«Ya me toca a mí ir al frente, últimamente». Belén López (Masies de Voltregà, 1976) se toma con cierto humor el peso de su nuevo cargo. La osonense es, desde el pasado mes de abril, la primera secretaria general de la historia de Comisiones Obreras en Cataluña. Su antecesor, Javier Pacheco, aprovechó las últimas semanas en el cargo para recordar un mandato más que intenso, desde la pandemia hasta la negociación fallida del Acuerdo Interprofesional de Cataluña. Los primeros dos meses de López en el nuevo despacho no han sido tranquilos: cerca de un congreso federal, ha caído en medio de una Cataluña sin presupuestos, y en un Estado español en guerra por la reducción de la jornada laboral. Como el resto del sindicato, la líder catalana busca el cuerpo a cuerpo con Junts, un partido «claramente de derechas» que se lleva la mayor parte de su castigo por la paralización de las 37,5 horas. López recibe a Món Economia en su despacho, en la sede de la Via Laietana, aún navegando las corrientes generadas por la crisis del caso Koldo, que amenaza lo que describe como «el único gobierno progresista que queda en Europa». Bajo la sombra de una Moncloa alejada de sus demandas, la secretaria general habla de productividad, de la relación con unas patronales «envalentonadas» y de un sindicalismo que «no puede ser infantil».
¿Cómo vive la crisis en el seno del gobierno español a raíz del caso Koldo? ¿Temen que venga un nuevo ejecutivo menos favorable a los intereses del sindicato?
Estamos muy preocupados por la situación. Pedimos contundencia, que la justicia haga su trabajo. Además, la conducta de determinados personajes hacia las mujeres, y desde un espacio de izquierdas, es intolerable. La más absoluta condena de estas actitudes. Pero esto no va solo del PSOE. La situación puede afectar las políticas progresistas que se pueden llevar a cabo en el Estado, muy importantes para los derechos de los trabajadores. Hace falta una visión a largo plazo. Yo creo que el gobierno debe mantenerse; pero tomar las medidas necesarias para evitar la corrupción.
No debe convocar elecciones, de acuerdo. ¿No debe hacer ningún cambio en el ejecutivo, el presidente Sánchez, después de esta crisis?
Es todavía muy pronto. Debemos dejar que la justicia haga su trabajo. El español es uno de los pocos gobiernos progresistas que quedan en Europa, y debe centrarse en sus políticas. De nuevo, se deben poner en marcha las medidas necesarias para evitar la corrupción, sí. Pero la política debe servir para mejorar la vida de la gente. Por tanto, que desplieguen una agenda social -entendiendo las dificultades de la aritmética parlamentaria-. Que tenga voluntad para sacar adelante su programa.
¿Está esa voluntad en el gobierno español? ¿Detectan que hay ganas, ahora mismo, de acometer reformas como las que piden los sindicatos? La reducción de jornada debía aplicarse antes del verano, pero sigue sin llegar al Congreso.
Hay partidos políticos claramente de derechas con posturas que no compartimos. Claramente lo digo, es Junts. Lo que toca es luchar contra el descrédito de la política. Si queremos defender la democracia, seamos de izquierdas o de derechas, no podemos utilizar la antipolítica. No podemos decir que las instituciones, que el sistema, no sirven para nada. Pedimos altura de miras. Debemos valorar la política útil, la que mejora las vidas de la gente. Y hay espacios fuera de la política, como somos los sindicatos.

No solo Junts, pero, ha frenado la reducción de jornada. La parte socialista del gobierno también ha ralentizado este proceso. Incluso las patronales han alabado al ministro Cuerpo contra Yolanda Díaz, por considerarlo una figura más próxima a sus intereses. ¿Todavía padecen un PSOE refractario a sus demandas?
El gobierno de coalición tiene dos almas, eso es claro. Una de ellas, más a la izquierda. Pero lo más importante habría sido haber llegado a un acuerdo en el marco del diálogo social. Eso habría facilitado mucho más las cosas. Durante la pandemia, acordamos con la patronal medidas muy profundas, como los ERTEs, o la Reforma Laboral, que tuvieron un camino político y social mucho más fácil. El marco lógico para pactar la reducción de jornada habría sido el diálogo social, pero la patronal se ha alejado de todos los avances que salían de los sindicatos y el gobierno. Esto ha dificultado que la reforma tomara el impulso que necesitaba.
