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Energía compartida: Cataluña tiene el primer molino comunitario del sur de Europa

La transición energética es uno de los mayores retos de la sociedad catalana en la actualidad. Gobierno y empresas empiezan a mover macroproyectos para conseguir llegar a los objetivos europeos de sostenibilidad. Aun así, desde la ciudadanía y las empresas más pequeñas también han querido hacer algún paso adelante. En Pujalt, un grupo de empresarios y asociaciones ya hace tiempos que pusieron al marchar el primer aerogenerador comunitario del sur de Europa. Una fuente de energía financiada por 600 socios que tiene una potencia de 5,6 megavatios la hora y da la electricidad que equivale al consumo de unas 2.000 familias. Esta iniciativa nace el 2009 con la idea de parecerse a los primeros molinos de Dinamarca, estructuras muy rudimentarias, pero que eran financiadas por la ciudadanía. «La idea era levantar un proyecto -que ha acabado costando 2,8 millones de euros- con participación ciudadana», explica Josep Puig, uno de los impulsores de este proyecto.

Una de las partes más interesantes de esta iniciativa es la financiación compartida, es decir, no hay una gran empresa detrás de este molino, sino más de seis centenares de socios que están dispuestos a poner su granito de arena por la sostenibilidad. De hecho, la aportación económica la hicieron cerca de 600 empresas y familias adscritas y la resto del presupuesto fue asumido por SomEnergia, la energética catalana que también ha reconocido estar muy concienciada con el medio ambiente. Tal como explicaba Puig en unas declaraciones a la ACN el objetivo del proyecto es «democratizar las infraestructuras energéticas» y demostrar que «todo y las condiciones draconianas que han puesto los gobiernos, se puede generar electricidad colectivamente». Y es que, este proyecto fue entregado en 2012 a la Generalitat, pero no fue hasta finales de 2017 cuando llegó el molino en Cataluña y un año después empezaba a funcionar, la primavera de 2018.

El proyecto, que se denomina Vivir del aire del cielo fue creado por la compañía Eolpop, SL, que actualmente es la responsable de la promoción y la realización del molino y la encargada de emitir las cuentas participativas que hagan posible la propiedad compartida del aerogenerador. Josep Maria Albet, responsable de la bodega Albet y Noya, explica que sintió a hablar de este proyecto cuando todavía no habían acabado las trabas burocráticas, pero que reconoció sus fundadores, puesto que habían tenido una compañía -donde también participaba Puig- que creó el primer molino de viento de Cataluña en 1983. «Recuerdo que algunos de los impulsores tenían una empresa de fabricación de aerogeneradores, Ecotècnia, que después vendieron a una compañía alemana», explica.

Como la historia de Albet hay aproximadamente 600 más, gente que decidió sumarse a la propuesta de poder compartir una parte de la energía que produce este aerogenerador en Pujalt. Para poner cifras concretas al impacto de este molino, los impulsores aseguran que actualmente el molino genera 5.653 MW cada hora en el año. Y es que el aerogenerador trabaja un total de 2.405 horas el año, el que equivale a la generación de suficiente energía para poder alcanzar dos miles de familias. A pesar de que la participación es pequeña, Albet recuerda que «hay que dar un paso para la transición». Una opinión que también comparte Puig, puesto que explica que «cuanto más gente nos dedicamos a promover las renovables y más gente participe mejor, para que así vayamos echando del mercado las energías más sucias».

Un proyecto al milímetro

El responsable de la bodega Albet y Noya relata que su entrada a participar en esta iniciativa estuvo muy mesurada. De hecho, asegura que los mismos impulsores, a través de la suya página web, pedían saber la cantidad de energía que necesitaría un socio para «evitar la especulación». Y es que, tal como explica Albet, al sitio web de la iniciativa hay un apartado donde se pueden calcular los gastos energéticos de los socios con exactitud y después se convierten en megavatios. Con este último dato los impulsores pueden saber de manera exacta cuánta energía necesitará cada participante.

Placas fotovoltaicas
El proyecto de DEFCON8 ofrece la instalación de placas fotovoltaicas al techo de los edificios, entre otros medidas / Pixabay

Un ejemplo claro de la utilidad de este molino es la bodega de Albet. Y es que las viñas y el mismo establecimiento de Albet y Noya tienen un modelo de autoconsumo, es decir, los mismos generan la energía que utilizan. El molino de Pujalt se lleva la parte más grande, puesto que el 60% de la energía que usa la bodega proviene de esta iniciativa. Aun así, el otro 40% proviene de las placas fotovoltaicas que tienen en el tejado. «Cuando entramos en el proyecto Vivir del aire ya sabíamos que no necesitaríamos energía para cubrir todos nuestros gastos, porque las placas ya estaban sobre la mesa», reconoce Albet. Aun así, él mismo añade que el cálculo que hicieron con la página web del aerogenerador resultó ser la cantidad que actualmente utilizan.

Gracias a esta exactitud y la buena localización, el proyecto parece ser todo un éxito. Por parte de la bodega Albet y Noya afirman que solo con el primer año ya amortizaron un 10% de su inversión, pero el segundo esta cifra subió hasta el 20%. «Si todo va bien, el tercer año volveremos a conseguir otro 20%», explica Albet, quien añade que «podremos recuperar el dinero invertido antes del que esperábamos».

Primero Pujalt después Barcelona

Los impulsores del proyecto escogieron el municipio de Pujalt porque, según las declaraciones que hizo Puig durante la inauguración, «reunía todos los requisitos». De hecho, la comarca de la Anoia es una de las que más ha apostado para las energías renovables, puesto que también cuentan con diferentes parques eólicos dentro del territorio. Y es que la localización es muy provechosa, puesto que la Anoia es una de las comarcas donde las condiciones meteorológicas son más favorables para la instalación de parques eólicos, o en este caso, un solo molino colectivo. Puig explica que con el objetivo de «minimizar el riesgo», los impulsores buscaban un lugar donde hubiera una conexión fácil en la red eléctrica, donde ya hubiese medidores de los datos del viento, así como buenos accesos y Pujalt entraba dentro de los parámetros.

A pesar de que la iniciativa surgió para demostrar que era posible tener un molino colectivo en Cataluña, actualmente ya hay otro proyecto en marcha. «Se trata de uno Vivir del aire en Barcelona«, explica Puig, quien añade que todavía se encuentran en fase de pruebas, pero consistiría en la colocación de dos molinos de viento a Collserola. «Estamos haciendo el estudio medioambiental porque es en medio del parque natural, pero creemos que puede ser compatible», dice el impulsor.

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