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Burocracia y pocos cargaderos: un cóctel de problemas para el coche eléctrico

Casi ocho de cada 10 ciudadanos del Estado español aseguran que no se plantean adquirir un vehículo eléctrico. Con estos datos arranca el informe anual de Radiografía de los Hábitos de Movilidad de los Españoles de compañía Alphabet. Comprar un coche eléctrico acaba siendo una inversión de riesgo, puesto que no solo son más caros que los de combustible fósil sino que en el estado español –y Cataluña no es una excepción– el despliegue de cargaderos públicos es escaso. Con estas dos variables sobre la mesa, el estudio confirma que no hay ninguna certeza que en 2030 se lleguen a cumplir los objetivos sostenibles que marca Europa. Mientras tanto, el gobierno español continúa sin simplificar la burocracia que se necesita para obtener permisos y ayudas, una situación que todavía pose más trabas a los compradores y empresas que quieren hacer un cambio sostenible.

«Los problemas que se presentan cuando quieres comprar un coche eléctrico son tres: el precio, su autonomía y donde cargarlo», simplifica Félix Garcia, portavoz de la Asociación Nacional de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac). Para Garcia las dificultades que ven las personas que quieren obtener uno de estos vehículos son tan grandes que muchas veces opten por no embarcarse en este camino. Paralelamente, el informe de Alphabet ha asegurado que solo el 7% de los ciudadanos utiliza el coche eléctrico para los suyos desplazamientos, y solo el 3% lo hace habitualmente, una cifra muy baja, aunque un punto más que hace un año. Ambos datos confirman, pues, que no solo es una cuestión del acceso a esta clase de vehículos, sino de la percepción del usuario que tienen utilidad.

El precio es el problema más grande para los usuarios. Si bien es cierto que existen ayudas gubernamentales para la adquisición de un coche eléctrico, muchas veces funcionen como una financiación. «Es tan pesada el papeleo que puedes tardar uno o dos años a recuperar el dinero», explica Félix Garcia. Reconoce que con las ayudas un vehículo eléctrico es más barato. De hecho, según un estudio de la misma Anfac, se calcula que con el plano Moves (iniciativa de ayudas estatales a los compradores de coches eléctricos) los usuarios se llegan a ahorrar un total de 4.000 euros y un 15% del IRPF de la compra. «Son aproximadamente unos 10.000 euros más baratos». Garcia recuerda, aun así, que igualmente los compradores tienen que avanzar una cantidad de dinero que muchas personas no tienen.

El segundo problema a tener en cuenta en la hora de comprarse un coche eléctrico es la autonomía del vehículo. Muchas veces, los usuarios no compran el coche adecuado para sus viajes, y esto hace que en muchas ocasiones sea más tedioso coger un vehículo eléctrico. «Un 45% o 50% del gasto del coche se basa a saber elegir qué tipo de vehículo necesitas», expresa el portavoz de la asociación. El poco conocimiento del medio, pues, hace que muchos usuarios no vean como una ventaja la obtención de un coche eléctrico. Estas declaraciones coinciden con los datos del informe de Alphabet, que aseguran que solo al 60% de los encuestados los gustaría utilizar un vehículo eléctrico para sus desplazamientos, 18 puntos porcentuales menos que las respuestas que dieron hace diez años. En aquella época, siete de cada manantial veían en el coche eléctrico la solución para la movilidad urbana, dato que ahora cae hasta el 18%.

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Pocos puntos de recarga, un problema añadido

La tercera pata que describe Garcia es la escasez de puntos de recarga. En este sentido, el portavoz reconoce que hay alrededor de 29.000 puntos de recarga en todo el estado español, pero que solo unos 7.000 no son operativos. «Estamos hablando del hecho que hay muchas trabas administrativas para poner en funcionamiento estos productos», recalca el experto, quien también reconoce que los «trámites que tendrían que durar semanas pueden alargarse años». En este sentido, sin suficientes cargaderos es menos probable que un usuario se plantee tener un coche eléctrico. «Siempre hay el miedo de quedarse sin batería y sin poder cargar el coche», lamenta el portavoz del Anfac.

A esta complicación también se suma la baja potencia de los cargaderos públicos. Tal como explica el informe de la asociación, se necesitan cargaderos de una potencia de aproximadamente 150 kilovatios (kW) o más, puesto que sin esta capacidad un coche normal podría llegar a tardar 3 horas a cargarse del todo. «Actualmente, los cargaderos que tenemos son de 22 kW o menos«, dice Garcia, quien reivindica la necesidad de aumentar esta potencia para hacer más atractivo el uso del coche eléctrico.

Pero no todo son malas noticias para los usuarios del coche eléctrico. Según afirma en un comunicado la Asociación Empresarial para el Desarrollo e impulso de la Movilidad Eléctrica (Aedive), los puntos de recarga ultrarrápida, de una potencia de carga superior a los 50 kilovatios (kW), han crecido un 59% en el acumulado de los últimos nueve meses, en comparación con los datos del final del año 2022, con 2.056 estaciones en el Estado español. Siguiendo en la línea del que advierte Garcia, pero, más de la mitad de los puntos de recarga operativos son inferiores a 50 kW, mientras hay 492 conectores con una potencia mayor a 250 kW. 9.040 unidades son inferiores a 22 kW, al mismo tiempo que 9.280 son de una potencia exacta de 22 kW, y 7.044 puntos se encuentran entre los 22 y los 50 kW.

Pensar en global y en línea con Europa

Los objetivos sostenibles no son una idea que ha tenido el gobierno español, sino que son pactados por los estados miembros de la Unión Europea en Bruselas. Así pues, llegar a los datos de descarbonización y de uso del vehículo eléctrico para 2030 son prácticamente una obligación. Es por eso que Garcia reconoce que se incentiva mucho el usuario para comprar un coche eléctrico, pero se deja de banda las empresas, que son una parte muy grande del parque de vehículos del Estado español. «No puede ser que no haya ayudas para aquellas empresas que quieran tener una flota sostenible», lamenta el portavoz de Anfac. De hecho, la implicación de las empresas en esta carrera para llegar a los objetivos europeos podría suponer un antes y uno después. Según los datos de la asociación, el Estado español se encuentra en un 11% de implementación, mientras que a Portugal –después de dar incentivos en las empresas– ya llegan al 28% o 29%.

Con todo, pues, el coche eléctrico continúa siendo una apuesta futurista para muchas personas, sobre todo por su precio, pero también por la carencia de conocimiento de su utilidad en trayectos cortos. Si añadimos a estos problemas el poco despliegue de cargaderos eléctricos y la cantidad de burocracia para obtener las ayudas, acabamos con el cóctel perfecto de problemas por no escoger un eléctrico en la hora de cambiar de coche.

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