Cada plato probado nos conecta con recetas transmitidas de generación en generación y que, además, están elaboradas con ingredientes frescos y locales. Comer en estos lugares nos acerca a las raíces, al mismo tiempo que promovemos la economía local y creamos un vínculo profundo con la tierra y sus productores.
Esta es la historia de muchos restaurantes y, especialmente, de uno que descubrimos en el corazón de Girona. Se trata de Casa Marieta, que con su entrada de arcos y el suelo de cuadros blancos y negros conserva este espíritu desde finales del siglo XIX.
Casi un siglo y medio de historia
Los orígenes de Casa Marieta se remontan a 1892, cuando Maria Vinyoles, conocida popularmente por sus vecinos como la Marieta, comenzó a regentar la fonda de Can Bartrol. Era un lugar que combinaba alojamiento y restauración para viajeros y comerciantes que pasaban por la comarca.
Aunque la Marieta era la cara visible del negocio, no fue hasta 1901 cuando Maria adquirió oficialmente el local. No sabía que con aquel acto comercial estaba asegurando la continuidad de la tradición familiar hasta bien entrado el siglo XXI. A lo largo de tres generaciones, la casa ha sido un referente gastronómico, además de un testigo de la vida cotidiana y de la historia de la ciudad.
Hoy día, Casa Marieta ofrece una cocina catalana de mercado y de temporada. Esto significa que sus platos caseros están elaborados con productos comprados, cosechados, criados o creados por productores locales.
Entre sus delicias destacan el pollo con cigalas, el bacalao con muselina de ajos suaves o la crema catalana. Cada propuesta culinaria se puede acompañar con los vinos de su bodega, donde reposan botellas cuidadosamente seleccionadas y que, en conjunto, han mantenido viva la herencia y el espíritu de la familia Vinyoles.

El menú del hogar
Toda la carta de Casa Marieta rinde un sincero homenaje a la cocina catalana de siempre. En su cocina casera con aroma de hogar, cada plato refleja la esencia de la tradición y de los productos locales de temporada.
Los sabores cambian según la época del año, pero todos conservan la autenticidad que ha caracterizado el restaurante desde que, en 1892, la Marieta se hizo cargo del lugar.
En otras palabras, durante más de un siglo ha ofrecido calidez familiar y acogedora a sus clientes. Entre sus especialidades (que te recomendamos que pruebes) destacan los caracoles Casa Marieta, el pato con peras, los canelones de la abuela o el suquet de pescado.
Cada uno de ellos es elaborado con ingredientes frescos, sin conservantes ni químicos, y con un punto de cocción impecable que combina la tradición con nuevas técnicas gastronómicas.
La butifarra con judías o la terrina de habas a la catalana son otros ejemplos de cómo una cocina sencilla puede llenarse de lujo y memoria, adaptándose a las tendencias culinarias modernas sin perder su esencia.
El xuixo legendario
Si decides hacer un recorrido gastronómico por Casa Marieta, no podrás terminarlo sin probar su xuixo de Girona, el dulce más emblemático de la ciudad. En este restaurante centenario es preparado de manera artesanal, siguiendo la receta tradicional.
Se trata de un pastel frito relleno de crema y espolvoreado con azúcar, que sorprende por el contraste de sabores y texturas: crujiente por fuera y tierno por dentro. Su origen se remonta a comienzos del siglo XX, cuando las pastelerías locales comenzaron a experimentar con recetas de masa frita rellena de crema, coincidiendo con el nacimiento de Casa Marieta como negocio familiar.
El nombre xuixo proviene del sonido que hace la masa al freírse. Pero va más allá: es una onomatopeya que refleja la tradición artesanal del producto.
Además de su sabor, el xuixo de Girona es también un símbolo cultural y representa la dedicación de los pasteleros locales, la identidad de la ciudad y la preservación de las recetas tradicionales catalanas con productos de proximidad.
Por eso es un emblema de Casa Marieta. ¡Tienes que probarlo!