Si bien la inteligencia artificial todavía no ha llevado en el día a día de los consumidores y las empresas la revolución promesa por sus proponentes, su impacto sobre los mercados tecnológicos es más que innegable. El atractivo que las siglas IA tienen para los inversores -como el 2021 fue la
Sobre esta oleada, las acciones de Nvidia se han disparado en los últimos meses. El mayo del 2023, de hecho, una importante subida en la demanda de sus tarjetas gráficas los impulsó hasta un club más que selecto: el del billón de dólares. La megacorporació dirigida por el americano-taiwanés Jensen Huang se añadió a nombres mucho más conocidos para el gran público, como por ejemplo Tesla, Meta o Aramco, entre los escasos valores del planeta con 12 ceros. A partir de marzo de este año, pero, la tendencia se multiplicó: a raíz de varios anuncios alentadores para los inversores y unos resultados del primer trimestre inmejorables -con unos ingresos superiores a los 26.000 millones de dólares en solo tres meses- el valor de la acción se ha disparado. Después de uno

El ganador de la carrera del valor
Solo tres grandes tecnológicas superan este umbral: las dos mencionadas y Microsoft, todavía la líder global, con un pico de actividad de 3,15 billones de dólares. Nvidia supera de este modo incluso Alphabet, la matriz de Google, o Amazon, también estructuras billonarias, pero palabra por debajo a estas alturas de su competencia. La gran diferencia entre Huang y el resto de CEOs es, básicamente, el punto de la cadena de valor de la IA donde se encuentran. MS, Apple, Google o Amazon vuelan inteligencia artificial, gastan para crear aplicaciones que se fundamenten e implementarlas a sus plataformas. Nvidia, por su parte -dicho de alguna manera- no la quiere; la hace. Provee un cimiento técnico que el resto de tecnológicas del planeta no pueden esquivar si quieren mantenerse al frente de sus respectivos mercados. Cabe de los otros fabricantes de su subsector se acerca: AMD, por ejemplo, otro gigante con importante actividad en el mundo de los procesadores gráficos, no llega a los 300.000 millones.
Sin techo
Más allá de los movimientos financieros, Huang ha anunciado en los últimos meses importantes adelantos en su oferta. Sin ir más lejos, el pasado mas de marzo del CEO puso sobre la mesa su nueva línea de procesadores con arquitectura Blackwell, específicamente diseñada para aplicaciones de inteligencia artificial generativa. Según el directivo, además, la demanda previa al salto al mercado de los productos presentados supera con mucho las previsiones de cualquier analista; hecho que garantiza «muchos ingresos» ya durante el presente curso. La innovación, además, no se para: si Blackwell quiere ser «el chip más poderoso del planeta» el 2024, el 2026 ya será desbancado por Rubin, la segunda familia de andamios tecnológicos especializados en IA que pose sobre la mesa la empresa. El CEO no corta su ambición: la suya es, asegura, “la tecnología para impulsar la nueva revolución industrial”; el cimiento material de las aplicaciones «definitorias de nuestra época».