En un rincón de los escenarios para charlas del Mobile World Congress, el director ejecutivo para computación cuántica de la agencia de valoración financiera Moody’s, Sergio Gago, se pone unas gafas de realidad aumentada ante un público expectante. En la pantalla de la sala, de repente, la IA se vuelve humana. El directivo presenta la red de inteligencias artificiales «agenciales» que utiliza su compañía para asistir a los empleados en sus tareas diarias. Media docena de bots toman la forma de una especie de humanos etéreos, cada uno especializado en un tema, que responden a las preguntas de Gago: un analista financiero, un experto en actualidad económica, un consultor en regulaciones… «Hay agentes brindando apoyo general en el lugar de trabajo, las tareas de cada empleado«, describe. Se trata de robots que no solo han sido entrenados con los datos de la empresa; también con las habilidades para interpretarlos correctamente de sus nuevos compañeros de trabajo. «Son pequeños Pep Consciències en tu oído durante todo el día: sistemas complejos que ven, analizan y entienden, igual que nosotros», añade. El enésimo MWC de la IA ha tomado forma por primera vez en la edición de 2025. «Por fin hemos visto destacar la inteligencia artificial aplicada», celebra el presidente del Círculo Tecnológico de Cataluña, Joan Ramon Barrera.
La inteligencia artificial se estudia, se debate y se explora en Cataluña mucho más de lo que se utiliza. Según el último estudio de la Década Tecnológica, elaborado por el Círculo Tecnológico, solo un 8% de las empresas del país han integrado aplicaciones de IA. Las metas de la Agenda 2030, lamenta Barrera, están más que lejanas para el tejido productivo catalán. Los objetivos internacionales sugieren que, dentro de cinco años, el 75% de los negocios deberían haberla adoptado, a años luz del estado actual del mercado. El empresariado aún no sabía, a juicio del sector, cómo integrar la inteligencia artificial en su negocio. Expertos y grandes corporaciones insistían en que «tendría un papel predominante» en los negocios del futuro, pero no especificaban cuál. «En años pasados, la IA ya estaba aquí, pero se hablaba solo de expectativas, y no se sabía cómo aterrizaría», recuerda Carles Gómara, consultor de innovación de Acció, la agencia para la competitividad de la empresa de la Generalitat. El Mobile World Congress 2025, sin embargo, ha servido para ilustrar un punto de inflexión: la tecnología ha abandonado la teoría para convertirse en técnica. En los pasillos de Fira, coinciden las organizaciones del sector, «se ha llegado a la fase de implementación».

El director de tecnologías digitales del centro tecnológico Eurecat, Joan Mas, ve este aterrizaje en la empresa como un paso lógico. Después de dos años de expansión entre los usuarios finales del Chat GPT y otros modelos de lenguaje, las soluciones tenían que caer por su propio peso. «Ya entendemos la IA generativa como una herramienta normal; y esto sucede también en empresas de todos los tamaños», asegura Mas. Las propuestas que se han podido visitar en el congreso, sin embargo, han superado los límites de los chatbots genéricos. Para Barrera, los LLM con lenguaje natural -cada vez más avanzados- constituyen solo uno de los tres verticales en los cuales el MWC 2025 ha mostrado avances clave. Uno de ellos coincide con la gran especialización tecnológica catalana: la salud. «En los pabellones español y catalán había soluciones para añadir a cualquier gadget médico y facilitar el diagnóstico y el tratamiento a los pacientes», recuerda Barrera. De hecho, uno de los grandes éxitos entre las emergentes de la edición de este año es una firma de tecnologías para la salud con la IA en el centro. Horus ML ha sido la única finalista del estado español en los premios 4YFN. A pesar de que tiene la sede en Madrid, cuenta con capital catalán, y ha ganado notoriedad con la aplicación de la IA a herramientas diagnósticas para diversas enfermedades, como la arterioesclerosis.
Fuera de los dispositivos y los chats para móviles, Mas recupera el mismo concepto introducido por Gago: los agentes de IA. Las herramientas «cada vez son más productivas», y encajan mejor con las necesidades de las corporaciones. «Operadoras de telecomunicaciones, analistas financieros…»; muchas de las tareas clave de una multinacional comienzan a recibir apoyo automatizado. Barrera, de hecho, apunta que este campo ya estaba avanzado por encima de las estimaciones del gran público. «Imaginamos las herramientas como algo extraño, pero son muy fácilmente aplicables a las rutinas de negocio», comenta el presidente del Círculo. Más allá de la espectacular propuesta de Moody’s, que conserva parte del wow factor que va perdiendo la IA, muchas compañías han mostrado durante los últimos cuatro días sus aplicaciones de este perfil.
