Una paradoja que plantea nuevos retos para el modelo turístico catalán. El turismo internacional en Cataluña ha entrado en una nueva fase: menos volumen, más rentabilidad.
En julio y agosto, la región fue la única gran comunidad que perdió visitantes respecto a 2024, pero marcó cifras récord de gasto por turista.
Los datos abren un debate sobre sostenibilidad, calidad y dependencia del sector.
Una caída inesperada en pleno verano
El verano de 2025 ha dejado una imagen inesperada para el turismo catalán. Por primera vez desde la pandemia, Cataluña ha registrado una caída en el número de turistas extranjeros durante los meses clave de la temporada estival. En julio, el descenso fue del 1,2 % respecto al mismo mes del año anterior. En agosto, la bajada fue aún más pronunciada: un 4,3 %.
Lo más llamativo es que esta caída contrasta con el comportamiento de otras grandes comunidades autónomas como Baleares, la Comunidad Valenciana o Andalucía, que mantuvieron o incluso aumentaron sus cifras de llegadas. Cataluña fue la excepción.
Este descenso no ha pasado desapercibido en el sector hotelero ni entre los operadores turísticos, que alertan sobre un posible cambio de ciclo. ¿Estamos ante un ajuste coyuntural o el inicio de una transformación más profunda del turismo en la región?
Menos turistas, pero con los bolsillos más llenos
A pesar de la caída en el volumen de visitantes, los ingresos no solo no han disminuido, sino que han aumentado. El gasto medio por turista internacional ha alcanzado cifras récord. En agosto de 2025, cada turista gastó de media 1.423 euros, un 6,4 % más que el año anterior. El gasto diario también creció: 229 euros por día, un aumento del 7,5 % interanual.
Este incremento se debe a varios factores: precios más altos en todos los niveles de la oferta (alojamiento, restauración, actividades), elección de servicios de mayor gama y una reducción en la duración media de las estancias, que concentra el gasto en menos días.
En términos agregados, los ingresos generados por el turismo internacional se mantienen estables o incluso ligeramente al alza, a pesar de la caída en volumen. Esta combinación sugiere que el perfil del visitante ha cambiado.

¿El turista que llega ahora es otro?
Los datos y la experiencia del sector apuntan a una evolución en el perfil del turista. Menos mochilas y más maletas grandes. Más interés por experiencias personalizadas, exclusivas o vinculadas a la gastronomía y la cultura. El turista que visita hoy Cataluña tiende a ser más exigente y con una mayor capacidad de gasto.
Este cambio no es exclusivo de Cataluña. En toda Europa se observa un desplazamiento hacia un turismo de más calidad y menos masificación. En el caso catalán, este fenómeno se ve reforzado por campañas orientadas a atraer un turismo sostenible, así como por la saturación previa de destinos como Barcelona.
Además, algunos mercados emisores han reducido su presencia, como el británico, mientras que otros, como el estadounidense o el canadiense, han ganado peso. Un turista menos numeroso, pero más rentable.
Barcelona y el interior: dos caras de un mismo verano
La evolución del verano no ha sido homogénea en todo el territorio. Mientras que Barcelona sigue siendo el epicentro del turismo internacional, otras zonas costeras e interiores han vivido un verano más desigual. Algunos municipios de la costa han notado más la caída, especialmente aquellos más dependientes del turismo europeo tradicional.
En cambio, zonas del interior catalán o del Pirineo han mantenido una actividad estable gracias al turismo nacional y de proximidad. El fenómeno de la “desconcentración turística”, perseguido desde hace años por las autoridades, parece comenzar a tomar forma, aunque todavía de manera incipiente.
El turismo rural, las escapadas breves y las rutas gastronómicas han ganado terreno, especialmente entre familias y visitantes catalanes o del resto del Estado.
¿El fin del turismo de masas en Cataluña?
Las cifras y tendencias de este verano reabren un debate de fondo: ¿Cataluña debe continuar apostando por atraer más turistas o debe priorizar la calidad y el impacto económico por visitante?
El discurso institucional hace tiempo que apunta hacia un modelo más sostenible y menos masificado. Sin embargo, esta transición conlleva riesgos: una dependencia excesiva de un turismo de alto poder adquisitivo puede hacer más vulnerable el destino ante crisis económicas globales.
Además, existe el peligro de una elitización progresiva del turismo en zonas como Barcelona, donde los precios medios ya comienzan a excluir segmentos populares. Si el “turismo de calidad” se convierte en sinónimo de “turismo caro”, el modelo podría perder diversidad y accesibilidad.
La discusión está abierta. ¿Queremos menos turistas pero con más dinero, o un turismo más amplio y democrático?
¿Cataluña, hacia el turismo de calidad o hacia la exclusión?
Mientras el número de turistas baja pero el gasto sube, el modelo turístico catalán se enfrenta a una encrucijada: apostar por la rentabilidad o por la diversidad. La decisión marcará el futuro de uno de sus sectores clave.
¿Qué tipo de turismo queremos para el futuro? Comparte tu opinión y participa en el debate.