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El combustible sostenible compite sin recursos contra la electrificación

Las opiniones sobre la electrificación como vía prioritaria para el cambio del modelo de movilidad son variadas. Hay aquellos que piensan que es la manera más eficiente de dejar de contaminar el planeta y otros que tienen la sensación que esta iniciativa se ha llevado a cabo sin tener los parámetros claros. El que sí que es cierto es que el estado de las infraestructuras para mantener el modelo de coche eléctrico en Cataluña -y en el estado español- se encuentran muy lejos de lograr los objetivos que marca la Unión Europea. Con todo, pues, fabricantes, distribuidores y usuarios empiezan a reflexionar sobre otros métodos para conseguir la deseada descarbonización, entre ellos la producción de combustibles sostenibles, pero con recursos limitados, puesto que la mirada gubernamental continúa postrada en el futuro eléctrico, por más lejano que parezca.

«El coche eléctrico es el futuro, pero necesitamos un tiempo de convivencia con otras clases de movilidad, incluso el modelo de combustible fósil», explica Jaume Roura, presidente de la Fecavem (Patronal Catalana de la Distribución de Automoción). Desde su perspectiva, todos los esfuerzos que se han puesto en el coche eléctrico no han estado muy enfocados: «Es como si empezáramos una casa por el tejado, se puede construir, pero será mucho más complicado sin haber puesto unos buenos cimientos». En este sentido, el experto asegura que tenemos que ganar tiempo y, por lo tanto, se tiene que tomar conciencia que el coche eléctrico no es la única solución, a pesar de que sea la que más apoyo ha recibido.

En este punto, algunos expertos ya miran hacia otro lado y se han iniciado algunas investigaciones para hacer más eficiente aquello que conocemos como combustible alternativo o sostenible. Esta versión del carburante fósil estaría hecha de materiales que no necesitan combustión para funcionar: «Sin combustión no hay tanto riesgo de contaminación», explica el director general del Grupo Moure, Manel Montero, quien añade que las modificaciones que necesitarían los fabricantes de coches tradicionales para funcionar con este producto serían «mínimas». Otras opiniones, pero, remarcan que los combustibles alternativos todavía no son una opción, puesto que tal como explica Josep Nadal, clúster mànager del CIAC, “no se ha podido probar su viabilidad”.»A la larga su precio es más alto que la inversión que se necesita para comprar un coche eléctrico”, añade.

El porqué de la carencia de recursos para poner en marcha un proyecto de investigación o bien de producción de combustible sostenible va relacionado con el poco conocimiento que hay sobre esta alternativa. En parte, los gobiernos han puesto la mirada en la electrificación y esto ha echado de la tabla de diálogo cualquier otra propuesta que no estuviera relacionada con el coche eléctrico. «Su priorización ha sido una decisión política», relata Montero, a pesar de que Navidad también asegura que «es una cuestión de equilibrio entre la disponibilidad tecnológica y el provecho que se pueda sacar». En otras palabras, el clúster manager del CIAC explica que hace una década que se investiga en la electrificación y «apenas ahora vemos los primeros resultados», así que él mismo remarca que «todavía es muy temprano por saber la viabilidad de los combustibles alternativos». Sea como fuere, el punto de partida es que el combustible sostenible es una propuesta que apenas se empieza a investigar, pero de momento la electrificación persiste como opción principal.

Un cargadero de Etecnic al puerto de Sant Carles de la Ràpita / Acción
Un cargadero de Etecnic al puerto de Sant Carles de la Ràpita / Acción

Unas infraestructuras que no llegan

Uno de los problemas más recurrentes que surgen al habla del coche eléctrico es la carencia de infraestructuras para favorecer el uso de esta clase de movilidad. En este sentido, según afirma en un comunicado la Asociación Empresarial para el Desarrollo e impulso de la Movilidad Eléctrica (Aedive), los puntos de recarga ultrarrápida, de una potencia de carga superior a los 50 kilovatios (kW), han crecido un 59% en el acumulado de los últimos nueve meses, en comparación con los datos del final del año 2022, con 2.056 estaciones en el estado español, pero continúan muy por debajo las cifras que pide Europa. Ante este conflicto, Montero asegura que si se invirtiera más en los combustibles alternativos «no haría falta ningún cambio en las infraestructuras» y, por lo tanto, «serían de mucho más fácil implementación». También Roura reconoce que ha habido cierta «precipitación» al poner en marcha todos estos proyectos de electrificación y que, en la hora de la verdad, «basura tarde».

Una cuestión de precio

Si dejamos de banda la investigación, el principal motivo por el cual los combustibles sostenibles no son una opción viable para algunos expertos es su precio. Según los últimos datos que aporta el director general del Grupo Moure, el diésel sintético (el primer combustible sostenible que se ha empezado a comercializar a pequeña escala) triplica el precio del diésel normal, que ya se encuentra hinchado a causa de la inestabilidad del mercado petrolero. Esta tesis mujer la razón a Navidad, quien asegura que «a pesar de que el coche eléctrico es más caro, a la larga sale barato». En este sentido, el experto reconoce las carencias en las ayudas gubernamentales por el coche eléctrico, pero lo continúa poniendo como opción viable. Montero, por su parte, reconoce que el diésel sintético tiene todavía un precio elevado, a pesar de que identifica un culpable claro: la carencia de producción al por mayor. “Es una opción válida, pero se necesita una apuesta clara y una fabricación a gran escala”, sentencia.

Pero, no es solo el precio del producto final el que también tiene dividido el sector. «Se está investigando, pero hay grandes dificultades para encontrar gente que invierta», describe el presidente de la Fecavem. En este sentido, toda la cadena de valor del automóvil se está viendo afectada por esta necesidad inminente de la electrificación y, por lo tanto, los proyectos que no tienen este fin, pasan desapercibidos, tanto por el usuario, como por los mismos gobiernos. Nadal argumenta que esta carencia de interés va relacionada con los beneficios empresariales de una compañía: «Las empresas invierten para obtener un retorno y de momento este campo todavía no está bastante explorado». Una opinión que choca con la del director general del Grupo Moure quién recalca que «es una alternativa real».

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