Emanciparse en Cataluña, pero también en el estado español parece cosa de ricos. El siglo pasado, los jóvenes podían marchar de casa con veintitantos años, con la seguridad de un buen trabajo y una bolsa de ahorros que los permitía acceder a un mercado de vivienda poco tensa. La realidad actual es muy diferente. Durante el segundo semestre de 2023 se observaba un incremento en la edad media de emancipación en el estado español, que se situó en los 30,4 años, mientras que en Europa la edad media era de 26,3 años. En otras palabras, los jóvenes actuales marchan de casa de media prácticamente cinco años más tarde que sus padres. De hecho, el mismo estudio revela que 7 de cada 10 jóvenes trabajadores -es decir el 70%- continúan viviendo en el domicilio familiar, puesto que su sueldo no llega a cubrir los gastos de vivir sol.
La tasa de emancipación -tal como concluye el informe del Observatorio de Emancipación, del Consejo de la juventud del Estado (CJE)- continúa subiendo en el segundo semestre de 2023, igual que en los primeros meses del año, y se sitúa en el 17,0%. Estos datos demuestran como la generación de jóvenes catalanes y españoles se está recuperando de la crisis de la pandemia, que afectó a todos los sectores. Ahora bien, los datos prepandémicos todavía son 1,6 puntos porcentuales más altas que las de este semestre. Por otro lado, tampoco se ve una mejora significativa con los datos de 2008, antes de que estallara la Gran Recesión, cuando la cifra se colocaba prácticamente en el 26% de los jóvenes. De este modo, la cifra aumenta, pero la gran mayoría de jóvenes prefiere continuar en casa sus padres en vez de emanciparse con el dinero justo. «Que una persona joven viva fuera del domicilio familiar no siempre significa que tenga unas buenas condiciones», asegura Andrea Henry, presidenta del CJE, quien añade que «es responsabilidad de las administraciones públicas dar una solución a la situación precaria de las personas jóvenes que nos vemos obligadas a salir de casa sobre-endentándonos».
En concreto, si hablamos de datos desglosados, no todo el conjunto de territorios del estado español sufrieron la misma subida. En este sentido, según los datos del estudio, el CJE lamenta que un total de cinco territorios del Estado (Islas Baleares, Extremadura, Región de Murcia, Navarra y La Rioja) el número total de personas jóvenes que se han emancipado en 2024 es más bajo que lo de 2023, el que corrobora que hay zonas donde lo mercado está todavía más tensado. En el caso catalán, la tasa es más alta que en el conjunto del Estado. Así pues, en 2024 un 20,6% de los jóvenes catalanes se independizaron, una cifra que destaca por sobre los otros territorios, como por ejemplo Extremadura, que se encuentra siete puntos porcentuales por debajo el territorio catalán.

La dicotomía entre precios en alza y sueldos bajos
La principal razón por la cual los jóvenes tardan más a emanciparse es la diferencia entre el precio de las viviendas de alquiler y los sueldos. Actualmente, el precio de las viviendas de alquiler es lo más alto de la historia: la media para un piso estándar se sitúa en 968 euros en el mes, 88 euros más que un año antes, es decir, un 10% más. Este dato por sí sola ya constata la gran tensión del mercado, donde no solo jóvenes, si no cualquier generación, tiene dificultades a acceder a la vivienda. Aun así, si el dato se compara con los sueldos de la juventud, todavía hay una brecha más grande. En este sentido, el precio del alquiler sube 2,5 veces más que los salarios de los jóvenes. Por si no fuera suficiente, el suministro de los hogares, que por norma general cuenta a cargo del locatario, también sube un 17,3% y se sitúa en los 163,61 euros el mes.
Así, si el salario medio de una persona joven era en el cuarto trimestre de 2023 de 1050,77 euros netos en 12 pagas, ni siquiera con todo su sueldo podría permitirse alquilar una vivienda en solitario. El que solo deja lugar al mercado de las habitaciones que, en muchos casos, es la opción más recomendada, pero no la preferida por los jóvenes. Además, la tasa de riesgo de pobreza subió un punto respecto de 2022, afectando tres de cada 10 personas jóvenes en el estado español. Un cálculo que reconoce que el 22,8% de las personas jóvenes trabajadoras también se encontraban en riesgo de pobreza en 2022. Una combinación de factores que, según confirma el estudio del CJE, augura un futuro incierto por los jóvenes y su estabilidad económica el que a la vez alarga la estancia a casa los padres.