Las grandes tecnológicas asiáticas se han adelantado con fuerza, con la china Huawei a la cabeza. El gigantesco stand del popular fabricante de teléfonos móviles ha centrado la mayor parte de su presencia en Barcelona en nuevas palancas para activar la IA: un «lago de datos» inteligente para facilitar la búsqueda dentro de las empresas, un acompañante automatizado para las redes de telecomunicaciones o incluso propuestas industriales para firmas energéticas o de minería. «Debemos ir más allá de la introducción de la IA en las redes y acelerar la transición hacia un mundo inteligente», defendía durante su ponencia el presidente del vertical de redes de la compañía, George Gao.
Más de una tecnología
En la línea que marcaba el directivo chino, el dirigente de Eurecat considera que el futuro de las aplicaciones de la IA reside en la integración de sus diversas modalidades. La oferta tecnológica del futuro, de hecho, no será una sola aplicación para un solo proceso. En las estimaciones de Mas, las empresas podrán acceder a «soluciones donde se integra toda la cadena de valor con una única plataforma alimentada por varios motores de IA». Así, la forma que ha tomado la inteligencia artificial corporativa, con agentes capaces tanto de agrupar como de procesar e interpretar datos, podrá hacer el salto hacia ámbitos de negocio más pequeños. O incluso hasta el público. De hecho, para el experto, el proceso debe comenzar por el cliente, y no por los operadores. «Será el comprador quien identificará los procesos de su empresa, y cuáles de ellos pueden aprovecharse de las aplicaciones presentes» para, finalmente, aplicar la tecnología. «Todo depende de dar a los agentes las habilidades correctas, no solo los datos correctos», destaca Gago. En el futuro inmediato, una corporación del tamaño de Moody’s fundamentará muchas de sus rutinas sobre un «ejército de agentes de IA que pueden leer y razonar a la velocidad de la luz y ayudar con las decisiones».

Lejos del 75%
Para alcanzar el 75% de las empresas, como pide la Agenda 2030, no basta con las corporaciones. Especialmente en un país de pymes, como es el caso catalán. A ojos de Mas, por ahora, «las grandes soluciones están pensadas para grandes clientes». Es decir, incluso las ingenierías piensan en la escala corporativa, y tienden a ignorar las capacidades de los negocios medianos y pequeños. Ahora bien, la tendencia sugiere una evolución similar, para el experto, a la de los robots en la industria: «hace 30 años no era el caso, pero ahora no se puede pensar en una fábrica que no esté robotizada». Así pues, cualquier empresa, también las pequeñas y medianas, que usen tecnologías para su negocio, no tardará mucho en estar prácticamente obligada a aplicar la IA. «Ya es una ventaja competitiva», sentencian desde la patronal Tech Barcelona; y lo será aún más. Barrera es optimista al respecto, y considera que lo que se ha visto en el Mobile ayuda a pensar que «el 8% de implementación actual podrá crecer». Sin embargo, tanto la oferta como la demanda deberán transformarse.
Desde el Círculo Tecnológico aseguran que el interés por la IA es generalizado en Cataluña. Una mayoría de empresas medianas, según sus estudios, incluyen en los planes estratégicos para la segunda mitad de la década intenciones de implementar soluciones de inteligencia artificial. A menudo, sin embargo, no saben cómo acceder a ellas. «Imaginemos una pyme de las Terres de l’Ebre que quiere integrar una aplicación de IA. A menudo los socios locales no son lo suficientemente maduros para encargarse; y a uno de Barcelona puede no resultarle rentable», lamenta Barrera. Aunque la tecnología está ahí, su «democratización» todavía está lejana. Para Mas, se trata de una tarea que corresponde a las administraciones, que deben mostrar su «interés para que la IA llegue a las pymes». «Los centros tecnológicos debemos establecer mecanismos de apoyo a las empresas», considera el director científico de Eurecat. «Si lo hacemos, la IA se extenderá como una mancha de aceite».