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La «fractura social» de la vivienda: «Buscar piso por internet me deprime»

La crisis de la vivienda ha puesto a la ciudadanía catalana. Miles de personas -170.000, según la organización; 22.000 según la Guardia Urbana- se levantaron este sábado por la tarde para clamar contra los precios abusivos del alquiler. Esta problemática, sin embargo, no solo afecta a los inquilinos, sino que el aumento de los precios de la vivienda también ha convertido en una verdadera odisea convertirse en propietarios. Este es el caso de Marina, una vecina del barrio del Raval de Barcelona que ronda los cuarenta y, a pesar de intentar acceder a la compra de un piso durante años, cree que es “imposible” ahora mismo. De hecho, se siente una “privilegiada” de vivir desde hace un par de años sola de alquiler, aunque en 2021 estuvo a punto de comprarse un piso en el mismo barrio donde vive con «la ayuda» económica de los padres, pero terminó echándose atrás porque el piso requería unas reformas «que no se veían a simple vista»: «Me habría puesto una soga al cuello, no podría haberme pasado nada imprevisto», lamenta. Desde entonces, su perspectiva ha cambiado radicalmente: «He dejado incluso de buscar pisos en internet porque me deprimo», añade.

El suyo es un ejemplo del “corte generacional” y la «fractura social» a partir de los millennials en el acceso a la vivienda comparado con sus padres y abuelos, según los expertos consultados por la Agencia Catalana de Noticias (ACN), quienes alertan de la conformación de una “sociedad a dos velocidades” definida por si se heredan muebles. Para el investigador del Instituto de Investigación Urbana de Barcelona (IDRA) Jaime Palomera Cataluña vive “un cambio de época”, ya que las personas que nacieron a partir de los años 80 del siglo pasado y, en especial, los que empezaron a buscar casa “a partir de 2008” -el año del inicio de la crisis financiera-, se encuentran una realidad muy diferente que las dos generaciones anteriores. “Entre 1957 y 2008, había todas las facilidades para acceder a un piso de propiedad, a la compra a través de hipotecas”, relata. De hecho, la edad media de los inquilinos ha crecido de los 38 años hasta los 41.

Por su parte, la presidenta de Hàbitat 3, del Observatorio Metropolitano de la Vivienda de Barcelona y exsecretaria de vivienda del gobierno del tripartito, Carme Trilla, cree que buena parte de los millennials no heredarán ninguna propiedad de la generación boomer, ya que el aumento de la esperanza de vida empuja algunas propiedades hasta los «nietos o los bisnietos». En esta línea, aunque los más jóvenes -generación Z- creen que sí que tendrán propiedades en herencia, pero aun así las generaciones más jóvenes, incluyendo la millennial, vivirán una gran «fractura social»: «La gente de mi generación que ha podido hacer una vida semejante a la de mis padres es residual», apunta la inquilina del barrio del Raval.

Miles de personas por la macromanifestación por el derecho a la vivienda del 23 de noviembre en Barcelona / David Oller (Europa Press)

El «fin» de la meritocracia en la vivienda

Los expertos coinciden en que «la capacidad de ahorro de los jóvenes se ve recortada» si viven de alquiler, lo que acaba afectando a toda la generación. El acceso a la vivienda, dice, «marca toda la trayectoria» de la persona: «Si tú puedes tener un trabajo que te permita comprar una vivienda y llegas a los 45 o 50 años con una vivienda de propiedad ya pagada o medio pagada, abordas tu futuro de una manera diferente que si eres inquilino con unos alquileres que no sabes cómo irán», argumenta quien fue secretaria de vivienda durante el gobierno del tripartito. Es por este motivo, pues, que los dos especialistas aseveran que la sociedad ha quedado dividida en dos ritmos muy diferentes: los que se ven forzados a vivir de alquiler y los que, por cuestiones de la vida -generalmente herencia- tienen la oportunidad de comprarse un piso en propiedad.

Teniendo en cuenta esta diferenciación, Jaime Palomera considera que la crisis de la vivienda ha puesto fin al concepto de meritocracia -al menos, en este sentido de la palabra. «Pasamos de una sociedad en la que quien más quien menos podía comprar un piso, a costa de endeudarse, a una donde lo que define el futuro es si heredarás», asegura. «Si bien el ideal de la meritocracia ya estaba en crisis, esto acaba de destruirlo, porque hablamos de un mundo donde lo que cuenta no es tu trabajo, tu esfuerzo, sino en qué familia has nacido y si es con propiedades o no», continúa. Es por este motivo, de hecho, que el investigador remarca que «la mayoría» de las viviendas que salen a la venta se las quedan «multipropietarios, fondos de inversión y sociedades que las dedican al negocio del alquiler».

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