El secretario general de la Unión General de Trabajadores en Cataluña, Camil Ros, ha lanzado un mensaje de «victoria parcial» en su discurso de balance de los últimos cuatro años durante la jornada de apertura del 17º Congreso de la organización. En una intervención que pone punto final a su segundo mandato como dirigente sindicalista -y a la espera de un tercero- el gerundense ha repasado un periodo en el que «se han conseguido más cosas que en las últimas décadas», en referencia a la reforma laboral, los aumentos progresivos del SMI o la reducción de la jornada laboral pactada con el ministerio de Trabajo de Yolanda Díaz. Lo hace, sin embargo, con la boca pequeña, ante los «retos» que, asegura, aún plantea el mundo del trabajo: a pesar de las victorias celebradas, lamenta, «hay gente que llega a fin de mes en peores condiciones que hace cuatro años»; una situación «insostenible» que, advierte, «abona el terreno para la extrema derecha».
En este sentido, Ros se ha detenido a «explicar» las buenas noticias sindicales de un ciclo acompañado por un ministerio de Trabajo que les ha sido enormemente favorable. Entre otras, ha destacado el aumento de los contratos fijos y la reducción de la temporalidad asociada a la reforma laboral, uno de los puntos clave para que «la economía haya aguantado» los embates de la pandemia y la crisis inflacionista iniciada en 2021. «Suerte de este marco, que no hemos tenido una recesión económica», argumenta el secretario general, en comparación con otros periodos convulsos de la historia económica del país. «Cuando vienen malas situaciones, lo primero que hacen las empresas es despedir a los trabajadores temporales», denuncia; hecho que no se ha consumado en el último ciclo, y que ha permitido, a su parecer, conservar unos niveles de demanda interna por parte de las rentas del trabajo que han sostenido el conjunto de la estructura productiva.
También ha puesto sobre la mesa las reformas en el ámbito del diálogo social, como los avances del rol de las entidades económicas en la conversación con la Generalitat. O los cambios de prioridad en la aplicación de los convenios colectivos, mediante los cuales los acuerdos sectoriales vuelven a prevalecer sobre los de empresa; hecho que otorga a la fuerza de trabajo un mejor fundamento negociador. Aun así, lamenta, las crisis se han ido sucediendo de la mano de unos «especuladores» que han intentado sacar provecho de situaciones inciertas. En los últimos años, tanto la UGT como CCOO han interiorizado las reclamaciones del movimiento por la vivienda, central en los agujeros económicos que aún sufren los trabajadores catalanes. «En los 90 nos decían que en alquiler debíamos gastar el 30% del sueldo, y ahora el umbral está en el 50% o más arriba», lamenta Ros; que apunta a una serie de «situaciones insostenibles», como la residencial, que sirven para crear un «terreno abonado para la extrema derecha». «Somos y siempre hemos sido un sindicato antifascista», ha sentenciado el secretario general, especialmente en los albores de la nueva administración Trump en los Estados Unidos.

«Unidad de acción»
Entre otras intervenciones de la mañana, ha destacado la del secretario general de las Comisiones Obreras, Javier Pacheco; que, en línea con la denuncia contra el nuevo mundo ultra que ha lanzado Ros, se ha mostrado muy crítico con la falta de pactos en el seno de las izquierdas, en referencia a la división en el Ayuntamiento de Barcelona para aprobar los presupuestos del alcalde socialista Jaume Collboni. «¿En qué demonios piensan las izquierdas para no construir puentes de entendimiento ante la ofensiva ultra?», ha interrogado Pacheco, alertando que «si el mensaje es que la izquierda solo bloquea las instituciones, alimentamos el embrión de la serpiente». Frente a esta ruptura institucional, el secretario general ha destacado la «unidad de acción» entre CCOO y la UGT, «uno de los pilares fundamentales de la democracia en nuestro país». En sus últimos meses al frente de la CONC, Pacheco ha lanzado un agradecimiento a la dirección sindicalista, con quien disfruta, subraya, de una «confianza cultivada y cuidada» para coordinar la acción sindical.