Los trabajadores autónomos, una pieza clave del tejido productivo catalán, forman un colectivo que en los últimos años ha experimentado varios cambios en su regulación. Sin embargo, continúan siendo reformas insuficientes para equiparar su situación con la de los trabajadores por cuenta ajena. En Cataluña, la pensión media del régimen especial de trabajadores autónomos es un 37% inferior a la del régimen general, una cifra que en diez años solo se ha reducido un punto porcentual, según los datos que el Consell de Treball, Econòmic i Social de Catalunya (CTESC) ha presentado esta semana en el informe Situación del trabajo autónomo en Cataluña para el 2024. En este informe se captura una realidad poliédrica sobre el universo de los autónomos, donde se observan algunos indicadores que apuntan a una vulnerabilidad estructural en cuanto a la protección social de este colectivo. Desde el sector se hace un llamado a avanzar hacia un modelo más equitativo para afrontar los retos estructurales que enfrentan los trabajadores autónomos.
Según detalla el informe, la pensión media de RETA en Cataluña se sitúa en 908,2 euros en el año 2024, mientras que en el régimen general era de 1.440,6 €. La diferencia es aún mayor si se observa solo la pensión por jubilación, donde la desigualdad entre los trabajadores autónomos y los del régimen general aumenta hasta el 38,5%. Este desequilibrio en la cantidad que se percibe se da a pesar de que la jubilación de los autónomos es a los 66,2 años de media, superior a los 65 de los trabajadores por cuenta ajena. Según Carles Mas, consejero de CTESC y ponente en este informe, apunta que la razón de estas pensiones más bajas se debe a que durante muchos años los autónomos han cotizado con la base mínima, un sistema que cambió en 2023 cuando se planteó que las contribuciones de los autónomos se concentraran en sus ingresos reales. En esta línea, asegura que “a medida que los autónomos que han cotizado con el sistema actual, mejorarán las pensiones y se reducirá la diferencia actual”, un proceso que cree que se podrá observar en 10 o 15 años. “La modificación del nuevo régimen especial de trabajo autónomo irá reduciendo la distancia entre estos dos grupos de trabajadores, pero muy lentamente”, afirma Elisabeth Bach, presidenta de autónomos Pimec. A pesar de la mejora que puede aportar el cambio al nuevo régimen, desde el sector aún se ve con ciertas reticencias que este sea el sistema que equipare cuestiones como las pensiones entre los trabajadores de régimen autónomo y el de régimen general. “Ya llevamos dos años donde las cotizaciones se hacen con los rendimientos reales, pero el informe afirma que la mayoría de personas afiliadas que trabajan por cuenta propia cotizan la base mínima. Esto significa que para muchos no era una opción su tramo de cotización, sino el que les corresponde”, explica Marta Sánchez, presidenta de la Organización de Autónomos de Cataluña (Autcat).

La brecha de género en los autónomos
El informe también destaca otra desigualdad que sufren los autónomos: la brecha de género, aún muy presente. Según el CTESC, la pensión media de las mujeres autónomas en Cataluña es de 769 euros, mientras que la de los hombres se sitúa en 1.064,7 euros —una diferencia del 27,7%. El informe señala que esta distancia viene determinada por las diferencias observadas en las pensiones de jubilación, las más relevantes tanto en cuantía como en número, donde el importe percibido por las mujeres es un 23,9% más bajo que el de los hombres.
En los datos analizados en el informe se apunta, en términos generales, a carreras de cotización más largas y con aportaciones más elevadas por parte de los hombres, lo que genera esta brecha de género en las pensiones. Aunque se espera que el nuevo régimen pueda corregir parcialmente estas diferencias, se cuestiona hasta qué punto las medidas aplicadas hace dos años podrán incidir en aspectos estructurales del mercado laboral. En este sentido, Bach señala que las mujeres son las que suelen asumir las tareas de cuidado y atención a la familia, lo que hace que sea el colectivo que a menudo opta por reducciones de jornada o paradas temporales para atender las responsabilidades familiares, lo que repercute en los rendimientos de las mujeres autónomas, pero también en sus cotizaciones y, por tanto, en las pensiones de jubilación que perciben. De hecho, un estudio de Pimec apunta a la “doble jornada laboral” que enfrentan las mujeres autónomas, y pone de manifiesto que no solo intensifican su trabajo, sino que también continúan asumiendo la mayor parte de la carga doméstica. Además, el hecho de que muchas mujeres adapten la intensidad de su actividad en función de la situación familiar genera riesgos para la viabilidad económica de sus negocios. Sánchez también añade que la brecha de género en las pensiones “se reducirá cuando, culturalmente, las responsabilidades se repartan de manera completamente igualitaria”. “Son dos batallas que están relacionadas, pero que necesitan tratamientos diferenciados”, afirma Bach.
En la evolución de los datos de autónomos del 2024 también se observa un crecimiento del 7,8% en la afiliación de personas extranjeras respecto al año anterior. Es un dato que se ha acentuado durante el último año, pero que mantiene una tendencia que se arrastra desde los últimos años. Mas apunta que esta trayectoria coincide con la que también se detecta entre los trabajadores por cuenta ajena, en que las afiliaciones a la Seguridad Social crecen gracias al impulso de los trabajadores extranjeros.

Las prestaciones por cese, un reto pendiente
Por último, el informe también remarca las solicitudes de la prestación por cese de actividad, ya que solo 4 de cada 10 de estas fue aceptada. El factor más relevante que hace que la tasa de denegación sea del 60% es la falta de acreditación, un hecho que según CTESC debe llevar a replantear el funcionamiento para acceder a estas prestaciones y revisar los requisitos. “La gente cierra sus negocios, pero después no pueden recibir las prestaciones por cese de actividad, lo que no ocurriría nunca con un trabajador de régimen general”, apunta Mas. Este hecho pone de manifiesto una de las preocupaciones que sufren los autónomos, la sobrecarga en cuanto a la burocracia. “La mayoría de los autónomos no tienen trabajadores asalariados, y deben ocuparse de trabajar en su negocio además de gestionarlo,” añade.
En el final de este informe se apunta a la necesidad de repensar aspectos de la estructura de los trabajadores autónomos para garantizar su protección social, así como su estabilidad económica y hacer un modelo más equitativo. Bach destaca que la realidad de los autónomos es diversa, ya que “son perfiles de trabajadores heterogéneos”, pero asegura que hay unas “necesidades troncales” en este colectivo que deben deshacer las desigualdades que se encuentran y que “respondan a las necesidades reales de los autónomos”.