El comisario europeo de mercado interior, el ingeniero francés Thierry Breton, baja las expectativas a corto plazo en cuanto a la capacidad de la Unión de conectarse a redes de superalta velocidad –o al menos lo hace a corto plazo–. Aplicaciones como por ejemplo la telemedicina, la conducción autónoma o la industria conectada necesitan un internet ultrarrápido, que responda a los
«Solo para completar el despliegue del 5G, hacen falta unas inversiones ingentes, de 200.000 millones de euros en los próximos entre cinco y seis años», alerta Breton, apuntando que el dinero no se sienten bastante tranquilos a Europa para aterrizar de este modo. «El marco regulador está caducado, lo elaboramos en la era del cobre», lamenta el comisario. Todo ello, justo es decir, es un preámbulo sombrío para una tarea para la cual el francés se siente optimista. El representante de la Comisión Europea ha usado su ponencia como keynote speaker a la primera jornada del MWC 2024 –el gran congreso tecnológico del planeta, que se celebra al recinto Gran Vía de Feria de Barcelona durando toda la semana– para abrir las puertas en una «nueva era» de la conexión a los 27. «Tenemos que cambiar el ADN de la estructura de conectividad» –un juego de palabras con las siglas en inglés, DNA, que coinciden con el proyecto legal más ambicioso de la administración Von der Leyen en cuanto a la estructura normativa y material del internet al continente: la Digital Networks Act–.
Cofoi, Breton ha dejado atrás las gafes previsiones para la red móvil e inalámbricas a Europa para dibujar un futuro tecnooptimista. La Europa de la superbaja latencia, prevé el comisario, permitirá avanzar en cuestiones prácticamente futuristas, desde la conducción autónoma hasta las ciudades inteligentes, pasando por las intervenciones quirúrgicas a distancia. Si bien desde Bruselas se plantean como catalizadores de los cambios –con más inversión y una burocracia más ligera–, la responsabilidad de la innovación cae sobre el sistema de conocimiento: academia, centros de investigación, empresas e innovadores privados. La CE busca poner la infraestructura por un mercado digital europeo que haga el salto solo. «La inversión en conectividad no es un fin en sí misma, sino un medio para aplicaciones en otros sectores desarrollados a Europa», declara. Materialmente, el primer horizonte es a poco más de media década vista: «Acabaremos con las conexiones de cobre en 2030», enfatiza.
Las telecomunicaciones, protagonistas
Mejorar la red es imprescindible, según Breton, para asegurar un mercado digital europeo saludable. Ahora bien, los operadores también tienen que dar un paso adelante. En este sentido, el comisario aspira a una «verdadera unidad de mercado» en cuanto a las grandes empresas de red y línea móvil a la unión. Cómo en el caso de las infraestructuras, las claves para fundamentar grandes empresas comunitarias que den acceso a los ciudadanos a conexión ultrarrápida son la financiación y la facilitación administrativa. «Las operadoras necesitan agilidad para justificar sus masivas inversiones», argumenta; así como incentivos por parte de los gobiernos para arriesgar su capital.

Así, la nueva DMA busca crear un «campo de juego igualado», en el cual la especificidad del reparto de espectro de cada mercado comunitario sea sustituido por una cobertura legal conjunta que permita «optimizar el mercado único». Para Breton, una única regulación –y no un mercado «fragmentario»– se hace imprescindible para «facilitar el futuro de los operadores paneuropeos». La uniformidad, asegura, reduce el papeleo, los costes de
Futuro interconexionado
La conectividad absoluta que busca establecer la Comisión en el territorio europeo –en la busca de los «mejores servicios» para ciudadanos y usuarios– también abre nuevas rendijas de seguridad. En primer lugar, la exposición de la infraestructura será mayor, en cuanto que se encontrará en más puntos del continente. En segundo, una mejora de la potencia de computación significa también ciberataques más potentes. «La cuántica todavía no puede resolver nuestras encriptaciones, pero tenemos que asumir que podrá hacerlo», alerta Breton; apresurando los gobiernos locales para que garanticen «la resiliencia y minimicen los riesgos» de sus estructuras de internet.
Sobre este cimiento, el comisario busca garantizar que «Europa no quede atrás» en el que considera uno de los grandes «levantamientos tecnológicos a escala global». Una buena implementación del nuevo reglamento comunitario, asegura, servirá de corriente que elevará todos los barcos. El conjunto de la cadena de valor se beneficiará, segundos Breton: «Los proveedores de servicios descubrirán nuevas oportunidades; los estados miembro se beneficiarán con más seguridad, lugares de trabajo e innovación. Y las industrias conectadas encontrarán un nuevo mercado, así como más productividad», enumera. Para cerrar la conferencia, el francés ha girado el semblante con que comenzó su intervención. «Confío mucho en todos nosotros para implementar los cambios que hagan falta», ha concluido.