El modelo de financiación de las start-ups no ha cambiado. Las empresas emergentes que necesitan un pequeño empujón para empezar a trabajar, generalmente de capital, acuden a inversores externos o finos de inversión especializados para conseguir las metas que se proponen. Hace casi dos años, prácticamente todas las empresas conseguían navegar el ecosistema de los inversores y obtener un contrato de financiación, porque con la caída de los tipos de interés era mucho más sencillo acceder al dinero, incluso si eran a fondo perdido. Una vez acabada esta «borrachera de dinero» los mismos inversores han decidido hacer una pasa atrás y ya no son tan activos en la investigación de nuevas empresas sino que apenas tienen tiempos para mantener las que ya tienen en cartera. Es por eso que la nueva era de inversores del futuro buscan empresas que tengan la capacidad de crecer de manera orgánica, porque con la recortada de fondo y el poco acceso el capital es más importante ser estable que ambicioso.
«Los fundadores están asustados, ya no salen al mercado como antes, pero no los culpo», explica Caroline Chayot,
Una de las claves que han priorizado en la hora de hacer un buen trabajo con los emprendedores es serlo un mismo. Pepe Agell, de Pear VC, un vehículo de inversión americano que ha aterrizado hace poco en Europa, ha explicado que hay una clara relación de confianza si la persona que quiere invertir en una compañía ha fundado una antes. «El mejor que puede pasar es que el tuyo inversor haya sido un emprendedor en una época pasada», ha dicho el experto, que ha añadido que este es su caso y que esto «le ha dado una mirada diferente para reclutar nuevas empresas». Además, él mismo ha sido el único al discutir el problema de la falta de financiación, puesto que ha valorado su manera de discernir las start-ups y ha dicho que con la frágil situación actual «es más fácil distinguir los bonos emprendedores y la gente talentosa». Una opinión con la cual Chayot no ha acabado de estar de acuerdo, porque ella misma ha reconocido que «se han reducido mucho los recursos para poder invertir«, aunque la empresa merezca una oportunidad.

Confianza e intimidad, las claves por el buen gobierno
Las partes más esenciales para mantener la conexión entre inversores y emprendedores es la confianza. Así lo han afirmado los tres ponentes, que han asegurado que cuando se rompe la confianza se pierde una parte muy importante del trabajo. «La intimidad que tenemos con nuestras empresas hace que podamos hablar de los problemas y sus soluciones», ha dicho Arias, a pesar de que ha asegurado que «no siempre es una tarea fácil». Paralelamente, Argell ha repetido que es relativamente sencillo reconocer la gente con más capacidad para montar una empresa y que «los emprendedores tienen un ADN concreto«. Además, él mismo ha recordado que en esta nueva era, su compañía premia mucho más las empresas emergentes que ya tienen en cartera que no las que tienen que conseguir: «El 80% de nuestros esfuerzos actuales se invierten a ayudar el crecimiento de nuestras empresas».
El talento se encuentra en las universidades
En cuanto al perfil de los emprendedores, los ponentes han acordado que hay una clara tendencia de éxito en el momento que se empieza a invertir en universidades. En este sentido, el
Con todo, pues, los inversores están de acuerdo al afirmar que la tendencia está cambiando y los fondos se están reduciendo. Las start-ups ya no tendrán acceso a capital ilimitado como pasaba hace unos años y tendrán que llegar a la primera reunión con los inversores con las ideas muy claras. Ya no hace falta solo ambición sino tener una buena idea y las nociones para poderla convertir en una realidad, porque tal como ha recordado Chayot: «Entramos en un ecosistema de menos empresas y menos oportunidades, pero mucha más calidad».