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El aumento de precio de los vinos hace peligrar la solvencia del sector en Cataluña

Los alimentos han sido uno de los productos que más han sufrido la inflación de los precios en los últimos meses. Dejando de lado la energía y los carburantes, el carro de la compra ha sido el más perjudicado por el desequilibrio de la economía. Estas oscilaciones han dejado tocado todo el sector que, en varias ocasiones se ha quejado del poco margen que tienen cuando se aumentan los costes de producción. Dentro de este grupo, pero, uno de los ámbitos en el cual más ha aumentado los precios son las bebidas alcohólicas, entre ellas el vino, que ha visto su precio de salida al mercado incrementado exponencialmente en el último año. Esta situación ha provocado complicaciones dentro de los dos extremos de la cadena de valor: los agricultores y los consumidores

La cadena de valor del vino aglutina muchos sectores, que a la vez están conformados de muchos trabajadores. Es por eso, pues, que cuando el precio cambia, automáticamente afecta una gran parte de la cadena, pero sobre todo a los productores y los consumidores, es decir, los que cosechan la uva y los que compran la botella. La tasa anual del Índice de Precios al Consumo (IPC) para el apartado de bebidas alcohólicas ha experimentado un incremento del 5,5%, subiendo 0,4 puntos respecto al mes anterior, según datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Esta variación en los precios, aunque significativa, supone implicaciones en el sector vinícola, desde la producción hasta la mesa. Además, si lo comparamos con el mismo mes del año pasado, podemos comprobar que a pesar de que la bajada ha sido mayor -el febrero de 2023, la inflación se encontraba alrededor del 9%- todavía hay una tasa de aumento de precios bastante elevada para hacer sufrir el bolsillo.

De este modo, pues, cuando la cadena de valor vive subidas del coste de producción, el precio acaba viéndose afectado y el consumidor se encuentra con botellas de vino más caras del que se espera. Los cambios en el IPC para bebidas alcohólicas pueden atribuirse a múltiples factores, incluyendo la fluctuación de costes de producción, la cadena de suministro, las condiciones climáticas que afectan las cosechas y, por supuesto, la demanda del mercado. Paralelamente, el aumento de gastos no siempre se refleja en el salario que se da a los agricultores, que ven que por el mismo trabajo, les quedan menos márgenes para explotar. Una situación que estrecha el cinturón a los viticultores, pero también los clientes. Aparte, también hay que recordar que este es uno de los sectores que siempre se recorta en el momento de las subidas de precio, y se acaban convirtiendo en productos «de lujo».

Varias copas de vino en la Barcelona Wine Week / ACN
Varias copas de vino en la Barcelona Wine Week / ACN

Las complicaciones en los dos extremos de la cadena de valor

Es evidente que tanto agricultores como consumidores son los que más afectados se ven por esta situación. En cuanto al primer grupo, el aumento de precios se traduce en una presión excesiva sobre los costes de producción. En otras palabras, la viticultura -que necesita una inversión significativa de tiempo y recursos- se ve implicada de manera directa por el encarecimiento de materias primas como la uva o los materiales esenciales para hacer el vino, por ejemplo las botellas. Un problema, pues, que incrementa los gastos sin que el aumento del precio del producto final los repercuta, porque la diferencia se queda en los márgenes. Es decir, a pesar de que el producto sea más caro al supermercado, la diferencia no llega al bolsillo del campesino.

Desde la perspectiva del consumidor, el incremento en el precio de las bebidas alcohólicas hace que la elige sea mucho más cuidadosa y pequeña, es decir, los clientes se vuelven selectivos con el que compran, sobre todo cuando no son productos esenciales. En este sentido, los usuarios deciden reducir sus compras y, a la vez, centrarse en los productos que los interesan más con relación a la calidad y el precio. En definitiva, un ciclo virtuoso entre ahogamiento de los productores y reducción del gasto de los consumidores que acaba para desequilibrar la solvencia del sector.

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