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Balance Phone, el móvil catalán que enfrenta la adicción a las pantallas

Cada lunes por la mañana, los usuarios de iPhone reciben una notificación que puede dejarlos helados. Un globo de texto comunica las horas que su portador ha pasado mirando el dispositivo en los últimos siete días, y las cifras pueden ser, a menudo, espeluznantes. El problema de la adicción a las pantallas, lamenta el emprendedor Albert Beltran, está lejos de ser individual. De hecho, es estructural: el dispositivo, asegura, está diseñado para que se establezcan relaciones insanas. “La interfaz está pensada para crear dependencia, con estímulos, muchos colores y notificaciones optimizadas para llamar la atención”, comenta, en conversación con Món Economia. Alrededor del smartphone, además, las tendencias de consumo se han expandido más allá de cualquier umbral tecnológico: aplicaciones infinitas, plataformas de streaming con millones de horas de contenido y redes sociales en general convierten el aparato en un pozo sin fondo.

El mismo Beltran, y su socio Carlos Fontclara, se dan cuenta hace dos años de que padecen un mal similar, e intentan ponerle solución. “Al extremo, nos compramos un Nokia de hace 20 años. No duramos ni una semana”, recuerda el empresario. Era necesaria, pues, una solución funcional; que permitiera huir del agujero sin renunciar a la multitud de utilidades que aporta un teléfono inteligente. Beltran y Fontclara comienzan a trabajar en una idea que agrupara lo mejor de ambos mundos: “la simplicidad y la intencionalidad de un aparato antiguo con el valor agregado de uno actual, que cada vez es más”. Así nace Balance Phone, el teléfono catalán que aleja “todo lo que es potencialmente adictivo” del uso de la tecnología, con el objetivo de “reducirlo en tres horas diarias”.

La propuesta de valor de la compañía es sencilla: un aparato con un sistema operativo que permite el acceso a los contenidos y herramientas imprescindibles para el día a día de un usuario —aplicaciones de mensajería, navegación básica por internet, Google Maps—, pero que deja fuera de los límites las redes sociales, los contenidos infinitos y, por supuesto, rincones más perniciosos de la red como la pornografía o las apuestas. Lo hacen, además, de forma irreversible, en el propio software de los aparatos. Es, como afirma Beltran, el “punto diferencial” que les hace ganar frente a alternativas como las autolimitaciones de consumo o el control parental en el caso de niños y adolescentes. “Todo eso está muy bien, pero se puede apagar. En el momento en que la fuerza de voluntad toma protagonismo, es difícil que las soluciones parciales sean eficaces”, explica el cofundador. En un primer momento, los dos jóvenes piensan en un consumidor como ellos mismos: “minimalistas digitales” que buscan limitar su exposición a los contenidos en línea. Ahora bien, el verdadero nicho de mercado se revela por sí solo tan pronto como comienzan a desarrollarse. “Sin nosotros buscarlo, muchos padres se nos empiezan a acercar diciendo que esto era exactamente lo que buscan para dar su primer móvil a los hijos”, recuerda el emprendedor.

La infancia y la adolescencia, pues, se convierten en su primer foco a la hora de llevar adelante la solución, en tanto que ambos emprendedores la consideran una “urgencia”. “Cientos de padres lo piden, y es una gran oportunidad a corto plazo, porque no hay nadie más en Europa haciéndolo”, subraya Beltran. Las propuestas que había en el mercado eran extremadamente problemáticas, en tanto que a menudo eran costosas, poco intuitivas a la hora de instalarlas y, sobre todo, externas al aparato. Las aplicaciones de control parental, comenta Beltran, acaban generando “conflictos” entre padres e hijos por el control del uso; y las grietas son evidentes. Cuando la aplicación es ajena al terminal, eludirla es mucho más sencillo que si esta está imbricada en el producto. Por su parte, Balance Phone es inevitable, y “define muy bien todo lo que entra” sin alternativa para el niño.

Lo hace, además, con una cadena de valor de lo más concentrada: en un primer momento, recuerdan, se planteaba producir todo el aparato. Cuando ya tenían apalabrados proveedores, sin embargo, se hace evidente —a través de un análisis de otras soluciones del sector— que el verdadero valor de la solución está en el software. Entonces, el pasado mes de noviembre exponen la idea a Samsung, y llegan a un acuerdo para instalar el SO de Balance Phone en sus dispositivos. Un paso más, de hecho, para atraer tanto a los usuarios más jóvenes como a sus padres, en tanto que pueden poner en el mercado su idea con “garantías de calidad” y sin los elevados costos que supondría llevar a cabo un proceso industrial propio. Haber delegado la parte del hardware, además, permite poner el foco allí donde importa: que el sistema sea impenetrable, en línea con las demandas de los compradores. “Nuestra obsesión es ser fiables, que no se nos cuele nada”, sostiene Beltran.

