Un análisis reciente revela diferencias mínimas con huevos más baratos y señala marcas que no cumplen las expectativas.
¿Estamos pagando los consumidores por una etiqueta vacía?
A pesar de su envoltorio más atractivo y las promesas de bienestar animal, muchos huevos “camperos” no destacan ni en sabor ni en frescura.
Así lo demuestra un informe reciente de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), que comparó más de 30 marcas del mercado español.
Las conclusiones sorprendieron incluso a aquellos que defendían esta categoría como la mejor opción ética y culinaria.
Huevos caros, calidad dudosa
El estudio de la OCU analizó aspectos clave como la frescura, el sabor, la textura, el color de la yema y la resistencia de la cáscara en diferentes categorías de huevos: de gallinas en jaula, en suelo, camperos y ecológicos.
Para muchos, los “camperos” y los “ecológicos” representan opciones más éticas y saludables, y su precio más elevado parece justificarlo. Pero los datos contradicen esta percepción.
Según la organización, las diferencias en calidad entre las categorías son mínimas. De hecho, muchos huevos “camperos” no superaron a los de gallinas criadas en suelo, que cuestan considerablemente menos.
Los huevos ecológicos fueron los que presentaron el precio más elevado, pero tampoco ofrecieron una ventaja clara. El informe cuestiona si el consumidor está pagando más por una imagen que por un producto objetivamente mejor.
¿Qué marcas quedan peor paradas?
Entre las marcas peor valoradas en la categoría campera destaca Alcampo, que, según la OCU, presentaba huevos con cáscaras frágiles, yemas pálidas y sabor poco intenso. A pesar de su precio superior, no lograron posicionarse como una opción de calidad.
En contraste, otras marcas sí que cumplieron con los estándares esperables de su categoría. Guillén, marca habitual en Mercadona, recibió puntuaciones positivas. También Pazo de Vilane y Rujamar, esta última en la categoría ecológica, mostraron una calidad coherente con su posicionamiento.
Estas diferencias refuerzan la idea de que la etiqueta “campero” no garantiza automáticamente un buen producto.
El peso de los huevos XL, otro punto bajo lupa
Otro aspecto analizado por la OCU fue el peso real de los huevos XL, que por normativa deben superar los 73 gramos. Algunas quejas sugerían fraude sistemático, pero el estudio lo descarta casi por completo.
Tras analizar 334 huevos, la OCU descubrió que solo entre el 2 % y el 3 % no cumplían con el peso mínimo. Según la organización, esta desviación es menor y aceptable.
También recuerdan que los huevos pierden peso de manera natural con el tiempo, por la evaporación a través de la cáscara, un fenómeno conocido como “merma”.
¿Qué puede hacer el consumidor?
Ante este escenario, la OCU recomienda no dejarse llevar por el etiquetado. El término “campero” puede sonar atractivo, pero no siempre refleja una calidad superior.
Es importante comparar precios, observar el aspecto de los huevos y probar diferentes marcas. El sabor y la frescura pueden variar más entre marcas que entre categorías.
También se debe conservar correctamente los huevos, preferiblemente en frío, para evitar la merma y prolongar su frescura.
La OCU sugiere que los consumidores informen de cualquier anomalía, como peso incorrecto o caducidades mal indicadas. Una ciudadanía activa es clave para mejorar el control y la transparencia.
Una etiqueta no es suficiente: el precio no siempre lo justifica
Este informe de la OCU sirve como recordatorio de que el envoltorio no siempre refleja el contenido. El marketing puede elevar productos comunes a la categoría de gourmet, incluso cuando no lo merecen.
La etiqueta “campero” debería ser una garantía, no una excusa para cobrar más.
¿Y tú? ¿Has notado diferencias reales entre tipos de huevo? Cuéntanos tu experiencia y comparte esta información con quien compra sin mirar más allá del envase.