Es cierto que la CEOE ha desaparecido de la mesa. Pero antes, sin ellos, se han llevado adelante tres subidas del SMI. ¿Por qué no la reducción de jornada?
Hay diferentes visiones dentro del PSOE. Una más próxima a avanzar, a garantizar derechos para las personas trabajadoras; a profundizar en el reparto de la riqueza. Pero hay otra que ve muchos más peligros en esta medida, eso ha quedado demostrado.
¿Y no tiene el sindicato mano para torcer el brazo de esas almas del PSOE que no les son tan favorables?
Nosotros tenemos nuestra agenda como sindicato, y las defendemos al margen del gobierno que haya. No negaré que nos sentimos mucho más cómodos con un gobierno que saque adelante políticas progresistas. Por tanto, lo que hemos explicado a todos los partidos -excepto Vox, evidentemente- es que la reducción de jornada es posible. No es un deseo. Hay condiciones materiales de posibilidades para llevarlas a cabo. Los márgenes empresariales y la productividad por hora trabajada permiten que las empresas reduzcan la jornada, sin que eso sea una amenaza para su negocio. Incluso te diría que no es una amenaza para su margen de beneficio.
Y hemos explicado por qué es una medida de justicia social, y con un fuerte componente de género. Defendemos un nuevo modelo de reparto del tiempo, y por algún lugar debemos empezar! Una de las cosas que estructura nuestra vida es el trabajo, con una jornada que no ha cambiado en 40 años -cuando ha cambiado todo lo demás!-. Por tanto, debemos adaptarnos al nuevo mundo, y el tiempo de trabajo no es una excepción. También es una vía para reequilibrar el desequilibrio que hay -cada vez más grande- entre rentas del capital y rentas del trabajo. Estos argumentos los hemos puesto sobre la mesa de las izquierdas, las derechas y los centros.
Decís que la productividad por hora trabajada permite la reducción de jornada. Un argumento que no aceptan los empresarios. ¿Qué problema hay, aquí? ¿Dónde falta, la productividad?
El factor de competitividad del modelo productivo español siempre han sido los costos laborales. Competíamos con el entorno con salarios bajos y malas condiciones. Éramos más baratos porque pagábamos mal, ras y corto. Todas las medidas que se tomen en el ámbito del derecho laboral que mejoren la vida de los trabajadores, sirven también para desincentivar este modelo. Con la reforma laboral, la reforma de las pensiones, las subidas del SMI… No solo hemos garantizado derechos de las personas. También hemos puesto las bases para ir hacia otro modelo productivo que no compita con la precariedad de las personas.
Por primera vez, las subidas del empleo en los últimos años se han dado en sectores de alto valor añadido. Antes, teníamos un mercado de trabajo muy intensivo en mano de obra, que generaba mucho empleo en épocas de bonanza, pero destruía mucho en épocas de crisis. Pero eso está cambiando. Hemos sido capaces de acotar un marco legal que desincentiva los modelos de negocio basados en la mano de obra barata. Y la reducción de jornada termina de hacerlo. Sirve para incentivar negocios que no funcionen sin jornadas extenuantes y salarios ínfimos.
Pero el nuevo modelo productivo que demanda es un proyecto a largo plazo. ¿Y mientras tanto?
Aquí es donde aparece el concepto sindical de las transiciones justas. Se debe transformar la economía para adaptarla a los cambios que vienen -tecnológicos, ecológicos, el reto demográfico…-. No rechazamos estos cambios, porque no podemos. Pero deben llegar con garantías, con acompañamiento. No puede ser que una empresa se dé cuenta de que su negocio ya no sale a cuenta y las externalidades, entonces, las paguemos entre todos. Todos deben ser responsables. Por ejemplo, el turismo debe transformarse. Pero ¿se debe transformar a costa de echar a los trabajadores y que todos se queden sin trabajo? No perdone. El cambio de modelo lo deben pagar las empresas, que han estado acumulando beneficios a raudales. Como mínimo una parte.
