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El conflicto en Gaza hace tambalear la falsa estabilidad del mercado energético

El precio del petróleo vuelve a subir después del anuncio del ataque de Hamás contra Israel y la suya posterior respuesta. Sin que los países sean importadores y exportadores de crudo, la inestabilidad de una guerra se traduce en pánico y este hace crecer la especulación de todas aquellas situaciones que podrían hacer que la energía fuera escasa. El resultado de todo esto es un aumento de los precios del petróleo que se reflejan -otra vez- en el precio del carburante y ponen en peligro la falsa estabilidad de un mercado que no ha dejado de oscilar desde el estallido de la pandemia, pasando por la crisis posterior de materias primas y transporte y la guerra de Ucrania. En concreto, en la apertura del mercado bursátil de este martes, el precio del barril de petróleo de calidad Brent, la referencia europea, subía un 3,64%, hasta los 87,34 dólares, mientras que el Texas se situaba en 85,80 dólares, un 3,26% más, ambos afectados por la escalada de las tensiones a Oriente Próximo.

«El conflicto entre Hamás e Israel provoca el temor social de un posible contagio al resto de la zona, ya de por sí inestable y delicada», explica Lluís Nieves, director general de Petronieves. Él mismo reconoce que la proximidad con Irán y la relación con los países Saudíes que tiene Israel podrían caer en cualquier momento. Además, las restricciones relacionadas con el conflicto en Ucrania y el recorte del suministro de Rusia y Arabia Saudí, solo hacen que aumentar la presión de un mercado que cada vez parece recuperarse vuelve a caer. Sin embargo, todavía no hay una certeza absoluta que los precios experimentarán una subida más elevada de la que llevamos viendo los últimos meses, pero «la especulación juega mucho con el miedo de la gente y los conflictos», aseguran algunas fuentes del sector de los carburantes.

Si recordamos las cifras del barril de Brent podemos ver que las subidas han sido significativas, pero en ningún caso llegan a las cifras estratosféricas que se han visto en otros conflictos bélicos. Nieves reconoce que «las crisis geopolíticas actuales no tienen la misma repercusión que tenían otros conflictos precedentes similares, como por ejemplo el que produjo en 1973 que se cuadruplicaron los precios». El experto habla de la Guerra del Yom Kippur, donde participaron otros países árabes que -de momento- no han entrado en el conflicto: «Estamos hablando que en aquella época se implicaron directamente países como Egipto, Siria o Jordania«, recalca Nieves, quien también asegura que la dependencia del combustible fósil no es la misma que hace 50 años y, por lo tanto, «el impacto podría ser inferior».

Imagen de uno de los bombardeos israelitas a la franja de Gaza / EP
Imagen de uno de los bombardeos israelitas a la franja de Gaza / EP

En entredicho el equilibrio entre la oferta y la demanda

Las fuentes del sector que ha consultado Mundo Economía también coinciden al remarcar que no solo se trata de un conflicto que pueda afectar la oferta, sino también la demanda. En este sentido, no hay ninguna duda al pensar que si hay un conflicto activo entre Hamás e Israel y este se extiende por el Oriente Próximo, muchas de las refinadoras y productoras de crudo de los países próximos a la guerra se verían afectadas. «El que provocaría una caída de la oferta», avisan. Por otro lado, simpatizantes con la causa israelí también podrían cesar el aprovisionamiento por razones ideológicas, el que también repercutiría en la escasez de la oferta y -finalmente- el aumento de precio del combustible fósil. Es por eso, que Nieves remarca que «es normal que después del estallido de la guerra se haya registrado un repunte importante de un 3,9% barril el Brent y el 4,2% el de Texas», pero él mismo asegura que el mercado esperaba «un incremento más grande».

Ahora bien, el conflicto sube su grado de gravedad cuando no solo se teme por la escasez de oferta sino por la rebaja también de la demanda. En este sentido, los países próximos al conflicto podrían tener problemas para exportar el crudo, puesto que el transporte podría verse afectado por la situación de tensión. De este modo, algunos de los países que trabajan con las ventas al exterior de petróleo también podrían quedar aislados de sus compradores, el que haría que se reorganizara el mercado de forma que ya no se tuviera que atravesar territorio israelí. «Por la banda de la demanda también hay dudas, ahora con más cimiento por alguna restricción a la movilidad, como viajes en la zona».

La escasez de producto depende de la OPEP

La decisión de la OPEP por los próximos meses será definitiva para acabar de entender qué pasará con el mercado a partir de ahora. Es evidente que el que Organización de Países Exportadores de Petróleo, conocida por sus siglas, es el máximo responsable del aumento o reducción de la oferta de petróleo. Este organismo ha hecho tres reducciones voluntarias durante el verano, la última, anunciada el pasado septiembre, extiende hasta finales del 2023 una contracción productiva que puede llegar al millón de barriles de petróleo: «Los movimientos del mercado a medio plazo dependerán mucho del que decida hacer la OPEP», explica Nieves, quien asegura que «si decide reducir la producción está claro que el precio subirá de una manera relevante». De hecho, según el informe que presentó la entidad el pasado lunes en Viena, el consumo continuará aumentando mínimo hasta el año 2045, el que podría significar algunas subidas de precio si la organización persiste en reducir la producción de petróleo.

Con todo, el conflicto entre Hamás e Israel solo reabre algunas heridas que no habían cicatrizado bien en el sector de la producción de petróleo, ahora bien, hay que tener en cuenta que una nueva guerra puede reavivar la tendencia alcista de los precios. De momento, la especulación ya ha jugado su carta y los valores de algunas empresas productoras han caído en bolsa. Paralelamente, el barril de Brent también ha visto incrementado su precio. A pesar de que los expertos coinciden que es temprano para saber cuál será el desenlace de la situación, una vez más queda en evidencia la fragilidad del mercado del petróleo que, a pesar de ser resiliente a las adversidades, los cambios de tendencia acaban para repercutir en el bolsillo de los consumidores.

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