La rosa es el emblema de Sant Jordi, pero la flor ya no es catalana. Las exigencias de cultivo y la carencia de relevo generacional han dejado Cataluña sin su principal aliciente para la fiesta. De hecho, hace años que la mayor parte de las rosas de Sant Jordi se compran en el extranjero. Si bien es cierto que en algún momento en el pasado, las Corts habían tenido el monopolio de las rosas del país, a medida que han ido pasando los años solo quedaban de pie dos producciones: Flors Pons y Cultius Beltrán, este último este año ya no participa de la fiesta, puesto que abandonó el cultivo de la rosa. Con todo, pues, Cataluña mantiene la tradición, pero se olvida del cultivo y el sector augura la extinción definitiva de la rosa de Sant Jordi catalana a partir del año que viene.
«Es muy complicado cultivar rosas», lamenta Miquel Batlle, presidente del gremio de mayoristas de Mercabarna-flor. Él mismo asegura que era una tendencia que claramente iba a la baja y que, por lo tanto, no es un hecho sorprendente que Cataluña ya no tenga producción de rosas autóctonas. En este sentido, hace años que los cultivos más extensos se encuentran en Colombia, desde donde a estas alturas se importa un 63% de las rosas que se vienen en el territorio catalán. Por orden, el país americano es la estrella de las ventas de rosas a comercializadores catalanes, seguido de Holanda con un 20% y el Ecuador con un 15%. Este último ha bajado posiciones este año por el mal tiempo, que ha provocado que los cultivos quedaran dañados y no se pudieran exportar.
La participación del estado español también es mínima, es decir, no solo Cataluña tiene pocos cultivos de rosas sino que las flores de origen nacional que se vienen, conforman el 2% del total y se encuentran sobre todo en Valencia. La razón principal de esta situación es la falta de relevo generacional, a pesar de que también se lleva una buena parte de la culpa las complicaciones que llevan los cultivos de rosas. De este modo, Batlle asegura que ya no existen grandes producciones ni en Cataluña ni en el estado español, porque «el negocio ya no está pasando de padres a hijos». «Actualmente, solo hay una producción activa en el Maresme«, añade el presidente del gremio de mayoristas de Mercabarna-flor.

Batlle habla, en concreto, de dos producciones. Cultius Beltrán ya decidió el año pasado que sería el último Sant Jordi de rosas catalanas para ellos y en algunas declaraciones a diferentes medios reconocieron que se había acabado el legado y, por lo tanto, la producción acababa en 2023. Por otro lado, Flors Pons es la última producción de rosas catalanas que queda. Situados en Vilassar de Mar, en el Maresme, continúan con su cultivo y comercialización de rosas. Los propietarios han preferido no hacer declaraciones al Món Economia, precisamente el ritmo frenético de estos días, puesto que «están muy atareados«. Aun así, continúan siendo una producción residual que desde el sector se pronostica que no tardará mucho a desaparecer.
Un Sant Jordi de 7 millones de rosas
Las previsiones de ventas de rosas por Sant Jordi de Mercabarna-flor confirman que este año se volverán a batir récords, con un total de siete millones de rosas vendidas, un 20% más que el año pasado. “Se venderán un millón más de rosas más”, ha explicado Jordi Valls, director general de Mercabarna-flor, durante la rueda de prensa de este miércoles por la mañana sobre previsiones de ventas. En cuanto al precio, las rosas no son ajenas a la inflación y su precio empezará a los cuatro euros e irá subiendo dependiente de la tipología, medida y accesorios de la flor.