Los precios en vuelos, hoteles y consumo diario se han disparado, marcando un récord histórico en la temporada alta de 2025.
Según datos actualizados, una estancia en Mallorca llega a los 180 € diarios por persona, igualando o incluso superando el costo de unas vacaciones en el sudeste asiático. Mientras tanto, en Bali, el gasto medio por día ronda los 88 €, con alojamientos más económicos y una oferta cultural y natural que no se queda atrás.
Una comparativa que escandaliza
El fenómeno ha dejado perplejos a muchos viajeros: un vuelo de ida y vuelta a Palma desde Madrid puede superar los 300 €, mientras que hay ofertas a Bali desde 650 €. El costo por noche en los hoteles mallorquines ha subido un 26 % respecto a 2023. Comer fuera, alquilar un coche o simplemente disfrutar de una cerveza frente al mar puede suponer un gasto tan elevado que ha llevado a muchos turistas a comparar tarifas con destinos tan exóticos como Tailandia, Indonesia o Sri Lanka.
Las cifras publicadas por plataformas como Kayak, Expatistan son claras: Palma es hoy un 80 % más cara que Denpasar, capital de Bali. La inflación, la saturación turística y la poca disponibilidad han sido factores clave en este encarecimiento acelerado.
¿Por qué suben tanto los precios?
La explicación es multifactorial. En primer lugar, la demanda internacional ha vuelto con fuerza tras años de restricciones. A esto se suma la escasa oferta de alojamientos asequibles, en parte por las nuevas normativas y el cierre de algunas viviendas turísticas.
Además, la presión turística ha provocado un aumento generalizado en todos los sectores: desde el transporte hasta los servicios básicos. Incluso los supermercados de la isla han incrementado sus precios, afectando también a los residentes.
El efecto Airbnb ha reducido la disponibilidad de alquileres a largo plazo y ha disparado los precios de estancias cortas. El fenómeno se ha vuelto insostenible para muchos locales, y las protestas no han tardado en aparecer.
Del vuelo al café: todo cuesta más
No es solo el billete o la habitación lo que se ha encarecido. Un café en el centro de Palma puede costar hasta 3,50 €, una cerveza 5 €, y alquilar un coche supera fácilmente los 70 € diarios. Comer en un restaurante modesto con vistas al mar rara vez baja de los 35–40 € por persona.
Frente a esto, en Bali, los turistas disfrutan de masajes, excursiones y gastronomía por precios que parecen de otra época según los estándares europeos actuales. Un alojamiento de lujo en Ubud puede costar lo mismo que un apartamento medio en Santa Ponça.
Protestas locales: el precio del turismo masivo
La población local de Mallorca está comenzando a mostrar su malestar. Este mes de julio, varias manifestaciones han sacado a la calle a vecinos que denuncian la masificación turística y el encarecimiento de la vivienda.
El cartel más repetido: “Mallorca no se vende, Mallorca se defiende”. Los residentes reclaman límites al turismo y una regulación más estricta de los alquileres vacacionales. Muchos no pueden permitirse vivir en su propia isla, mientras ven cómo los beneficios del turismo quedan en manos de grandes cadenas hoteleras.
Además, el modelo actual está provocando efectos colaterales como la saturación de los recursos hídricos, problemas de movilidad y un deterioro de la calidad de vida.
¿Y si mejor Bali?
Lo que era una opción lejana, casi exótica, ahora se está posicionando como una alternativa lógica y competitiva. Volar a Bali implica un viaje largo, sí, pero el costo total de la experiencia se ha equilibrado, si no inclinado a su favor.
Los viajeros valoran la hospitalidad, el clima cálido durante todo el año, y sobre todo, la posibilidad de desconectar sin que el bolsillo sufra tanto. Para muchos, este verano, la ecuación es clara: si gastaré lo mismo, que al menos valga la pena.
Y no son solo los jóvenes viajeros los que lo piensan. Familias, parejas mayores e incluso jubilados están mirando hacia Asia como una opción real para sus vacaciones de 2025.
El lujo de hacer vacaciones en casa
La paradoja es evidente: los destinos de proximidad ya no son sinónimo de ahorro. Mallorca, Ibiza, Menorca o incluso la Costa del Sol se han convertido en territorios exclusivos, no por el lujo sino por el precio.
La reflexión final es inevitable: ¿se ha roto el mito del turismo nacional barato? Mientras las administraciones buscan soluciones para frenar la especulación y proteger a los residentes, muchos ciudadanos optan por otras rutas. Queda en el aire la pregunta: ¿hasta cuándo serán sostenibles estos precios?
Si alguna vez hacer vacaciones en casa fue un lujo emocional, hoy también lo es económicamente. Comparte este artículo si también crees que las vacaciones necesitan una revisión profunda, más allá del destino.