Más de 200 establecimientos han sido inspeccionados y algunos ocultaban infraviviendas o vendían productos en mal estado. Las sanciones ya han comenzado a aplicarse.
En solo dos años, el Ayuntamiento ha detectado más de 2.700 incidencias en supermercados de funcionamiento continuo, muchos de los cuales están dirigidos al turismo. Las inspecciones han revelado prácticas como la venta de productos caducados, falta de higiene básica o uso ilegal de espacios como vivienda para los trabajadores. La respuesta municipal ha sido contundente: sanciones económicas, precintos y órdenes de cierre.
Una expansión que no se detiene
Barcelona ha experimentado un notable auge de los supermercados 24 h: en cinco años y medio se han abierto 657 locales de este tipo. Aunque podrían parecer comercios de proximidad, a menudo estos establecimientos están enfocados a un perfil turístico.
Sus estanterías no priorizan los productos frescos, sino que ofrecen principalmente bebidas refrigeradas, aperitivos, productos en porciones individuales y artículos básicos de conveniencia. El objetivo no es tanto proveer a los vecinos como responder a la demanda constante de los visitantes, incluso a altas horas de la madrugada.
El fenómeno ha transformado muchas esquinas y locales tradicionales del Eixample, Ciutat Vella o Gràcia, generando tensiones con el comercio local de toda la vida. “En muchos casos no aportan valor al barrio”, ha afirmado un representante municipal. “No son tiendas de barrio, son puntos de venta rápida para turistas que no vuelven”.
Las trampas que afectan al consumidor
La investigación municipal ha revelado prácticas que ponen en riesgo la salud pública y la seguridad de los consumidores. Entre las infracciones más graves detectadas encontramos:
- Productos caducados o sin trazabilidad: carnes, lácteos o bebidas vencidas aún en las estanterías.
- Ausencia de refrigeración adecuada: sistemas de frío defectuosos o inoperativos que comprometen la conservación de los alimentos.
- Locales sin agua corriente o en condiciones insalubres, incluyendo plagas o falta de limpieza.
- Utilización de sótanos o altillos como infraviviendas improvisadas para los trabajadores, sin ventilación ni condiciones mínimas de habitabilidad.
- Publicidad y señalización ilegales, en infracción de la normativa del paisaje urbano.
- Falta de licencias o uso de licencias para actividades diferentes, como fruterías o tiendas de comestibles, sin declarar la actividad real.
Estas situaciones no solo afectan a quien compra, sino que también perpetúan situaciones laborales precarias o incluso ilegales para los empleados nocturnos.
Macroinspecciones y castigos ejemplares
Entre las actuaciones más destacadas, el consistorio ha llevado a cabo una macroinspección de 112 supermercados 24 h en varias zonas. En esta operación, se registraron 1.980 infracciones. La cifra global desde el 2023 supera las 2.700 deficiencias documentadas.
Las irregularidades no son menores. En muchos casos, han derivado en medidas inmediatas. El Ayuntamiento ha abierto 539 expedientes e iniciado 677 procedimientos sancionadores. De estos, 233 han terminado en sanciones económicas y 358 en órdenes de restitución, es decir, requerimientos para corregir las irregularidades. Además, 7 locales han sido precintados por condiciones extremadamente graves: falta de agua potable, presencia de roedores o inseguridad estructural.
Un caso emblemático ha sido el supermercado situado en la Casa Heribert Pons, en plena Rambla Catalunya. Operaba sin los permisos adecuados y fue objeto de cierre administrativo. El consistorio ha dejado claro que no tolerará abusos en edificios patrimoniales ni en zonas protegidas por normativas urbanísticas.
¿Comercio de barrio o amenaza para el comercio local?
El crecimiento descontrolado de estos supermercados ha abierto el debate. Desde el Ayuntamiento se advierte que este modelo de negocio pone en peligro el comercio tradicional y altera el equilibrio de los barrios. En lugar de fomentar la vida de proximidad, acaban homogeneizando la oferta y desplazando las tiendas de toda la vida.
Ciutat Vella y el Eixample, las zonas más afectadas, ya disponen de planes de usos que restringen la apertura de nuevos establecimientos de este tipo. El objetivo es evitar la “saturación” y proteger la diversidad comercial. Paralelamente, se plantean ordenanzas más estrictas para toda la ciudad, que limiten horarios, exijan condiciones mínimas de habitabilidad para los trabajadores y obliguen a declarar la actividad real del local.
Una portavoz municipal lo resumió así: “Esto no va de cerrar tiendas. Va de proteger a los vecinos, los consumidores y los trabajadores”.
Más allá del horario: ¿a qué precio abrimos 24 horas?
Los supermercados 24 h aparecieron para ofrecer comodidad. Pero en Barcelona, la comodidad ha comenzado a mostrar su otra cara: un modelo que puede alimentar la precariedad, el descontrol y la degradación urbana.
Lo que se presenta como una ventaja para el consumidor puede esconder realidades mucho más oscuras: productos sin garantías, trabajadores sin derechos y barrios sin identidad.
¿Y tú? ¿Comprarías igual si supieras qué ocurre tras esas puertas abiertas toda la noche? Comparte esta historia. Debate. Infórmate.