Lo ha logrado sin recurrir a descuentos agresivos ni a campañas masivas, sino con una apuesta clara por la proximidad y el territorio.
Su nombre ya forma parte del paisaje cotidiano en muchas comarcas. Bon Preu, junto con bonÀrea, encarna un modelo de expansión que desafía las reglas del gran consumo: no compiten por el precio, sino por la identidad, la confianza y el arraigo local.
Un sector que refleja los hábitos del país
Pocas actividades económicas tienen tanta incidencia en la vida cotidiana de las familias catalanas como los supermercados. Según el Idescat, representan cerca del 16 % del gasto total de los hogares, un indicador que muestra su peso estructural dentro de la economía doméstica.
El sector vive una transformación constante. Los cambios en los hábitos de consumo, la digitalización y la búsqueda de productos más frescos y de proximidad están redefiniendo los modelos de negocio. Las cadenas que han sabido adaptarse a estas nuevas tendencias son las que hoy lideran el crecimiento, especialmente en las comarcas rurales.
Entre las fórmulas de éxito destacan la marca propia fuerte, la logística ágil y la apuesta por la proximidad. En un mercado cada vez más competitivo, las cadenas que no ofrecen ventajas claras —ya sea en calidad, servicio o conexión con el territorio— pierden relevancia ante un consumidor más consciente y exigente.
Una cadena catalana está revolucionando el mapa comercial rural. Su estrategia no se basa en grandes descuentos ni en campañas masivas. Su clave es el vínculo con el territorio.
Mientras otras cadenas priorizan las zonas densamente pobladas, esta apuesta por los municipios pequeños. Su red crece de manera sostenida en las comarcas rurales, gracias a una fórmula basada en producto local, logística eficiente y adaptación cultural.
Una expansión silenciosa pero firme
En un mercado donde las grandes superficies concentran su crecimiento en las áreas urbanas, una cadena catalana ha optado por el camino inverso. El grupo Bon Preu —que integra las enseñas Bonpreu, Esclat y EsclatOil— ha convertido las comarcas rurales en su motor de expansión.
El año 2024 cerró con una facturación de 2.680 millones de euros y más de 600 establecimientos repartidos por todo el territorio. Muchas de estas aperturas se han hecho en municipios con menos de 5.000 habitantes, donde otras marcas consideraban que el negocio no era viable. Bon Preu ha demostrado que entender el territorio puede ser más rentable que dominarlo.
El grupo combina crecimiento económico con arraigo social: promueve la contratación local, impulsa a los proveedores de la zona y mantiene un enfoque de gestión familiar que refuerza la confianza del consumidor.
Las cifras confirman la tendencia
Los datos más recientes de Wordpanel (Kantar, 2024) confirman el liderazgo de las cadenas catalanas en su propio territorio. Mercadona mantiene la primera posición con un 24 % de cuota de mercado en Cataluña, seguida muy de cerca por Bon Preu–Esclat (8,8 %). En tercera y cuarta posición encontramos a Carrefour (7,3 %) y Lidl (7 %).
Posición | Cadena | Cuota de mercado (%) | Observaciones principales |
---|---|---|---|
1 | Mercadona | 24,0 | Liderazgo estatal y en Cataluña |
2 | Bon Preu – Esclat | 8,8 | Arraigo local destacado |
3 | Carrefour | 7,3 | Presencia urbana y periurbana |
4 | Lidl | 7,0 | Modelo basado en precios competitivos |
5 | Consum | 4,7 | Expansión gradual en zonas metropolitanas |
6 | bonÀrea | 4,2 | Fuerza en comarcas rurales |
7 | Caprabo | 3,0 | Reorientación hacia el producto local |
8 | Condis | 2,9 | Alta densidad en el área de Barcelona |
9 | Ametller Origen | 1,3 | Modelo agroalimentario de proximidad |
Más allá de la cuota, Bon Preu ha sido reconocida por la OCU como el supermercado mejor valorado de España, superando a competidores nacionales e internacionales. Su éxito no se mide solo en ventas, sino también en reputación y satisfacción de los clientes.
