Las carreteras catalanas sufren las primeras colas y afectaciones por las protestas y las marchas lentas de los campesinos, que han cortado una decena de puntos clave del país para denunciar el abandono del sector. El Servicio Catalán de Tráfico (SCT) ha informado de retenciones en unas veinte carreteras catalanas, entre las cuales están la A-2 en Lleida, la GI-634 en Girona y la N-340 y la AP-7 en el Penedès. Los agricultores catalanes han decidido sacar los tractores a la calle para protestar contra el aumento de costes de producción, el exceso de burocracia y la mala planificación para luchar contra la sequía que afecta al país. Está previsto que centenares de tractores de Poniente, la Cataluña Central y Girona salgan a la calle en una jornada de movilizaciones que será una antesala de las protestas del 13 de febrero en la frontera francesa, el Puerto de Tarragona y Mercabarna y las del 21 de febrero en Madrid.
“El 2023 fue sobrecogedor y 2024 no va mejor. Los ánimos están muy tocados, la economía está muy tocada, empezamos a ver puntas de sobreendeudamiento en el sector agrario y ganadero, se dispararon los costes de producción”, lamentan desde Unió de Pagesos. Una de las protestas más multitudinarias ha sido la de Sant Fruitós de Bages (Bages), donde se han concentrado más de 400 tractores procedentes del Solsonès, el Berguedà, el Moianès, la Anoia y el Bages para cortar el Eje Transversal (C-25) y el Eje del Llobregat (C-16) a la altura de Sallent. Con el lema “Nuestro fin, vuestra hambre”, los campesinos aseguran que están “hartos” de que les ninguneen y han celebrado que por fin el sector se haya rebelado contra las políticas agrarias que amenazan su futurp, a pesar de que muchos consideran que van “tarde”.
El éxito de las protestas en Francia, donde los campesinos han conseguido doblegar al gobierno de Emmanuel Macron después de semanas de movilizaciones, han alentado a los agricultores catalanes. Este martes han montado cortes en la A-2 en Fondarella (Pla d’Urgell), la AP-7 en Medinyà (Gironès), la C-25 y la C-16 en Sant Fruitós de Bages (Bages), la C-17 en Vic (Osona) y Parets del Vallès (Vallès Oriental), la -N-340 en l’Aldea (Baix Ebre) —además de marchas lentas en Móra d’Ebre (Ribera de Ebro) hasta Gandesa (Terra Alta)—, en la N-260 en la Seu d’Urgell (Alt Urgell) y a la C-13 en Sort (Pallars Sobirà).
Los campesinos se hartan del abandono del sector
El campesinado catalán ha salido a cortar carreteras por el aumento de los costes de producción, que después no pueden repercutir en el precio de venta, y los graves efectos de la sequía. Después de meses de quejas y lamentos, la gota que ha colmado el vaso ha sido la imposición por parte de la Unión Europea de un cuaderno de campo digital, un documento donde se unifican los registros existentes de información agraria, indispensable para pedir ayudas europeas. Los agricultores cargan contra el gobierno español por haber “centrifugado” al sector el coste de la digitalización exigida por Bruselas. También reclaman que se elimine el abuso de posición que sufren los pequeños productores, que ahora están obligados a vender por debajo de precio de coste, y quieren planes estratégicos de la política agraria común (PEC) adaptados a la realidad mediterránea.