La amenaza china, con el lanzamiento del modelo de Inteligencia Artificial de código abierto DeepSeek, abrió una brecha en el gran valor de la bolsa estadounidense, con caídas a finales de enero que hicieron que las previsiones fueran menos halagüeñas sobre el futuro de un negocio que ha dominado los mercados financieros occidentales desde 2023. El valor más llamativo del mercado, NVidia, la compañía más valiosa del planeta, perdió cerca de 30 dólares por acción en solo unas horas después de que la competencia asiática demostrara su capacidad para desarrollar un modelo más eficiente, más barato y en menos tiempo que, a ojos del mercado, cuestionaba su estrategia de lanzar unidades de memoria gráfica cada vez más potentes para fundamentar esta expansión de la IA -sin ir más lejos, la cara apuesta de su modelo Blackwell, el último de la gama, dedicado a este tipo de aplicaciones-. Con estas caídas, las alarmas de burbuja volvieron a sumarse a Wall Street; aunque las últimas sesiones han ayudado a disiparlas. Desde principios de febrero, el gran fabricante de GPUs ha ido recuperando impulso, y ha acelerado cerca de un 7% en los últimos cinco días. Ya roza los 130 dólares, aún lejos de su valor máximo, pero en clara alza. El análisis empresarial, cabe decir, veía claro este ascenso. «Es normal que se recuperen: DeepSeek fue una sorpresa hasta cierto punto; pero todas sus tecnologías eran conocidas», explica a Món Economía el profesor de Esade y experto en innovación Esteve Almirall. Nada ha cambiado, aseguran las fuentes consultadas, en una industria que concentra un porcentaje cada vez más elevado de la inversión de occidente.
Los ojos del mercado, de hecho, dejan de lado las oscilaciones coyunturales de la bolsa, tal como lo hacen las Siete Magníficas, las principales compañías tecnológicas de Estados Unidos. A pesar de las bajadas, recuerda el analista Manuel Pinto, el capex dedicado a soluciones de IA fue de 240.000 millones de euros en 2024; y las expectativas son que la inversión continúe en clara alza. Además, añade Almirall, en un sentido más consolidado: lejos de soluciones genéricas, el docente espera para el curso entrante «inversiones más bajas, pero muchas más». Es decir, que aquellas compañías que ya han fundamentado la adaptación de la IA a sus líneas de negocio dedicarán su capital a desarrollar herramientas, aplicaciones e incluso modelos propios adaptados a sus necesidades. El avance, sin embargo, abrirá muchas más puertas a la tecnología.
Sobre esta previsión, de hecho, los inversores continúan adelante con sus apuestas por la IA. Con DeepSeek, coinciden las fuentes consultadas, el tejido innovador se acerca a la frontera de los modelos más genéricos, más sencillos: ahora, los ojos pueden virar hacia aprendizajes profundos: «El sueño es llegar a un momento en que los modelos de IA aprendan por sí mismos, como en el caso de Alphazero«; con progresiones más profundas que permitan que las soluciones se adapten a cada vez más campos y necesidades concretas. Este paso, sin embargo, «requiere mucho más poder de computación», lo que fundamenta la recuperación de NVidia -en tanto que sus tarjetas serán aún más necesarias con avances más profundos de las tecnologías-.

«A raíz de la irrupción de DeepSeek, las expectativas de inversión no han bajado. De hecho, han subido un 50%», detalla Pinto. De hecho, añade el analista, buena parte de la elevada valoración que conservan los principales títulos proviene de un capital que «descuenta crecimientos a futuro». Técnicamente, añade Almirall, los modelos de aprendizaje profundo, que sí requieren un hardware potente como el que lanza NVidia, «no tienen límites, no hay una frontera de entrenamiento». El docente, de hecho, prevé una «irrupción masiva de soluciones que aún no hemos ni empezado a ver», en línea con otros desarrollos tecnológicos recientes. El experto hace paralelismos con la popularización de internet: de la web, más general, se pasó a las aplicaciones, más diversas y específicas. «Las primeras soluciones son la fruta más baja: en este caso, el chat», concreta Almirall; que en el futuro ve propuestas en medicina, educación, atención al cliente, y otra multitud de modelos que «se adaptarán» a las necesidades de cada una de las empresas desarrolladoras. Es este, pues, el crecimiento que asume el mercado, con una capacidad de penetración mucho más allá de los usos más sencillos. «Si se aplica a una entidad financiera, o a la administración, el impacto económico puede ser enorme».