Por su parte, bonÀrea, con un 4,2 % de cuota, continúa consolidándose en las comarcas rurales gracias a su modelo cooperativo e integrado verticalmente, que le permite controlar toda la cadena de valor, desde la producción hasta la venta. Ambos casos reflejan una tendencia común: el consumidor catalán premia la proximidad y la autenticidad.
El verdadero motor: el producto de proximidad
Si hay un elemento que define el modelo catalán de distribución, es el producto de kilómetro cero. Bon Preu ha convertido la compra de proximidad en un sello de identidad. Solo en 2024, las ventas de productos locales superaron los 314 millones de euros, el equivalente al 14 % de su facturación total.
Esta conexión directa con los productores de cada comarca permite ofrecer alimentos más frescos y sostenibles, además de reforzar la economía local. Cada tienda se convierte en una extensión del territorio, donde el cliente encuentra no solo marcas conocidas, sino también los productos de su entorno más cercano: fruta del campo, pan artesanal o embutidos de productores comarcales.
El resultado es una fidelidad más emocional que comercial. El consumidor no solo compra, sino que siente que está apoyando a su comunidad.
No solo logística: integración y confianza
El éxito de Bon Preu y bonÀrea también se explica por su control de la cadena productiva. En lugar de depender de intermediarios, ambos grupos han desarrollado un modelo de integración vertical, que abarca desde la recepción de los productos hasta la gestión de las plataformas logísticas.
Este sistema garantiza precios competitivos y una calidad constante, sin sacrificar márgenes. En el caso de bonÀrea, la eficiencia es aún más notable: el grupo gestiona su propio sistema de producción agroalimentaria, distribución y venta, una fórmula poco habitual en el sector.
La logística se convierte así en un aliado del desarrollo rural: gracias a una red bien planificada, las tiendas pequeñas reciben el mismo nivel de servicio que los grandes supermercados urbanos. El control de la cadena es también un control de la confianza.
Adaptarse al pueblo, no al revés
El otro gran secreto es la flexibilidad local. Cada establecimiento se adapta a la comarca donde se instala. El surtido cambia según las costumbres de la zona, la rotulación prioriza el catalán y el personal es, en su mayoría, del municipio.
Esta proximidad genera un sentimiento de pertenencia que va más allá del acto de compra. En muchos pueblos, los vecinos ya no ven a Bon Preu o bonÀrea como una cadena externa, sino como “su supermercado”.
La estrategia contrasta con el modelo homogéneo de las grandes multinacionales, que replican formatos idénticos sin tener en cuenta la cultura local. Aquí, el respeto por el territorio se convierte en ventaja competitiva.
¿Por qué otras cadenas no lo logran?
Muchas cadenas de distribución estatales han intentado implantarse en zonas rurales, pero con resultados discretos. Los motivos son conocidos: logística costosa, menor densidad de población y falta de comprensión de los hábitos de consumo locales.
Además, las estrategias centradas únicamente en el precio dejan de funcionar cuando el cliente valora otros factores: la procedencia del producto, la sostenibilidad, el trato o la confianza. El consumidor rural no busca lo más barato, sino lo que siente más suyo.
Mientras algunas marcas se concentran en las grandes ciudades, las cadenas catalanas de proximidad han aprendido a crecer desde la raíz, con paciencia, coherencia y una comunicación muy vinculada al territorio.
Una lección desde el campo
“El éxito no siempre está en bajar precios, sino en saber leer el alma del territorio”, resume un directivo del sector.
El caso de Bon Preu y bonÀrea demuestra que el crecimiento sostenible puede florecer lejos de los grandes núcleos urbanos. En un mercado saturado de descuentos y promociones, su secreto es otro: construir confianza y devolver valor a la comunidad.
¿Crees que las grandes superficies deberían aprender de este modelo? Comparte este artículo y cuéntanos tu opinión.