Comprar alimentos ecológicos supone, la mayor parte de las veces, pagar un extra para la calidad del producto. Ahora bien, un estudio reciente de Asufin muestra como llenar la despensa de este tipo de productos puede llegar a duplicar el precio de la cesta mediana de la compra de un consumidor, pasando de los 141 euros a unos 280.
Según el estudio publicado este miércoles, a pesar de la voluntad cada vez más generalizada de la población de optar por opciones de consumo más sostenibles, hay dos grandes barreras: el precio y la “desinformación”. Concretamente, han analizado hasta 109 productos ecológicos, con sus pares correspondientes no ecológicos, buscando siempre la relación más homogénea para poder comparar los resultados cuantitativamente. Fruto de este análisis se ha observado diferencias que van desde el 315% o el 290% en las galletas de avena o pan de molde, hasta una menor brecha, del 30% en el aceite de oliva o un 27% en los filetes de becerra.
El estudio de Asufin también hace una comparación entre supermercados con gama ecológica. Así, si se mira por cadenas, el estudio concluye que el sobreprecio más grande corresponde a Carrefour. Por detrás hay Alcampo, Aldi y El Corte Inglés. Finalmente, la entidad propone consumir más alimentos frescos y menos procesados y hacer un esfuerzo para analizar la publicidad y el etiquetado del producto para evitar confusiones y engaños.
Para orientar al consumidor, el estudio incorpora algunas claves que dificultan que tengamos una gama adecuada y competitiva de producto bio en los lineales de los supermercados, como son la inflación, la reduflación o inflación invisible. En este sentido, apuntan que la percepción errónea de no apostar por productos que consideramos de lujo, la falta de tiempo y la preocupación por la salud, que nos hace caer en reclamos erróneos.
En concreto, y en relación con la percepción, Asufin destaca que “la asunción de reclamos engañosos y prácticas de greenwashing generalizadas, que puede desincentivar el deseo de un consumo más sostenible”. A la vez, la entidad apunta que también se tiene que tener en cuenta el riesgo de publicidad engañosa, y evitarla “requiere un esfuerzo adicional para poder dirigir bien las elecciones hacia una cesta más sostenible”.





