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La imprudencia de la banca abre el ensayo general para una nueva crisis

Desde el pasado viernes occidente se ha recubierto con una aura que hace 15 años que no se veía, la de la crisis financiera. Todo empezó cuando el californiano Silicon Valley Bank (SVB) era intervenido -un hecho sin muchos precedentes- por el gobierno de los Estados Unidos. A partir de aquel momento el miedo se apoderó de los mercados y la semana empezó con grandes pérdidas en las bolsas europeas a causa de la desconfianza hacia el sector bancario. Esta misma desconfianza, además, se apoderó de un banco en particular –Credit Suisse– que tuvo que llegar al límite de pedir un rescate al banco central suizo para intentar evitar la quiebra. En resumen, la semana en el sector bancario occidental huele, más que nunca, a un ensayo general para una nueva crisis financiera por culpa de la imprudència de la banca.

Todo ello empezó viernes cuando SVB, entidad especializada a ofrecer depósitos para start-ups, fue intervenida por Corporación Federal de Seguro de Depósitos (CFSD) por las dudas en torno a su liquidez y solvencia, que se tradujo en el cierre de la entidad. Estas dudas llegaban porque el banco esperaba registrar unas pérdidas de unos 1.800 millones de dólares solo durante el primer trimestre de 2023, así como su intención de realizar una colocación acelerada de acciones de 1.750 millones de dólares para sanear su posición de capital. El problema de todo es que una gran cartera de start-ups significa que tienes empresas con depósitos que necesitan mucha liquidez y en este caso SVB no acertó en las inversiones correctas para poder mantener la liquidez que necesitan estas empresas emergentes. Resultado: la quiebra por carencia de liquidez y la pérdida de confianza de los inversores.

Todo este conflicto con las start-ups no solo ha sido un conflicto SBV, sino que se ha reproducido a todo occidente, con lo que se podría decir que se ha acabado la buena racha de inversiones millonarias. Después de años de recaudar grandes cantidades de dinero para invertir en las start-ups, los inversores se han topado con la situación convulsa que vive la economía mundial actual con la crisis de después de la covid, la guerra de Ucrania, la incertidumbre del mercado y una política monetaria cada vez más restrictiva que han acabado por desincentivar las inversiones millonarias en start-ups. Todo ello ha provocado que las start-ups, principal negocio de SVB, estén usando cada vez más de su propio líquido, hecho que provoca que tengan que tener mucho más a mano sus depósitos y que los bancos puedan ofrecer de forma casi inmediata el dinero que necesitas, cosa que no supo hacer el banco californiano.

Biden opta para regular más el mercado bancario

La caída en picado de SVB provocó que el sistema financiero norteamericano entrara en pánico, así que las autoridades, empezando por el presidente Joe Biden, decidieron tomar partido acercándose a los métodos europeos, es decir, anunciando nuevas regulaciones y acercándose a la manera de funcionar del sistema en Europa. El primero fue el mismo Biden, que el martes salió en rueda de prensa para defender la solidez del sistema financiero y enalteció la rapidez de las autoridades en la hora de intervenir SVB, un hecho que no se produjo en 2008 con Lehman Brothers y que desencadenó la última gran crisis financiera.

Para dar todavía más confianza a los ciudadanos y a los inversores, Biden insistió en el hecho que “no habrá pérdidas soportadas por los contribuyentes”, puesto que los fondos del rescate de las entidades falladas provendrán de un fondo que se nutre de aportaciones del mismo sector bancario. Ahora bien, Biden mostró la máxima dureza con los directivos de las entidades, asegurando que “serán despedidos” y que los inversores en las entidades intervenidas “no serán protegidos”, puesto que asumieron riesgos. “Así es como funciona el capitalismo”, cerró el presidente norteamericano.

Aparte de todo esto, el dirigente norteamericano ha reclamado este mismo viernes en el Congreso endurecer las sanciones y controles contra los ejecutivos bancarios, asegurando que después de las quiebras de SBV, Signature Bank y First Republic, «no hay nadie por encima de la ley». “Cuando los bancos quiebran a causa de la mala gestión y a la asunción excesiva de riesgos, tendría que ser más fácil para los reguladores recuperar la paga de los ejecutivos, imponer sanciones civiles y prohibir que vuelvan a trabajar en la industria bancaria”, ha sentenciado el mandatario.

