La industria cárnica desbloquea in extremis el conflicto por el convenio colectivo. Solo una semana antes de la huelga convocada por los principales sindicatos del sector -La UGT, CCOO y CIG-, la parte empresarial ha cedido con un preacuerdo que supera las expectativas iniciales de los trabajadores. Según han confirmado las dos principales organizaciones en sendos comunicados, el entendimiento contempla incrementos salariales condicionales de hasta el 8% acumulado entre 2024 y 2025: la primera previsión es de un 3% anual, con efectos retroactivos en el caso del presente curso; pero, en caso de que la inflación media cierre cualquiera de los dos ejercicios por encima de este umbral, «se activará una cláusula de revisión salarial adicional del 1%» para mantener el poder adquisitivo de las rentas del trabajo. Así, 120.000 trabajadores en el Principado recuperan la cobertura de convenio que permanecía caducada desde finales de 2023. El convenio, cabe recordar, es de ámbito estatal; pero concentra buena parte de los afectados dentro de la activa industria agroalimentaria catalana.
El entendimiento, cabe decir, llega después de meses de tensiones. La misma mesa negociadora tuvo que llegar al Servicio de Mediación y Arbitraje, ante la imposibilidad de acercar posiciones con las patronales sectoriales -ANAFRIC, ANICE, FECIC, AGEMCEX y ANAGRASA-. Durante las conversaciones, de hecho, fuentes sindicales denunciaban a Món Economía que la parte empresarial «alargaba los plazos, e incluso amenazaba con endurecer las condiciones del acuerdo». Desde la UGT, de hecho, aseguraban que las directivas ni siquiera contemplaban llegar a la cobertura que sugiere el quinto Acuerdo Estatal de la Negociación Colectiva, pactado entre el mundo del trabajo y la CEOE a finales de 2023. La cuerda se tensó hasta el punto de que ya había convocadas dos jornadas de paros los próximos días 4 y 5 de diciembre, lo que obligó al capital a ceder en sus posiciones. Lo hicieron, sin embargo, después de 17 horas de reunión en la sede del SIMA madrileño. La amenaza de protestas, celebran desde Comisiones, ha «mejorado considerablemente la última propuesta que las patronales habían trasladado a la mesa de negociación».

Un convenio «abierto en canal»
Desde los sindicatos describían, al retomar las negociaciones tras el verano, su propuesta como una «apertura en canal» del convenio que superaba los confines de la negociación salarial. De hecho, el preacuerdo contempla mejoras en ámbitos desde la jornada anual hasta la nocturnidad. En primer lugar, el nuevo documento rector de la cárnica estatal contempla limitaciones a la compensación y absorción salarial, si bien solo a aquellos sueldos inferiores a los 25.000 euros anuales. También elevan un 6,42% el plus por horarios nocturnos, y rebajan en 12 horas el cómputo global de horas trabajadas del año, hasta las 1.748. Duplican también los permisos sin sueldo a cuenta de convenio hasta los cuatro meses, y establecen la obligación de recuperar las horas extraordinarias con un tiempo equivalente de descanso. Además, amplían la protección de los trabajadores migrantes, que «podrán solicitar que se traduzcan a su idioma las comunicaciones más importantes» dentro del lugar de trabajo.
Se enfría el «otoño caliente»
Los sindicatos preveían para el otoño de este año un posible nuevo estallido laboral: las intensas negociaciones -ahora rotas- con la patronal para acordar la reducción de jornada a 37.5 se sumaban a las largas conversaciones para recuperar tres convenios colectivos industriales de gran profundidad en el país. El de la cárnica era uno, seguido de las industrias químicas y la textil -todos de ámbito estatal, pero con una importante masa de trabajadores en el país-. El químico, tras meses estancados a la salida de un incremento salarial gigantesco por la inflación acumulada, se terminó de desbloquear a principios de octubre; mientras que el cárnico se resuelve este mismo viernes con una clara ganancia sindical. Queda el importante acuerdo en la industria textil, en el cual las partes chocan por la armonización salarial de una muchedumbre de categorías profesionales con un claro componente de género -los niveles más bajos de la escala, lamentan las organizaciones, están claramente feminizados-. Con el último entendimiento, pues, la tensión laboral en el secundario del Principado se reduce a mínimos.