Carlos Fontclara i Albert Beltran, cofundadors de Balance Phone / Balance Phone
Carlos Fontclara y Albert Beltran, cofundadores de Balance Phone / Balance Phone

Boca-oreja: el acuerdo con Parlem

Desde un rincón del sector tecnológico catalán, Balance Phone saltó al mercado hace dos meses, y fue un éxito inmediato en algunos entornos europeos. Beltran pone el foco, especialmente, en aquellos países donde ya se ha desarrollado una conciencia de buena gestión del uso de las pantallas por parte de niños y adolescentes. “Sin hacer nada en cuanto a comunicación, la mitad de nuestras ventas vienen del Reino Unido; y después, de los Países Bajos”, detalla el fundador. Se trata de dos comunidades con “asociaciones de padres muy potentes” que tienen muy presente el problema que supone la adicción a las pantallas en la primera adolescencia. “La ola que llega ahora al Estado, en UK ya estaba hace tres años”, lamenta; con “decenas de miles de padres” articulados para evitar que sus hijos hagan un mal uso de un teléfono que se ha vuelto imprescindible, incluso para ellos. El tercer mercado es el español, que crece poco a poco, pero que, a juicio de Beltran, está más que en camino.

Para acelerar este camino, la empresa anunció el pasado martes un acuerdo con la teleoperadora catalana Parlem Telecom para establecer canales de colaboración en términos comunicativos y comerciales. El CEO de la TelCo, Xavier Capellades, asegura que la propuesta de valor de Balance Phone ofrece “respuestas más sofisticadas” a una crisis que se había abordado con poca atención. Para proteger a los niños de los contenidos perniciosos de la red, considera Capellades, “no se debe prohibir la tecnología, no debemos darle la espalda, porque es una realidad absoluta”. En este sentido, Parlem ve una oportunidad de abrir “un debate profundo sobre dar un primer móvil a los niños”. “Como tecnológica de referencia en el país, se trata de acompañar, impulsar y evangelizar sobre la situación”, reflexiona el directivo; que admite la ironía de todo ello. “Puede parecer contraintuitivo que una TelCo busque que la gente use menos el teléfono, pero nos preocupa que haya un uso responsable de los dispositivos”, añade.

Beltran, así, espera que Parlem sea un trampolín para el público catalán, preocupado por el uso de la telefonía móvil en niños, pero no tan movilizado como el del norte y el centro de Europa. Así, el acuerdo con la firma de Ernest Pérez Mas le otorga “un altavoz súper interesante” para llegar a diversas capas de público que, seguramente, no habrían atendido con tanta proximidad Balance Phone fuera de los canales de su prestadora de servicios. Ambas empresas, pues, se posicionan para navegar una ola activista que parece, a su juicio, inevitable. “En Cataluña, la tendencia será la misma que en el Reino Unido. De aquí a no mucho veremos cómo nos parece impensable que un niño de 12 años consuma TikTok y otros contenidos sin barreras”, prevé Beltran. Capellades, por su parte, aboga por llevar a cabo un “debate sofisticado”, que permita que el consumidor catalán tome conciencia del problema sin aproximaciones fiscalizadoras que alejen la tecnología, en lugar de utilizarla correctamente. “Seguramente no tenemos todas las respuestas, pero es un reto que tenemos como sector tecnológico”, argumenta el CEO.

Los adultos, el siguiente paso

Una vez asentados en el segmento de la juventud, Beltran apunta a su objetivo original: el público adulto que aspira a una relación más saludable con su teléfono. La primera aproximación al mercado generalista se ha lanzado esta misma semana, con el salto al mercado del Balance Phone Pro, un Samsung S24 que une el sistema operativo antiadicciones con las especificaciones de un modelo de alta gama. Capellades ve, de hecho, un nicho igual de importante que el de los niños. “Vemos un cierto seguimiento entre los clientes, también los adultos, porque las adicciones a la tecnología les afectan igualmente”, asegura el CEO. En este sentido, la campaña en colaboración va dirigida al público generalista, y no solo a padres y adolescentes. En cuanto a los siguientes pasos técnicos, más allá de la seguridad, Balance Phone aspira, antes que nada, a ser cómodo. “La idea es ir mejorando el producto en cuanto a la experiencia del cliente y la configuración”, explica Beltran, empeñado en hacer su producto fácil de preparar para usar inmediatamente. Más allá de eso, las actuaciones sobre el consumidor —comunicativas, de difusión, publicitarias— están estrechamente relacionadas con la hoja de ruta seguida con Parlem. “Es necesario ganar notoriedad en mercados europeos, y eso implica hacer acciones en puntos clave”. Cataluña, sin duda, es uno de ellos.

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