Biden no ha sido el único que ha levantado y pedido más regulación del mercado bancario a la otra costa del Atlántico. También lo ha comentado la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed), que ya aseguró que está evaluando imponer reglas más estrictas para los bancos medianos de los EE. UU. con el objetivo de evitar que se repita otro episodio como semblante al del SVB. Según aseguró esta misma semana el británico Financial Times, el banco central norteamericano estaría revisando los requisitos de capital y liquidez que fija para las entidades, especialmente en el caso de aquellas con activos entre 100.000 y 250.000 millones de dólares. Así mismo, la Fed también evaluará las pruebas de estrés que realiza cada año para examinar la capacidad de los bancos norteamericanos para hacer frente a escenarios económicos y financieros adversos.

Traslado a Europa en un miércoles negro

Todo ello, pero, no se quedó en los Estados Unidos, porque el pánico a la banca se contagia de forma de una manera sorprendente. El primero, y de momento el único, a intuir una posible quiebra ha sido Credit Suisse. Ahora bien, el caso del banco de inversión helvético no es nuevo, puesto que hace meses que corre peligro y que ha perdido la confianza de su clientela e inversores. De hecho, esta nueva crisis de la entidad suiza se desencadenó después de que el principal accionista, el banco nacional saudí, asegurara que no ampliaría su capital, unas declaraciones que provocaron una caída desatada en bolsa. Esta crisis, en la que por muchos momentos pareció que se perdería uno de los bancos más importantes del Viejo Continente, se solucionó con la intervención del banco central de Suiza, cuando anunció un rescate de 50.000 millones de francos suizos que evitaron que se confirmara, como mínimo de momento, la tesis que Credit Suisse será el nuevo Lehman Brothers.

Toda esta situación contagió el resto de bolsas europeas que han pasado la última semana pintadas, en gran parte, de cifras rojas. El peor día de todos fue este miércoles, arrastradas por la crisis a Credit Suisse. El IBEX-35 se dejó un 4,37% con la banca liderando unas pérdidas que fueron masivas. El Banco Sabadell fue el ‘farolillo rojo’ con una caída del 10,49%, seguido del BBVA que perdió un 9,60%, el Santander con un 6,89%, CaixaBank (-6,72%), Bankinter (-6,46%) y Unicaja, que perdió perdido poco más de un 6%. Al resto de Europa la suerte no fue demasiado mejor. Por un lado, el DAX alemán cayó un 3,27%, mientras que en Francia el CAC 40 cedió un 3,58%. En Londres, lo FTSE 100, se dejó un 3,83% y lo FTSE MIB italiano, un 4,37%.

Continúa la política monetaria restrictiva

Toda esta tormenta perfecta viene condicionada por el aumento de las políticas restrictivas de los bancos centrales. En Europa, el BCE anunció el tercer encarecimiento del crédito de medio punto, que situó la ratio en un 3,5%, llegando a los voltios de los picos logrados durante la crisis financiera del 2008. Además, la quiebra SVB y la crisis Credit Suisse También han provocado movimientos al Euríbor, que en las últimas jornadas ha caído a un ritmo récord. De hecho, la ratio hipotecaria se llegó a situar en el 3,5% después de frotar a principios de año los 4 puntos.

Las políticas restrictivas, pero, no se han limitado al continente europeo. La Reserva Federal, según las grandes empresas del sector financiero, apunta en una nueva subida de 25 puntos básicos después de la quiebra de SVB. Ahora bien, el máximo dirigente del organismo norteamericano, Jerome Powell, todo hace pensar que el nuevo aumento de los tipos de interés podría llegar a ser de 50 puntos básicos. El caso del Banco de Inglaterra es similar, si bien la situación del mercado británico parece ser más estable que la de sus competidores. De hecho, las expectativas para la próxima semana, cuando se anunciará la nueva subida, oscilan entre un encarecimiento de la libra de 25 puntos básicos y la total estabilidad. Cómo avanza la agencia Reuters, los inversores londinenses “apuestan fuertemente porque el Banco de Inglaterra parará su racha de subidas de los tipos de interés” este mes de marzo, después de haber logrado el máximo histórico del 4% ahora hace un mes.

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