Durante la doble legislatura de Ada Colau al frente de la Ayuntamiento de Barcelona s‘han llevado a cabo una serie de políticas que han generado un intenso debate en la sociedad catalana. Desde mi punto de vista, se tratan, en su mayoría, de medidas y decisiones que no han hecho más que poner trabas en la recuperación económica de la ciudad, limitando así el gran potencial que un enclave como la Ciudad Condal juega en nuestro país.
Un reciente estudio realizado por UrbanTUR afirma que Madrid ha superado Barcelona en el liderazgo de las ciudades españolas más competitivas en términos de turismo. La nuestra es una ciudad tremendamente rica turísticamente, un enclave único para el ocio, la cultura, el arte y la gastronomía. Sin embargo, se ha dejado avanzar el no saber sacar provecho a todo el potencial que se puede obtener de la Ciudad Condal. En este contexto, es importante destacar que esto no ha impedido en Barcelona continuar siendo un destino atractivo para la inversión, tanto nacional como internacional.
En la actualidad, la capital catalana se erige en una de las opciones preferidas para las grandes empresas en la hora de elegir destino para sus sedes o negocios. Sin embargo, la llegada de otro equipo de gobierno al Ayuntamiento abriría una nueva oportunidad para abordar estos problemas y plantear soluciones que permitan mejorar la calidad de vida de la ciudadanía, fomentando lo crecimiento económico, así como la competitividad de la ciudad. No tenemos que olvidar el enorme potencial y el gran atractivo turístico, cultural y empresarial de Barcelona. La clave de su progreso pasará por la implementación de políticas que aprovechen al máximo todos estos factores para asentar su posición como una de las ciudades más importantes de Europa.
Por todo esto, considero tan peligrosa una reelección de los comunes en el gobierno municipal. Cuatro años más con esta hoja de ruta y con las políticas actuales, podrían colocarnos en un punto de no retorno. Hay que dejar atrás propuestas como la construcción de superilles, que han tenido un impacto negativo en los comercios de proximidad, así como las constantes moratorias hoteleras, que han limitado la apertura de nuevos establecimientos y han desplazado a los grupos a zonas de segunda línea mucho menos atractivas.
Del mismo modo, podemos hablar también de la prohibición de abrir nuevos supermercados o agencias de viajes en el Eixample, o de la reducción casi total de la actividad en otras zonas como el Paseo Joan de Borbó. Por lo que respecta al residencial, la obligación de reservar el 30% de las nuevas promociones a viviendas de protección oficial ha generado una paralización en la actividad de las promotoras inmobiliarias, que se ha traducido, como es evidente, en un impacto negativo para el mercado de la vivienda y en el desarrollo de Barcelona.
El modelo actual no está explotando todo el potencial que tiene Barcelona. Una ciudad maravillosa, llena de vida y de oportunidades, pero las políticas adoptadas por el Ayuntamiento en los últimos años han generado grandes perjuicios, sobre todo, en su economía. La construcción de las superilles, las moratorias hoteleras o la prohibición de la apertura de nuevos negocios en ciertas zonas de la ciudad son solo algunos ejemplos.
Pasados tres años de la pandemia que paralizó todo, la actividad económica ha vuelto a la normalidad en Barcelona. A pesar de las subidas de tipos, la inflación y el clima de inestabilidad que rienda en la economía global, son cada vez más las empresas que quieren instalarse aquí. Existe mucho movimiento en el ámbito de compraventas, pero sin negocios, no hay comercio, y sin comercio nuestra economía no acabará de elevar.