La transición verde de las empresas, especialmente en el mundo de la industria, está llena de enigmas. En un mundo que ha pasado de premiar solo el beneficio a exigir mucho más de sus negocios, la voluntad no lo es todo: encontrar los recursos, las estrategias, incluso las geografías para convertirse en sostenible es un reto para la mayoría de empresarios. Una de las batallas más claras es la de la valorización de los residuos: reutilizar, o incluso generar una cadena de valor a partir del resto de la actividad empresarial es un must, pero también un camino tortuoso. La catalana Símbiosy se ha convertido en la linterna principal para llevar a los clientes a su destino por la vía rápida y segura. «Somos una consultoría estratégica especializada en el concepto de simbiosis industrial», describe su CEO, Verónica Kuchinow, en conversación con Món Economia. La empresa, con una década de actividad y «mucho crecimiento» en adelante, opera desde el DFactory, el edificio dedicado a la industria 4.0 del Consorci de la Zona Franca de Barcelona, donde ha logrado posicionarse entre «las industrias punteras» del país.
En palabras de Kuchinow, la misión de Símbiosy se resume en «identificar oportunidades de negocio con los recursos sobrantes de las empresas, aquellos que no se valorizan bien». Es decir, reaprovechar todo aquello que genera el negocio core, y que a menudo quedaba fuera de cualquier oportunidad en el mercado, como una oportunidad económica más. También en el otro lado: asesoran empresas que, por su línea de negocio, necesitan recursos sobrantes para activarse -por ejemplo, firmas que buscan instalar una planta de biogás, para la cual necesitan recursos orgánicos-. «¿Dónde pongo mi planta? ¿Cuántos suministradores tendré? Hacemos un mapa del territorio para ver las oportunidades de inversión para los proyectos que nos llegan», expone la consejera delegada.
La clave del éxito de Símbiosy se encuentra en su plataforma digital; una herramienta que permite a las empresas entender cómo se puede dar valor a sus recursos sobrantes, en qué material se pueden reconvertir y con qué exigencias técnicas. «Con conocimiento propio, y con herramientas de IA y otras tecnologías, estimamos datos de empresas sin necesidad de información inaccesible», revela la directiva. Es decir, solo conociendo el sector, la facturación y la actividad de una compañía, pueden calcular los recursos sobrantes que tienen y de qué tipo son para, de esta manera, identificarlos como proveedores de un tercero u ofrecerles un camino para su revalorización.
Según Kuchinow, se trata de un proyecto con «mucho crecimiento»; porque la industria es cada vez más consciente de la necesidad de reaprovechar todo lo que tiene. Hace una década, antes del nacimiento de Símbiosy, la búsqueda de este tipo de redirecciones de recursos era «más que inútil». «Todo el mundo hacía encuestas, las típicas, por polígonos; y todos estaban igual de perdidos», bromea la empresaria. En este sentido, Símbiosy ofrece un «trabajo de fondo» que sustituye al antiguo enfoque rudimentario. Aún así, reconoce que se trata de un proceso, y uno bien largo, para construir toda la estructura necesaria para llevar a cabo el negocio. «Por ahora lo hacemos a escala individual, por proyectos. No hay una estructura creada. Hace 8 años que trabajamos en ello y aún está en fase beta», asegura.

El ADN innovador
Con todo, el ecosistema abraza mucho más sus soluciones. Kuchinow recuerda que «cuando empezamos, teníamos que arrastrar a todo el mundo; pero ahora vienen a nosotros». El perfil de cliente, gracias a esta ampliación del campo de influencia, es diverso. Por un lado, hay empresas emergentes, que «ya tienen el ADN innovador desde su nacimiento». «Son empresas nuevas, pero ya se han creado con este objetivo», explica. Se trata de firmas de bioeconomía, especializadas, precisamente, en la revalorización de recursos sobrantes, «que buscan fuentes de residuos orgánicos» para plantas diversas. Por otro lado se pueden encontrar «empresas medianas y grandes de carácter industrial», que buscan «retos de innovación con impacto social». La directiva habla de empresas energéticas que apuestan por el biogás; pero también de manufactureras que quieren conectarse con «proyectos de innovación con recursos sobrantes». En el horizonte, un target cada vez más grande. «Estamos todavía en los inicios de la transición. Poco a poco, esperamos que cada vez más empresas se sumen, que apuesten por ello», proyecta la CEO.
El DFactory «concentra conocimiento»
En este sentido, la aportación del DFactory al crecimiento de Símbiosy es clave. En primer lugar, por el carácter 4.0 de su solución, centrada en la plataforma Siner Platform. Y, en segundo, por contribuir a la transición del mismo edificio y las empresas que operan en él. «A largo plazo, se podría vincular los proyectos de revalorización de residuos con el mismo entorno», defiende Kuchinow. Cabe recordar que la colaboración entre la compañía y el Consorci es anterior a su aterrizaje en el ecosistema, «con proyectos pioneros en sostenibilidad industrial en Cataluña». En el entorno inmediato, encuentra «polos de información y conocimiento para las empresas de Cataluña» debido a la multitud de especializaciones que se concentran en el núcleo de la Zona Franca. «Es el ecosistema empresarial dentro del gran polígono industrial de Barcelona», celebra la directiva; una iniciativa que posiciona a la capital del país «como líder mundial en la simbiosis industrial».