objetiva aquello que consume. «El entrenamiento con datos sesgados crea discriminación», recalca Oliver.

Otro de los puntos de mejora de esta tecnología es su nivel de aprendizaje, que todavía se encuentra en fases muy iniciales. Escapa recuerda que la inteligencia artificial con la cual se trabaja actualmente es muy rudimentaria y no tiene todas las respuestas. El experto la compara con un ciudadano que quiere dar las indicaciones adecuadas para llegar a un lugar, pero no tiene los conocimientos para hacerlo y te lleva por el camino equivocado. «Todavía no hemos llegado al punto donde las máquinas te pueden decir que simplemente no lo saben», lamenta Escapa, a pesar de que asegura que hay margen de mejora. Sin embargo, lejos tienen que quedar las reflexiones sobre el descontrol de esta tecnología, puesto que tal como él mismo define, «una tecnología fuera del control humano solo es un parámetro para la ciencia ficción».

Aun así, los expertos apuntan que la cuarta revolución no nos la podemos ahorrar y, por lo tanto, la voluntad política de mejora será clave por la mejora de todos estos aspectos, así como la implementación de medidas para poder regular un mercado que todavía es muy desconocido. Pero, sobre todo, los expertos remarcan la necesidad de educar a una sociedad que se encuentra ante un cambio drástico, pero necesario, de los modelos de producción: «Aquellos trabajadores que el 80% de su trabajo sea atender reuniones y contestar emails tenéis un problema, los que estáis ante una hoja en blanco para crear algo nueva tenéis un largo recorrido», sentencia Valls.

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