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La emergencia climática, el improbable aliado del consumo de vino blanco

Las tendencias de consumo, normalmente, cambian por algún parámetro relacionado con la moda o el cambio de mentalidad de las sociedades. En este sentido, el consumidor acaba buscando aquel producto más afín en sus gustos. Este parámetro tan volátil está muy estudiado a las empresas, puesto que de él depende el éxito o el fracaso de los productos. Sin embargo, en contadas ocasiones, el cambio de tendencia no va ligado a un fenómeno interno, sino completamente externo. Es el caso del consumo del vino, que ha hecho un giro de 180 grados a causa del cambio climático y, donde antes el vino tinto se llevaba una gran cuota de mercado, ahora los escumosos y los vinos blancos empiezan a hacerse un lugar bastante notable. «No hablamos de peligro de supervivencia del vino tinto, pero sí que es cierto cambio de las preferencias del mercado», explica Xavier Cepero, vicepresidente de la Asociación Vinícola Catalana (AVC).

La relación entre el cambio climático y el vino tinto tiene una explicación bastante sencilla, pero los datos no lo acompañan del todo. Si bien es cierto que en las épocas más calurosas el consumo de vino blanco, rosado y escumosos gana bastante, el vino tinto siempre ha tenido su mercado, normalmente más maduro o con más experiencia en el mundo del vino. Aun así, la temperatura a la cual se toma de normal esta clase de vino no es la preferida en épocas de verano, puesto que se opta por productos con más frescura. «El hecho que haga calor no ayuda al consumo de vino tinto», explica Cepero. También Jaume Domènech, representando de la DO Cava de la JARC asegura que esta tendencia está tomando fuerza y que los escumosos están ganando terreno por su naturaleza fresca: «Siendo sinceros, vienen mucho más de gusto los escumosos», dice. Así pues, cuando el cambio climático provoca que en los veranos haya altas temperaturas durante más tiempo, no es de extrañar que el consumidor prefiera refrescarse.

Otro de los problemas que está afectando el vino tinto es su maduración. El calor provoca que esta clase de vinos maduren más tarde, el que hace que su graduación sea más alta. «Antes los vinos tintos no llegaban a los 13 grados y ahora pasan de los 14», reflexiona Cepero, quienes también reconoce que es un vino que tiene que ir acompañado de comer «por no coger dolor de cabeza». Tanto él, como el representante de la JARC aseguran que a pesar de que no hay cifras suficientes relevantes por habla de un cambio de tendencia, la población cada vez se siente más identificada con los vinos más frescos. Esta es una opinión que también comparte el director de Castell de Perellada y también vicepresidente del AVC, Eugeni Llos, quien -a pesar de que niega el cambio de tendencia o el peligro de la supervivencia del vino tinto- confirma que «los jóvenes prefieren el vino blanco al vino tinto, pero no es un dato notable».

Copas de vino / EP
Copas de vino / EP

Domènech, pero, insiste que es una tendencia creciente, puesto que sus fuentes que se dedican a las ventas le explican que la gente pide vinos más frescos y con poca consistencia. Él asegura que una de las pruebas de este cambio de paradigma es La Rioja, uno de los territorios donde más vino tinto se produce y la primera que se ha adherido a la iniciativa europea de destilar las existencias de vino sobrantes. «Allá tienen mucho stock acumulado y no saben qué hacer de tanto vino tinto», continúa. Además, el mismo representante de la JARC también explica que otro factor que demuestra que la tendencia está cambiando son las campañas publicitarias. «Si nos fijamos, cada vez hay más promoción de vinos blancos, rosados y escumosos» dice.

Un conflicto bidireccional

El cambio climático, aparte de afectar el consumo de las personas, también afecta las cosechas. Tanto es así que la sequía se ha convertido en uno de los conflictos más importantes del sector vinícola, con una cantidad de cosechas malogradas a causa de la falta de lluvia. Esta situación ha puesto en alerta a muchas bodegas que se encuentran ante una situación complicada, donde -a pesar de que la demanda no sube- las existencias se reducen. «El cambio climático se ha convertido en el gran reto del sector del vino», dice Llos, quien reconoce que hay muchas bodegas que ya trabajan para intentar que estas nuevas temperaturas no acaben para destruir las plantaciones.

Por otro lado, los fenómenos meteorológicos también provocan una gran incertidumbre en las cosechas. No es ningún secreto que una granizada puede llegar a malograr gran parte de la producción de vino de una plantación. Precisamente este cambio de tiempo tan brusco ha provocado que zonas que no habían sido grandes productoras de vino se hayan convertido en los nuevos espacios perfectos por la producción, como por ejemplo lo Pallars.

En peligro el consumo de vino

El cambio climático, pero no es el único problema al cual se enfrenta el sector vinícola. Según explica el vicepresidente del AVC, la tendencia global de consumo del vino cayó un 5% en 2022 y parece que este 2023 también habrá una caída del consumo. «Esta es la verdadera preocupación del sector», explica Llos, quien reconoce que si se reduce el consumo es muy complicado que todas las bodegas sobrevivan. En este sentido, el experto habla de una reorganización de la cultura de compra del consumidor, en otras palabras, el volumen ya no es el parámetro principal, sino que se premia mucho más el valor del producto. «España y Alemania se está revalorando el vino y el cliente prefiere un producto de calidad», asegura. Aun así, la caída mundial del consumo continúa siendo una preocupación, puesto que por mucho que haya una clara tendencia al consumo de calidad, «las bodegas no vienen suficiente en el cliente nacional», lamenta el experto, quien también afirma que «se vive mucho de la exportación».

Con todo, pues, no es solo el vino tinto el que se encuentra en medio de este cambio de tendencia, sino que todo el sector está sufriendo las consecuencias de los cambios. Por un lado, la sociedad ha hecho un viraje hacia vinos más suaves, el que deja en la estacada el tradicional vino tinto. Por la otra, el cambio climático afecta toda la cosecha y provoca cierta preocupación al sector por la supervivencia de todas las producciones. Con la apuesta por la calidad del producto por bandera y la mirada puesta en la exportación, las bodegas se enfrentan el que podría ser uno de los años más duros para la profesión.

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