Acercándolo a la cuestión de la reducción de jornada. Algunas patronales, por ejemplo Pimec, parecen más abiertas que la CEOE a tratar los términos de la reducción de jornada. Hace poco, en el congreso de la federación de Servicios, el secretario general de su formación, Unai Sordo, decía que la línea roja era la reducción por ley. Dicho esto, ¿qué margen dan para negociar?
Sempre que las empresas nos digan que tienen dificultades, y lo demuestren con luces y taquígrafos, estamos abiertos a negociar medidas compensatorias, acompañamiento y ayuda en lo que sea necesario. Ahora, no aceptaremos en ningún caso perder el origen de la reducción de jornada -que esté por ley-. Y tampoco perderemos otra sábana a cambio de eso. El marco lógico para pactar la reducción de jornada habría sido el diálogo social, pero la patronal se ha alejado. Si damos un paso adelante y dos atrás, no avanzamos.
¿Les han hecho esta propuesta?
La patronal propuso aumentar el número de horas extra al año a cambio de la reducción de jornada. Es una cantinela que oímos. Y eso no tiene ninguna lógica.

A menudo exigen a las patronales que pongan negro sobre blanco las cifras que fundamentan sus argumentos. ¿No lo han hecho ya?
Ojalá fuera así. Pero, últimamente, la patronal está haciendo más ideología que nosotros. Me sabe mal, pero los números salen a nuestro favor. En determinados debates, como la reducción de jornada, es así. Ya lo hicieron con el aumento del salario mínimo interprofesional, que tenían que llegar las siete plagas de Egipto. Y, al final, no ha pasado nada de eso. Entonces, pongamos los datos sobre la mesa. ¿Y qué dicen esos datos? Que los márgenes de beneficios son históricos, también en las pequeñas y medianas empresas. Que las pymes cada vez son más grandes. Ahora, ¿habrá sectores que tendrán dificultades? No lo niego. Encontrémoslos: ¿cuáles son, por qué y qué se puede hacer? Y en todo aquello que se pueda compensar, no estaremos en contra. Ahora, esta es una negociación de ellos con el gobierno.
Foment hablaba de 23.000 millones de euros.
¿Y cuántos beneficios tienen? La reducción de jornada tendrá unos costos, claro. No será gratis. El aumento del SMI también tiene costos. La cuestión es si los empresarios se lo pueden permitir. ¿Cuánto están ganando? Los beneficios empresariales han subido un 15%, y los sueldos, menos de la mitad. Nadie dice que los empresarios pierdan. Es que ganen un poco menos. En un momento, además, en el que los trabajadores y trabajadoras somos protagonistas de los beneficios.
¿Está el diálogo social más resquebrajado que antes?
En esta legislatura, que hay un Congreso de los Diputados más escorado a la derecha, las patronales se han envalentonado. Y, si el día de mañana, hay un gobierno de la derecha y la extrema derecha, aún más. Ha habido mucha más dificultad para llegar a acuerdos en el diálogo social que no en la legislatura pasada, sí.
Y las patronales tienen un discurso más militante, incluso en el lenguaje que usan. Un ejemplo es el debate del absentismo.
Como no tienen argumentos económicos… El programa económico era el pilar de las derechas. ¡Y ahora no hay ningún partido de derechas que hable de economía! ¡Ni uno! Están todos a sus historias. ¿Por qué? Porque los datos no acompañan su discurso. El absentismo, por ejemplo. Está claramente definido como faltas no justificadas al trabajo. El ejercicio de derechos que tenemos no es absentismo. Las incapacidades temporales son incapacidades temporales, no son absentismo. ¿Queréis hablar de ello? Hablemos. Pero con orden y concierto, que parece mentira que lo tenga que decir yo, eso.
¿Esta lejanía entre sindicatos y patronales se nota también en la negociación colectiva más concreta? Convenios sectoriales, o de empresa, por ejemplo.
La conflictividad laboral en la negociación de un convenio no es algo de los últimos años, ¿eh? Depende del contexto, de muchas cosas. Pero no es nueva. Es comprensible que haya más conflictos en momentos de crisis. Pero cuando la economía va bien, cuesta más entenderlo. Hay beneficios, hay márgenes. Hablemos de repartirlos. Es más sorprendente. Y no todas las empresas tienen la misma visión. Pero pienso que no hay suficiente amplitud de miras en la parte patronal. En el Estado español, la economía funciona por la demanda interna. ¿Y qué la contrae? La vivienda.
