Este fin de semana, Camprodon se transforma en la capital catalana de la galleta. El encantador pueblo del Ripollès celebra una nueva edición de la Fira de la Galeta, un homenaje a su tradición más dulce, a su historia artesanal y a los aromas que lo han hecho famoso más allá del Pirineo.
Más de 50 variedades de galletas artesanas, conciertos, magia y talleres familiares llenarán las calles empedradas de este municipio medieval. Detrás de esta cita está Galetes Birba, la histórica fábrica fundada en el siglo XIX que, desde hace más de cien años, endulza los recuerdos de generaciones enteras. Este fin de semana, la fábrica, el pueblo y su historia se volverán a fundir en un solo aroma: el de la mantequilla recién horneada.
Camprodon, un escenario medieval para una cita muy dulce
Camprodon es uno de esos pueblos que parecen detenidos en el tiempo. Su puente románico sobre el río Ter, sus calles estrechas y sus fachadas de piedra le dan un encanto singular que, en otoño, se multiplica con los tonos dorados de los árboles del Pirineo. En medio de este escenario de cuento, el aire se impregna estos días de un olor que lo hace aún más acogedor: el de las galletas que se preparan para la gran feria anual.
Durante todo el fin de semana, el casco antiguo se llenará de puestos decorados con cintas y cajas de galletas, con familias y visitantes que pasean entre hornos, obradores y tiendas locales. Los niños disfrutan amasando sus propias galletas en los talleres, mientras los adultos prueban las variedades clásicas y descubren nuevas, elaboradas por maestros pasteleros de toda Cataluña. El ambiente, entre festivo y familiar, convierte a Camprodon en un pequeño paraíso para los amantes del dulce.
Birba: más de un siglo de historia y sabor
La historia de Galetes Birba es también la historia de Camprodon. Fundada en el año 1893, la marca nació como un pequeño obrador familiar que elaboraba galletas con ingredientes naturales: mantequilla, harina, azúcar y huevos. Nada más. Esta receta sencilla, sin conservantes ni aditivos, sigue siendo la base de sus productos más emblemáticos más de un siglo después.
“El pueblo y la galleta crecieron juntos”, se suele decir entre los vecinos. Y no es una exageración. La fábrica Birba ha dado trabajo a generaciones de camprodonenses y se ha convertido en un símbolo de identidad. Su logotipo, con el característico dibujo del puente viejo, es casi un emblema del municipio. Muchos visitantes aprovechan la feria para comprar las tradicionales cajas metálicas, auténticas piezas de colección que guardan en su interior el sabor de la infancia.
Con motivo de la Fira de la Galeta, Birba abrirá sus puertas al público con visitas guiadas limitadas, donde se explicará la evolución de la empresa y su compromiso por mantener la producción artesanal. Es una oportunidad única para conocer de cerca un patrimonio industrial que sigue vivo y que se ha adaptado al siglo XXI sin renunciar a su esencia.
Fira de la Galeta 2025: actividades, aromas y tradición
La Fira de la Galeta 2025 reunirá a más de 50 productores y artesanos del dulce. Habrá degustaciones, demostraciones en directo y un mercado gastronómico con productos locales como miel, chocolate, pan de montaña y embutidos tradicionales. En la plaza Mayor, un escenario acogerá actuaciones musicales, espectáculos de magia y actividades infantiles durante todo el fin de semana.
Según el Ayuntamiento, se esperan más de 10.000 visitantes entre sábado y domingo. “Queremos que Camprodon huela a galleta durante todo el fin de semana”, afirmó la concejala de Promoción Local durante la presentación. “Es una fiesta para los sentidos y una manera de rendir homenaje al trabajo artesanal que define nuestro pueblo”.
Los horarios son amplios: de 10:00 a 20:00 horas, con entrada gratuita a todas las actividades, aunque algunas requieren inscripción previa. La combinación de tradición, música y repostería convierte esta feria en una cita imprescindible del calendario otoñal catalán.
Un homenaje al patrimonio local y a la vida de pueblo
La Fira de la Galeta no solo celebra un producto, sino también una forma de vivir. En una época en que la producción industrial domina el mercado, Camprodon defiende la importancia de la artesanía, de lo hecho a mano y con cuidado. Cada galleta es un símbolo de esta resistencia tranquila, de esta manera de entender la calidad como algo que no se puede fabricar en masa.
Los comerciantes del pueblo viven estos días con ilusión. Algunos decoran sus escaparates con motivos galleteros, otros ofrecen promociones especiales, y todos coinciden en que la feria es una oportunidad para reivindicar el valor del pequeño comercio. “Aquí las cosas se hacen despacio, pero se hacen bien”, comenta una panadera local mientras ofrece muestras de sus galletas de avena. “Esta es nuestra manera de competir con las grandes marcas”.
Este espíritu colectivo convierte la feria en mucho más que un evento gastronómico: es una celebración de la comunidad, del trabajo compartido y de la tradición que une generaciones.
La magia de octubre en el Pirineo catalán
Octubre es un mes mágico en el Pirineo de Girona. El frío comienza a hacerse notar, las montañas se tiñen de cobre y las chimeneas vuelven a encenderse. En este paisaje, Camprodon se presenta como un destino ideal para una escapada de fin de semana. Además de la feria, los visitantes pueden recorrer el monasterio de Sant Pere, el paseo Maristany o los senderos que conducen al valle de Molló y Setcases.
Mientras cae la tarde y el sol se esconde tras las montañas, el olor de galleta sigue flotando en el aire. Los músicos afinan los instrumentos en la plaza, los niños corren con una galleta en la mano, y los adultos se sientan a conversar con una taza de chocolate caliente. Todo parece encajar: el sabor, la historia y la calma de un pueblo que conserva su esencia.
Camprodon, donde la historia huele a mantequilla
En tiempos de prisas y pantallas, Camprodon recuerda que las cosas más sencillas —como una galleta recién horneada— pueden despertar emociones profundas. La Fira de la Galeta no solo celebra un producto, sino una manera de vivir el pasado sin dejar de mirar hacia el futuro.
Así, este fin de semana, entre montañas y calles empedradas, el pueblo medieval del Ripollès se convertirá en un lugar donde cada rincón cuenta una historia… y cada aroma invita a quedarse un poco más.
Visítalo, pruébalo, y deja que el sabor de una galleta te lleve al pasado.