China marca terreno
La bajada de las acciones de las grandes tecnológicas estadounidenses tenía un claro origen chino, con una DeepSeek que demuestra que modelos básicos como el suyo se pueden «desarrollar en dos meses, con menos potencia y de forma más eficiente», asegura Pinto. Para el analista de mercados, el mercado tecnológico chino es «una de las grandes oportunidades» financieras para los capitales a corto plazo, especialmente dada la coyuntura administrativa y económica que encuentran las tecnológicas del gigante asiático. El gobierno de Xi Jinping busca, con medidas fiscales, monetarias y económicas favorables a un tejido que busca competir con unos Estados Unidos ampliamente avanzados. «Los recortes de tipos, los estímulos internos, la caída en los bonos públicos, todo esto favorece las tecnologías», añade el experto, que detecta en los entornos asiáticos una penetración mucho más elevada entre los usuarios finales. De hecho, los consumidores de EE.UU. también han demostrado la capacidad de las soluciones técnicas chinas para acceder a los dispositivos de los ciudadanos. «Cuando Washington prohibió TikTok, los estadounidenses no miraron a redes locales, fueron a Rednote«, continúa.

En términos macro, Almirall hace una lectura similar, dado que tanto las corporaciones como la administración china «tienen una capacidad de coordinar recursos que no tiene ningún país occidental», lo que permite importantes avances, especialmente en términos de transferencia tecnológica. El límite, sin embargo, se encuentra en la exploración más profunda; los avances que para los estadounidenses son más estratégicos, como este aprendizaje profundo. «Necesitan mucha innovación», razona, que no existe en sus mercados. «Mucha de la que usan viene de fuera»; añade el docente; aunque las guerras comerciales de los últimos años dificultan que las propuestas estadounidenses lleguen a sus fronteras. Serán, pues, un jugador relevante en aplicaciones de consumo, dado que «no tardaremos muchos años en tener apps al nivel de GPT 4 a costos marginales, similares a una búsqueda con Google». Una potencia, en muchos casos, más que suficiente, dado que «para la mayoría de cosas que hacemos no se necesitan modelos de razonamiento profundo»: la traducción de textos, la generación de contenidos o incluso una atención al cliente solvente pueden funcionar sobre modelos más sencillos.
Los fundamentos materiales
El crecimiento de la Inteligencia Artificial tiene como consecuencia lateral el aumento del negocio de los fabricantes de microchips, que dependen altamente de este tipo de soluciones para mantener su negocio. En este punto, China aún no cuenta con un gran fabricante -TSMC está en Taiwán, Samsung, en Corea del Sur, e Intel en Estados Unidos-; en un sector en el cual innovar es mucho más costoso. «La innovación en semiconductores es decimonónica: se necesita gente muy especializada e información propia», explora Almirall; lo que limita la efectividad de los avances del gigante asiático. Sí cuentan, sin embargo, con materias primas que busca cualquier productor, principalmente los metales y tierras raras esenciales para la industria. Se trata de uno de los principales riesgos que asume el presidente de Estados Unidos Donald Trump con sus imposiciones de fronteras comerciales contra el mercado chino, «lo único que encaja en todos sus ejes» arancelarios. En este sentido, contempla Pinto, Washington ya busca alternativas para continuar fundamentando materialmente su innovación digital. «Si uno se fija, buena parte del territorio ucraniano invadido por Rusia coincide con las zonas ricas en tierras raras», lo que justifica la intención del mismo Trump de negociar con Putin una salida pactada al conflicto en el este de Europa.