La posición de las patronales en relación con las políticas de vivienda no se entiende. Primero, porque por culpa de la crisis de la vivienda, son los primeros que tienen problemas para encontrar mano de obra en ciertos lugares. Y segundo, porque si las familias tuvieran más renta disponible, iría a la economía productiva, al consumo.
¿Cómo es la relación con el sindicalismo social, en un ámbito como la vivienda, que ha ganado protagonismo en la actividad de CCOO?
Siempre hemos tejido alianzas. Con los recortes en educación, sanidad, los cuidados. Siempre nos hemos encontrado con la sociedad civil organizada. Al final, todas las luchas están conectadas. El modelo óptimo de defensa de los derechos de la clase trabajadora es ser un sindicato sociopolítico. Yo puedo negociar unos incrementos salariales buenísimos, pero si deben ir todos a pagar la vivienda, por quien he negociado la mejora es para el rentista. Y créeme que no me hace ninguna gracia.
Por tanto, debemos destinar nuestros esfuerzos a todo, y no haremos las cosas solos. Ahora, la reivindicación prioritaria es la vivienda, desafortunadamente. Porque se ha convertido en un modelo de negocio. Pues se deben poner puertas al campo, regular, para garantizar el derecho a la vivienda. Y para hacerlo estamos trabajando con el Sindicato de inquilinos, y otros espacios, sin ningún problema.
Hace tiempo que, tanto ustedes como la UGT, denuncian el problema que supone no haber conseguido aprobar unos presupuestos en Cataluña. ¿En qué momento se encuentra esta conversación con el Gobierno?
Lo hemos trasladado al Gobierno y a los partidos que apoyaron la investidura de Salvador Illa. Los suplementos de crédito no permiten sacar adelante algunas políticas estructurales, necesitamos unos presupuestos. Se debe poner la responsabilidad por encima de estrategias políticas. También reclamamos que parte de los presupuestos se negocien en el seno del diálogo social, y empezar a trabajar ya, para que estén a principios de 2026. Pero claro, la política…
¿Hay margen, en la relación que hay ahora mismo con las patronales, para sentarse con Foment del Treball y dibujar conjuntamente unos presupuestos?
Debemos diferenciar los aspectos concretos de la negociación colectiva con el diálogo social, donde podemos encontrar puntos de equilibrio. Queremos una economía robusta, un modelo productivo diversificado. Formamos parte del Pacto Nacional para la Industria, reivindicamos un Pacto Nacional para el Turismo. Pero lo queremos acompañado de una agenda social importante. Y, seguramente, la patronal pone el acento en otras cosas.

Pero los presupuestos son, precisamente, una herramienta de redistribución de la riqueza. Aquí quizás no se encontrarán con la patronal.
Es claro. Hay cosas que, seguramente, no han tenido lugar en el acuerdo del suplemento de crédito. Se ha hecho una combinación de propuestas de patronales y sindicatos. Debemos encontrar un consenso. Pero el Gobierno consensúa una parte con nosotros. El resto la debe llevar al Parlamento. Por eso es el Gobierno.
Para finalizar, el pasado lunes se celebraron los 10 años de Glovo, en un acto con la presencia del secretario general de la UGT, Pepe Álvarez, y el exsecretario general de CCOO en Cataluña, Javier Pacheco. ¿Entienden las críticas que han recibido por esta presencia?
Podemos entender que haya gente que no lo entienda. Javier lo ha explicado claramente. No podemos tener una actitud infantil, y lo tengo que decir así. Nosotros queremos que los trabajadores de Glovo estén en las mejores condiciones. Y eso significa estar en los espacios que sea necesario para condicionar la vida de las personas trabajadoras. No haremos como niños pequeños: esto no me gusta, pues no voy. Los discursos de pureza…
Pero ustedes ya están en el comité de empresa. El problema ha surgido por la óptica de haber ido a una cena.
Seguramente es un problema más de ópticas, sí. Y aquí, no hay mucho más que decir.